41.- "Luz y oscuridad"

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Caminaba con porte erguido y las manos sujetadas atrás de su espalda, aunque no podía ver, sentía las presencias a su alrededor y asentía ligeramente con la cabeza al encontrarse con alguno de sus hermanos. De pronto se detuvo, la esencia frente a él era distinta al resto, podía percibir el ímpetu que emanaba de esa oscura figura, pero a la vez una acogedora sensación.

—Buen día, Baldor —mencionó Zaran de manera jovial.

Baldor podía seguir el rastro de Zaran como si se tratase de un hilo de energía que los conectara, el cual tomaba forma conforme se acercaba. No recordaba su aspecto con claridad, ya que lo vio solo una vez, un breve instante y en circunstancias que prefería olvidar. Aunque sentía la energía de todos los seres a su alrededor, la sensación que le provocaba la cercanía de Zaran, así como la definida forma que se creaba en su cabeza, le desconcertaban.

El resto de Albas aun experimentaban un poco de temor en presencia del Nigrum, más aun aquellos que fueron liberados de su esclavitud. Zaran podía sentir su recelo y lo justificaba, no se ofendía por ello, ya que al estar en su situación, quizás actuaría de la misma manera. Solo Baldor se acercaba a él, aunque también había resultado herido por su culpa, no le temía.

Conversar con el joven Alba mientras degustaban una bebida caliente, ayudar con la limpieza, los turnos de vigilancia, inclusive con la preparación de los alimentos, resultaban actividades agradables. La tribu Alba Cornu llevaba una vida pacífica, se conectaban con la naturaleza, dedicaban bastante tiempo a la lectura y escritura, a la creación de nuevos productos. Eran seres teóricos y espirituales, se rehusaban a los conflictos y batallas. Los Nigrums tenían facilidad para engañar, pero los Albas poseían la habilidad de ver en el interior de los corazones. El joven de alas negras reflexionaba sobre la sabiduría de los Dioses al colocar esa poderosa habilidad en las manos correctas, en los seres más puros de Alteria. Algo con lo cual podrían protegerse, pero que no era suficiente contra quienes fueran implacablemente hostiles. De cierta forma, Zaran se sentía con el deber de protegerlos, por ello apoyaba en lo que fuese necesario.

El joven de alas negras estaba acostumbrado a ser un centinela en el turno nocturno, le era más cómodo de esa manera, ya que prefería la oscuridad, podía proteger a la tribu y, al dormir durante el día, los Albas no se sentirían intimidados por su presencia. Durante la noche, el lugar era todavía más apacible, disfrutaba del sonido del agua en movimiento, de la refrescante brisa que movía las hojas de los árboles que, al desprenderse, danzaban entre las viviendas, armonizando con las luces que hacían de la vista algo majestuoso. Tenía la impresión de encontrarse en el regazo de los Dioses, pues la aldea de los Alba Cornu era tan perfecta, tan acogedora, como ningún otro lugar en el que hubiese estado.

Escuchó el sonido de pasos aproximándose a la base del árbol, bajó su mirada y se dio cuenta que se trataba de Baldor quién sostenía una cesta del lado izquierdo y una lámpara con la mano izquierda. Se dejó caer de una gran altura sin utilizar sus alas para aminorar el descenso.

—¿Estas bien? —preguntó Baldor.

—Por supuesto, ¿por qué pensarías lo contrario? —Adoptó una postura erguida.

—Es solo que no sentí el aleteo y la caída fue larga.

—No soy tan débil —Soltó una leve risa—. Además, el fuerte viento podría haberte asustado, incluso llevarse la venda de tus ojos.

Baldor inclinó su mirada hacia a un lado, sentía la amabilidad del Nigrum, pero al mismo tiempo le avergonzaba su debilidad. Hizo a un lado ese sentimiento para acompañarlo un poco durante su vigilancia nocturna, llevó alimentos que preparó él mismo, los cuales Zaran degustó encantado y mostró su agradecimiento. Se aproximó al joven Alba, observó con detenimiento la tela que cubría sus ojos y reflexionó sobre ello.

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now