61.- "La ciudad amurallada [Parte 3]"

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El pequeño sumergía la punta de la pluma en la tinta y luego la deslizaba sobre el lienzo blanco. Trazaba líneas curvas y rectas, todo del mismo color oscuro, centraba su atención en los detalles, manteniendo una postura erguida con los brazos apoyados en la mesa de madera. Abstraído por completo de la realidad que no escuchó cuando llamaron a la puerta en repetidas ocasiones. La doncella se adentró en la habitación para informarle al pequeño que su profesor de ciencias y filosofía lo estaba esperando. Lucalus se encorvó sobre el escritorio, sus cejas se unieron hacia arriba en el centro y presionó sus labios, quería terminar su dibujo antes de hacer cualquier otra cosa. Dejó los materiales sobre la mesa para buscar sus libros.

—¿Qué es esto, su alteza? —preguntó la doncella al ver lo plasmado en la hoja.

—No lo sé, lo vi por la ventana —respondió al encontrarlos.

—Ahora dibuja aves en lugar de flores.

—Si vuela, entonces es un ave —Tomó sus libros para dirigirse hasta la sala de estudio con un semblante reflexivo.

Lucalus solía dibujar las flores que veía en el invernadero y jardines del castillo real, en especial las de color azul o turquesa. Hubo momentos en que dibujó a Colibrí porque su apariencia era similar a la de una flor, así como a su mascota y algunos animales pequeños. A pesar de su corta edad, era bastante bueno en ello, le gustaba plasmar todo lo que le pareciera bello e interesante. En el boceto, no había más colores que el negro, los trazos distaban de una planta o animal, aunque se veía similar a un ave, su tamaño era excesivo, así como sus enormes alas negras. La doncella consideró que tal creación era producto de la vasta imaginación propia de un niño, pues le era imposible creer que una criatura como esa existiera en el reino.

 La doncella consideró que tal creación era producto de la vasta imaginación propia de un niño, pues le era imposible creer que una criatura como esa existiera en el reino

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El príncipe se había despertado muy temprano, no podía conciliar un sueño largo y reparador si dormía solo. Quería caminar por los alrededores del palacio, pero los guardias instalados por orden del general Balor no le permitían alejarse. Optó por quedarse en el interior del palacio, así que fue a la biblioteca, donde se encontró con documentos interesantes que captaron su atención. Al revisar los registros del palacio real en Xohel, Valtrana observó que, al ser un territorio amplio y fértil, Erdine había sido invadido con frecuencia en la antigüedad. Los registros que pasaban a cada soberano de la familia Aurión eran testigos vivientes de ello. Durante su viaje descubrió que la aristocracia, en particular la facción del rey, apuntaba a ser la causante de toda la discriminación y penurias hacia los Elfos y Blu-Elfs, pues no aceptaban a esos seres como sus iguales, para ellos eran como criaturas salvajes con las cuales no querían mezclarse. Quedaba bastante claro que no estaban dispuestos a ceder su territorio ni recursos, quizá por eso su padre y antecesores se mostraban implacables con los extraños. Sin embargo, debía existir algún otro motivo y no quería sacar conclusiones apresuradas, además, faltaban partes en los libros que revisó. Perdió la noción del tiempo y ya era momento de tomar el desayuno, así que fue hasta el comedor donde ya se encontraba el joven esperándolo. Los ojos de Luciel evidenciaban que, al igual que el príncipe, pasó una mala noche, aunque ambos se cuestionaron al respecto, ninguno fue sincero en su respuesta.

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