1.- "El primer latido" (Pov Valtrana)

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Ser un príncipe no es tan maravilloso como lo imaginan, debes ser casi perfecto, estar impecable en todo momento. Ser poseedor de una agraciada apariencia, tener gallardía, buenos modales, una radiante y seductora sonrisa, seguir firmemente las reglas impuestas por tus padres y nunca desafiar su autoridad. Podría pensarse que se tenían muchos beneficios con mi posición, no lo negaré, si los había, pero no tantos como quería. Debido a mi gallardía, maravillosa personalidad y gran posición, todos se acercaban a mí encantados; podría tener a la chica que quisiera, aunque a la vez no era así, podía cortejar a toda doncella que encontrara en mi camino, pero jamás podría tomarla para una relación seria, ya que mis padres no me lo permitirían. Desde muy pequeño me enseñaron que solo podía desposar a una mujer con alta posición, y no a cualquiera, sino la que ellos consideraran digna de mí.

Desde el momento en que abrí mis ojos, mi heterocromía provocó fascinación en quienes me rodeaban, decían que había sido ungido por los Dioses, que poseía la luz del día y la oscuridad de la noche, el azul y el dorado de ambas lunas en la mirada. Al ser el primogénito del rey y, por ende, heredero de la corona, nadie me veía por lo que era realmente, solo miraban lo que me rodeaba y lo que podían obtener de mí. Mi título, otorgado desde el nacimiento, me indicaba que era un príncipe, mi formación y apariencia lo reafirmaban todos los días, pero solo me consideraban eso, una cara bonita con excelente posición social nada más. Quería jugar bromas, reír sin contenerme, ir a donde quisiera sin que a mi alrededor se formara una multitud de personas impidiéndome caminar, arrugar mi cara si algo no me gustaba, estar desaliñado si me apetecía y sobre todo que quienes se me acercaran lo hicieran por mi verdadero yo. Las normas de etiqueta y el protocolo real me impedían ser como quería, como toda mi naturaleza iba en contra del linaje familiar, opté por moldear un poco mi esencia hacia lo que se consideraba correcto.

Representaba muy bien mi papel de príncipe encantador, esa falsa identidad que cree para poder complacer a mis padres y a las personas que me rodeaban. No fue fácil aparentar ser un príncipe competente, mis habilidades en el manejo de la espada eran insuficientes casi lamentables, aun así, trataba de salir bien librado de las situaciones que se me presentaban, simulando ser portentoso en lo que no era.

Era un joven inmaduro y sin convicción de 19 años que fingía ser lo que desde antes de mi nacimiento me había sido conferido. Me acostumbré a causar admiración en los demás, a recibir constantes elogios y falsas muestras de afecto. En pocas palabras me acostumbré a ser el centro de atención, la idea de que todos somos actores en el gran escenario de la vida se arraigó en mi cabeza, y al final creí mi propia farsa. De las pocas cosas que realmente disfrutaba era salir de las murallas del castillo para surcar los cielos de Caddos, capital de nuestro próspero reino Erdine, montado en mi majestuoso y fiel Pegaso Sephyr.

Usualmente salía a pasear solo, disfrutaba sentir el refrescante viento en mi rostro, el silencio de la soledad, esa emocionante sensación de libertad que experimentaba por breves instantes. También me divertida salir acompañado de mi mejor amigo o de mi pequeño y único hermano. Jugar, ver a los mercaderes y artesanos trabajar en sus talleres elaborando los productos que vendían, disfrutar de la comida fuera del castillo, divertirme con las actuaciones ambulantes y recorrer cada rincón de Caddos, eran algunas de las actividades que realizábamos juntos. No podía alejarme mucho del castillo, así que pocas veces iba más allá de la meseta en la que se encontraba construida nuestra fortaleza. Cuando lograba escaparme trataba de hacerlo inadvertido, pero era como si el sol saliera de noche y nadie se diese cuenta, eso era algo imposible, mi llamativa apariencia no podía ser ignorada fácilmente.

Un día mis padres me anunciaron que estaba en edad de contraer matrimonio, de hacerme un hombre responsable para el futuro. En ese momento pensé que me dejarían elegir a mi compañera de vida, pero no fue así, por razones diplomáticas habían llegado al acuerdo que desposaría a la princesa de un reino vecino.

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now