Capítulo 58: El significado de las cosas

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Harry trató de calmar su acelerado corazón mientras iba por los pasillos. ¡Severus le había besado! Por supuesto, no era la primera vez que lo hacía, pero en esta ocasión la sensación era distinta. Era como si esta vez fuese más significativa que todas las anteriores.

¿Pero qué había querido decir con "antes de que me olvide de mis modales"? Había miles de interpretaciones posibles, y no sabía cuál era la más acertada, o siquiera la que prefería. No estaba nada seguro de qué quería, en realidad.

Severus no iba a ver a André... eso era bueno. Esa sí que era una cosa que podía decir que deseaba, pero todo lo demás estaba muy confuso para él. La fidelidad también era buena, decidió. ¿Pero qué quería decir exactamente, qué implicaba? Parecía que la opinión de Severus al respecto había cambiado, como si previamente no esperara nada de él, pero ahora sí lo hiciera. Pero eso tampoco parecía correcto del todo, ya que Severus había mostrado signos de posesividad bastante temprano; había salido bien rápido en su busca cuando se le había ocurrido, de forma imprudente, ir a pasear con Julius.

¿Qué significaba todo ello? ¿Y qué quería él exactamente que significara? Desde luego, le gustaba su nueva familia, su nuevo hogar, en el que Severus era muy importante. También le gustaba la forma en que su cuerpo reaccionaba cuando Severus le besaba. ¿Pero significaba eso que empezaba a tener una relación de pareja con su Maestro en Pociones? Los Slytherin no creían en el romance, ¿y si aquello no significaba lo mismo para él que para Severus? ¿Y si él deseaba que significara una cosa, y Severus pensaba en otra distinta? Harry sabía que no era el tipo de persona que se encuentra con alguien en una conferencia, tiene una aventura, y luego no vuelve a ver al otro jamás, pero aparentemente Severus sí lo era. ¿Cómo podían estar pensando en el mismo tipo de relación, por tanto?

Últimamente ya desesperaba de llegar a comprender aquel tipo de cosas. ¿Por qué su vida era tan complicada? Ya era bastante malo que el Ministerio y Voldemort trataran regularmente de enredarle, pero el que su vida privada también fuese así de confusa era demasiado...

Al llegar a la puerta del gran comedor hizo una pausa y echó una ojeada antes de entrar. Sabía que ya había llegado la edición de la mañana del Profeta, ya que Sirius se lo había demostrado, pero ignoraba cómo reaccionarían sus amigos. Estaba agradecido por el hecho de que el resto de alumnos no estuviese presente. Volverían pronto, sin duda, pero quizás entonces ya se les habría pasado la primera reacción producida por la foto.

Ron, Hermione y Ginny estaban sentados a un lado de la mesa de Gryffindor, y Draco y Charlie estaban sentados delante. Los cinco estaban enfrascados en una conversación. Varias revistas yacían entre ellos. Harry suspiró, nervioso. Sabía que Dumbledore había solicitado a los miembros de la Orden que hicieran turnos para vigilar Hogwarts mientras se llevaba a cambio la modificación del campo de quidditch, y no era ninguna sorpresa que Charlie se hubiese ofrecido para el primer turno: cualquier excusa era buena para pasar más tiempo con Draco. Sin embargo, el que Draco estuviese con sus amigos le dejaba algo intranquilo: sabía más o menos qué esperar de su grupo habitual, pero no de Malfoy.

A sabiendas de que pocas esperanzas tenía de evadirse, respiró hondo y entró en el comedor, fingiendo que no ocurría nada fuera de lo habitual. Si había podido con Sirius, sus amigos no podían ser tan difíciles de enfrentar. Los cinco le miraron en cuanto se acercó. Sus expresiones eran variadas: Ron parecía tener ganas de gritar, pero se contenía; Ginny sonreía de lado; Charlie... también sonreía; y Draco... ¡demonios! Draco también sonreía de forma torcida. En cambio, Hermione parecía pensativa. Harry frunció el ceño. Draco fue el primero en hablar, haciendo ondear el periódico ante su cara mientras tomaba asiento:

– ¡Cielo santo, Potter, parece que tú...!

–Te voy a pegar otra vez –cortó Harry, señalándole y con una mirada severa, recordándole al Slytherin cómo había reaccionado el día después de su boda. Draco dejó de hablar, con gesto profundamente desilusionado. Parecía un niño al que han quitado su juguete favorito.

La Piedra del MatrimonioWhere stories live. Discover now