16.- "El hogar de los Grifos" [Parte 1]

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Tras las miradas juiciosas, Luciel se adentró en la tienda y al hacerlo observó a Valtrana que mudaba de ropa, de forma instintiva Luciel se giró para no verlo, pero al instante su acción le pareció irracional ya que lo había visto desnudo recientemente y varias veces más.

—«Esto es absurdo, ambos somos hombres...» —pensó Luciel al mirarlo de nuevo —«Tal vez esta ropa y el fingir ser una mujer me confunden».

Cuando Valtrana terminó de vestirse dejó un atuendo acomodado sobre el lecho y le indicó a Luciel que lo usara, con esa sonrisa que denotaba burla. Luciel no se quejó, en silencio se acercó al príncipe para apreciar lo que debía vestir ese día y emitió un suspiro.

—Vamos, te quedará bien, tengo un buen gusto —dijo Valtrana al apoyar su mano en el hombro de Luciel.

Luciel apartó la mano del príncipe con la suya y no retrasó más lo inevitable. Valtrana se colocó los guantes, como siempre solía hacerlo cada mañana y Luciel se percató de ese pequeño detalle.

—¿Por qué siempre usas guantes? —preguntó el joven Vawdrey.

—Bueno, además de que combinan con mis atuendos, es para evitar el contacto directo con superficies sucias o con otras personas.

—¿No te gusta tocar a las personas?

—Si no hay necesidad, no.

—¿Nunca has tocado con las manos a otras personas? —Luciel insistió.

—Tal vez cuando era más pequeño, no lo sé. ¿A qué viene el interrogatorio?

—Pero tú... —Luciel se detuvo a pensar en lo sucedido en el río y en todos esos momentos en que lo había tocado sin tener los guantes puestos —. Nada.

Olvidaba por momentos que las mentiras formaban parte vital en la vida de Valtrana, sin embargo, ni siquiera el príncipe no se había percatado de lo que había hecho, dejando a un lado su hábito. Al encontrarse reflexionando sobre ello, Valtrana se acercó a Luciel y acomodó el moño del vestido a la altura del pecho, ese movimiento hizo que Luciel recobrara el sentido de la realidad, su vergüenza aumentó cuando Valtrana se colocó detrás de él para arreglar su cabello, ya que en ese viaje se había propuesto que solo él atendería a Luciel para disminuir los riesgos de ser descubiertos.

El aroma que desprendían los cabellos de Luciel era similar a un campo de lirios silvestres, Valtrana aspiró ese delicado aroma a la vez que entrelazaba sus dedos en los finos cabellos oscuros, aunque él no podía sentir esa suavidad ya que la tela que cubría sus manos no se lo permitía.

—¿Por qué dos coletas? —preguntó Luciel al mirar su reflejo.

—Porque creo que lucen bien en ti con el atuendo que elegí, además de que me parece un peinado cómodo para seguir con el viaje —respondió Valtrana.

El joven de cabello oscuro no replicó ante el argumento del príncipe, sin embargo no podía dejar de incomodarle el tenue color rosa del vestido, Luciel prefería los colores oscuros, y los tonos tan claros que Valtrana escogía con frecuencia para él le causaban ruido en su cabeza. Luego de tomar el desayuno, los sirvientes prepararon todo para continuar con el viaje, Luciel podía sentir la mirada de todos ellos, imaginaba que lo visto por aquel hombre había llegado a oído del resto y eso le causaba una gran incomodidad, una que era visible para Valtrana.

—¿Qué sucede? —preguntó el príncipe.

—¿De qué hablas?

—Bueno, tu cara no me gusta nada —dijo Valtrana. Las cejas de Luciel se contrajeron y giró su cabeza hacia el lado contrario —. Quiero decir que estás haciendo un gesto muy raro

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now