43.- "Rivalidad, egoísmo y sentimientos heridos"

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A diferencia de la capital de Sylverant, sus subordinados lo honraban. La sola mirada de Siran les hacía sentir escalofríos recorriendo su cuerpo. El primer príncipe era de escasas palabras y una mirada indescifrable, no titubeaba en arrebatar una vida si su existencia le fastidiaba o no era de utilidad para los planes del rey. Su pasado le formó una dura coraza, no quería defraudar a su padre y repetir la historia, por lo que en ocasiones sus acciones se tornaban extremas.

Las bestias aladas finalmente habían llegado a Kudúh, territorio controlado por el príncipe Siran Akfor. Los hombres infiltrados en Erdine tuvieron problemas para trasladar a esas criaturas debido a la excesiva vigilancia en la región de Xohel y Lioden sobre la cordillera de Lehibe, la cual era la frontera entre ambos reinos. Escucharon sobre la ausencia del general Balor y esa fue su única oportunidad para regresar a su tierra con el encargo. Siran llegó a tiempo para recibirlos y asegurar que la misión hubiese sido cumplida íntegramente.

El viento sopló con fuerza levantando la árida arena, el hombre que tenía ambas manos sobre la cuerda con la que sujetaba a una de las bestias, quitó una de ellas para cubrirse los ojos y continuar hacia adelante. Fue entonces que el Grifo agitó con tal fuerza sus alas que logró zafarse de sus ataduras. Se trataba del Grifo que capturaron con mayor dificultad, si se elevaba un poco más, no podrían retenerlo.

Siran soltó sus armas y le quitó la soga al soldado, corrió velozmente, dejando una tormenta de polvo tras él. Saltó lo más alto que pudo para tomar la cuerda que estaba atada al cuello del Grifo y se dejó caer con todo su peso hacia el lado contrario, haciendo que la bestia alada descendiera y azotara con fuerza en el suelo. Sin sacudir su vestimenta, de inmediato amarró con firmeza las garras del Grifo y lo jaló de la cuerda en su cuello para llevarlo arrastrando de regreso. Se detuvo para recoger sus armas y colocarlas de nuevo alrededor de su cintura. Continuó caminando y le entregó la soga al subordinado, él bajó la cabeza implorando su indulgencia. Siran lo miró en silencio y se dirigió hacia el palacio para concluir con el arribo. El rey de Sylverant no se distinguía por su benevolencia, pero sí por ser justo y reconocer la fortaleza de los suyos. Por su parte, el primer príncipe reconocía la intención en las acciones, aunque no emitía palabras dulces, mostraba clemencia ante aquellos errores que carecían de un propósito maligno.

La desventaja de Sylverant frente a Erdine no radicaba en la fortaleza de sus hombres, sino en el número de efectivos que podrían acceder por la cordillera de Lehibe. No solo porque Sylverant era un territorio de difícil tránsito, plagado de bestias voraces del desierto. Además, el ejército que custodiaba la frontera de Erdine estaba integrado por los más capaces soldados bajo el mando del General Jurian Balor en la ciudad de Xohel y por la Capitana Taurine Elynbrigge en Lioden. Por ello, Siran había estado analizando los movimientos de ambos, poniendo especial atención en Jurian, pues sus estrategias y dotes de mando le parecían admirables. Fue así como encontró una manera viable y le otorgó un magnífico plan a su padre, aunque tardío, los favorecería en un futuro próximo.

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Valtrana [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora