Capítulo 48: El Lobo en la puerta

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Charlie observaba a Draco mientras los demás dejaban la enfermería; había un brillo pensativo en los ojos del joven cuando contempló cómo partía su padre. Cuando la puerta se cerró, el joven se volvió hacia él. Su mirada estaba llena de rabia y dolor, pero también había una chispa de esperanza desesperada de que Charlie pudiese arreglar las cosas. Al verlo, Charlie supo que tenía una pequeñísima oportunidad de arreglar las cosas para que en un futuro pudiesen ser felices ambos. Se acabaron los trucos y engaños, se acabaron las reacciones rápidas para coger lo que deseaba antes de que alguien se lo arrebataran. Tenía que hablar con sinceridad o arriesgarse a quebrar algo frágil y posiblemente irreparable.

Acercó una silla al borde de la cama donde Draco estaba sentado y tomó asiento delante del joven. Su madre siempre le había dicho que la honestidad era la única forma de mantener una relación, y teniendo en cuenta la de años que llevaba casada, había que suponer que sabía de qué estaba hablando. Al buscar las palabras con las que comenzar a hablar, descubrió sorprendido que ya sabía qué quería decir.

–Cuando tenía doce años un adivino me dijo que, algún día, me casaría con un dragón que estaba a punto de ser devorado por un lobo –empezó Charlie. Algo brilló en los ojos de Draco, pero permaneció en silencio. Charlie siguió con una sonrisa– Por supuesto, en aquel momento me tomé la profecía de forma literal, y la idea me pareció un tanto obscena... casarse con un lagarto gigante que escupe fuego no es algo muy atractivo para la mayoría. Más tarde me percaté de que estaba hablando de forma metafórica. Cuando te encontré, supe que tú eras el dragón... y a causa de la intervención de tu padre, estabas a punto de ser devorado por un hombre lobo de forma literal.

Draco palideció, pero siguió en silencio, escuchando las palabras de Charlie con atención. El pelirrojo dejó que su mirada se deslizara por la figura del joven, notando sus hombros tensos, sus mejillas pálidas, el gesto amargo de sus labios... pero sobre todo la confusión y la soledad que se pintaban en sus ojos.

–Me pregunté a mí mismo cómo salvarte –le dijo con suavidad– Mi familia no tenía forma posible de contrarrestar el Conscriptus de los Black, o de vencer a los Malfoy. Aunque no hubieses estado prometido a Sirius, tu padre jamás me hubiese considerado un pretendiente aceptable. Y entonces pensé que, ya que ibas a ser devorado literalmente por un lobo, ¿por qué no convertirte literalmente en un dragón...?

Draco se tensó al oír aquello, con rostro rígido al volver a enfurecerse. Sus puños se cerraron y volvió el rostro, quizás por la rabia, quizás por vergüenza. Charlie no sabía la razón, pero impulsivamente tendió la mano y cubrió una de sus manos con la propia. El puño no se relajó, pero Draco no apartó la mano tampoco. Aquello le animó un poco.

–Lo cierto es, Draco, que aquella profecía no tenía que tomarse de forma literal. No eres un dragón, por mucho que lleves ese collar al cuello. Y por curiosa que sea la coincidencia con Remus, él tampoco es el lobo que amenaza con devorarte. Hay un lobo en tu puerta, Draco, un lobo terrible y oscuro que te devoraría vivo. Incluso tu padre se da cuenta de ello y, a su manera, estaba intentando salvarte de él casándote con Sirius.

Draco se había ido quedando cada vez más rígido. En aquel momento se volvió para mirarle de nuevo, con ojos muy abiertos, alarmados.

– ¿Te refieres al Señor Oscuro? –susurró, asustado y acusador a un tiempo. Charlie negó con la cabeza:

–No, no me refiero a él.

Draco parpadeó sorprendido, con la confusión pintada en el rostro. Obviamente aquella no era la respuesta que había esperado. Charlie suspiró y apretó brevemente la mano de Draco antes de soltarle. Se levantó y caminó hasta los pies de la cama, buscando las palabras adecuadas para explicarse.

La Piedra del MatrimonioWhere stories live. Discover now