Capítulo 23: Lobos

5.6K 675 178
                                    


Molly Weasley les estaba esperando cuando aterrizaron. Tan pronto como aparecieron, fueron envueltos por un cálido abrazo. La mujer se apresuró a dar la vuelta a la habitación dándoles la bienvenida uno por uno, tan entusiasmada al ver a Harry y Hermione como lo estaba de ver a sus propios hijos. Los gemelos se les unieron instantes después, y entre todos consiguieron arrastrar los baúles a los dormitorios respectivos. Harry dormía con Ron, mientras que Hermione lo hacía con Ginny. Molly ya estaba dándole vueltas a cómo instalar al resto cuando todos llegasen.

–Creo que voy a poner a Percy con los gemelos, así el profesor Snape podrá estar en su cuarto –informó Molly a Harry– Y Charlie se tendrá que instalar con Bill, así tendré espacio para Remus y Sirius... ¿crees que les molestará tener que estar tan apretujados? –parecía preocupada por la idea. Harry contuvo la risa ante la idea.

–Seguro que será perfecto –le dijo. Los dos le habían escrito con regularidad; hasta donde había podido leer, no había habido cambios en su relación, aunque Sirius no perdía la esperanza. Estaba seguro de que al menos él no se quejaría de aquel arreglo. Si Remus lo hacía, Sirius siempre podía dormir en el sofá en forma de perro, algo que ya había hecho habitualmente en el pasado. Tal y como estaban las cosas, tenía una sorpresa para ambos hombres que esperaba que les hiciese la vida más sencilla a ambos. No podía esperar a verles.

–No puedo creer que te casaras con el profesor Snape, Harry –exclamó Fred, mientras él y George depositaban los baúles en el dormitorio de Ron.

– ¿Qué tal es, compañero? –Preguntó George fingiendo horror– ¿Te envenena cada noche con sus pociones apestosas?

–No te preocupes, Harry –continuó Fred– Tenemos todo tipo de productos nuevos para probar en él cuando llegue.

– ¡Ni se os ocurra! –protestó Harry, sorprendiendo a ambos chicos.

–Sí, chicos –corroboró Ron– Imaginaos la horrible venganza que se tomaría en Harry si os pasáis mucho.

Los dos gemelos se estremecieron.

–No me refería a eso –exclamó Harry exasperado, recolocándose las gafas nariz arriba con firmeza– Ya fue bastante complicado lograr que accediese a venir por Navidad... Si le fastidiáis, nunca volverá a hacerlo.

Los tres chicos Weasley detuvieron sus actividades y miraron a Harry, confusos.

–Eh, Harry... ­empezó a decir Ron– eso no sería... uhm... ¿bueno?

Harry alzó la vista al techo, molesto.

–No, venga, fiaos de mí por una vez... Ha sido agradable conmigo. Prefiero seguir llevándome bien con él antes que volver a cómo estaban las cosas antes. Es... bueno, él es... ya sabéis...

– ¿Agradable? –preguntaron los tres a la vez.

–Sí –asintió Harry– Confiad en mí, ¿vale?

Los tres hermanos se miraron entre sí, confusos, y luego se encogieron de hombros:

–Si tú lo dices, Harry... –dijeron.

– ¡Harry! –dos pelirrojos más entraron a empujones en el diminuto cuarto de Ron, y segundos más tarde Harry se encontró siendo abrazado de forma entusiasta por Bill y Charlie a la vez. Saludaron a Ron también, pero ambos parecían mucho más interesados en la alianza dorada que Harry llevaba en su dedo.

–Por lo que he oído, un poco más y te casas con uno de nosotros –bromeó Charlie. Harry se encontró sonrojándose ante la idea. Se preguntó si su vida sería muy distinta en caso de haberse casado con Bill o Charlie.

La Piedra del MatrimonioWhere stories live. Discover now