11. "Acuerdo"

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Los tenues rayos del sol se adentraron por las ventanas de la gran habitación. Esa sutil luz natural molestó a Valtrana un nivel que jamás lo había hecho, fue como si quemara sus parpados, debido a que el lugar donde durmió estaba colocado cerca de la ventana, justo donde toda la luz coincidía. Al incorporarse, se quejó de dolor muscular, arrugó el ceño y fue directo al aseo para refrescarse. El agua en su rostro fue agradable luego de una mala noche de sueño, Valtrana se sentía muy cansado, a pesar de no haber llevado a cabo ninguno de sus planes con respecto a su noche de bodas. Valtrana se miró en el espejo y al hacerlo emitió un grito al apreciar su rostro cansado y apagado.

El fuerte sonido de su voz fue suficiente para despertar a Luciel, pero se sentía tan cómodo en la suavidad del lecho sobre el que se encontraba recostado que se giró para seguir disfrutando de ello. Tardó unos segundos en percatarse que esa no era su cama, dado que la suya era muy dura, casi como dormir sobre una roca y en la que se encontraba parecía una esponjosa nube, fue esa diferencia lo que hizo que se incorporara asustado.

Luciel miró a su alrededor, la enorme y primorosa habitación, de inmediato recordó lo sucedido el día anterior y se sintió devastado por la realidad, preferiría no haber despertado nunca, pero ya no había marcha atrás. Luciel apoyó su cabeza contra sus rodillas y cerró los ojos para pensar, pero no tuvo el suficiente tiempo, Valtrana había salido del cuarto de baño.

—Ya despertaste —dijo Valtrana al ver a Luciel con la mirada baja.

Luciel volteó a verlo, pero le desconcertó una mezcla blanca que cubría el rostro del príncipe.

—¿Qué es eso en tu cara?

—Esto es lo que tengo que usar por tu culpa. Pasé una mala noche y mi cara no se veía como siempre —respondió el príncipe.

—¿Y tienes que ponerte eso?, que no sé lo que es.

—Es un remedio que me sugirió Anya, mi estilista. Lo único malo es que casi no puedo mover mi cara —mencionó entre dientes.

Valtrana no permitía que nadie lo viera con un rostro apagado o utilizando esa pasta espesa sobre su piel, pero le restó importancia a ser visto por Luciel debido a la situación en la que ambos se encontraban. Para Luciel todo parecía un mal chiste, Valtrana no tenía ninguna cualidad aparente, era un ser patético que no merecía estar en el trono. Valtrana limpió su rostro, el cual recuperó su buen aspecto y se vistió sin la ayuda de sus doncellas.

Luciel se miró a sí mismo y también se percibió patético, no podía seguir vistiendo ese atuendo femenino, así que le pidió a Valtrana que le prestara algo más, pero el príncipe se negó argumentando que lo que traía puesto le quedaba bien y que solo tenía vestidos para que vistiese. Luciel se sintió ofendido, se cansó de esa actitud irónica y de la tela que llevaba encima, así que comenzó a desvestirse.

—¿Qué haces? —exclamó Valtrana.

—Quitarme esto —Luciel descubrió su torso.

—Detente —Valtrana apartó su mirada obstaculizando su campo visual con la mano —. No puedo ver el rostro de mi dulce ángel con el pecho de un hombre.

—Es ridículo —expresó Luciel molesto.

Luciel le solicitó una muda de ropa para evitarle una vista desagradable, Valtrana se dirigió a un gran armario de madera oscura que se encontraba a unos pasos de distancia y al abrir sus puertas solo se observaba vestimenta femenina, misma que Valtrana había escogido para la que sería su compañera.

—Es lo único que hay —dijo Valtrana señalando las prendas.

—¿Es la verdad o te estas burlando de mí? —preguntó Luciel.

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now