72.- "Invadidos por pensamientos parásitos"

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Las tropas enemigas se habían infiltrado con antelación para analizar el estatus de las defensas de Erdine, las cuales se ocultaron como simples bandidos. Además, contaban con un informante de la facción del rey, por lo que su invasión fue más secreta y ordenada, en una semana lograron marchar desde la cordillera de Lehibe hasta las cercanías de la capital sin ser advertidos por los caballeros de la Guardia Real. Quemaron cosechas y envenenaron el agua del río para distraer a las fuerzas restantes, aunque era evidente que se darían cuenta de sus acciones, para ese momento sería demasiado tarde, pues la cabeza del rey adornaría una estaca en la entrada de Caddos.

Al mismo tiempo que estos acontecimientos sucedían, el escuadrón comandado por el general Balor partió de Xohel hacia los bosques de Lioden, rastrearon pistas desde los túneles y continuaron su recorrido con base en ellas. En su camino se encontraron con aldeas, ciudades y asentamientos devastados, cada rastro conducía a otro, trazando en el mapa una evidente línea hacia la capital. Había algo en los ataques que llamaba fuertemente la atención de Jurian. El grupo hostil no saqueaba por completo los lugares, dejaban algunos víveres a los lugareños, no violentaban a las mujeres ni a los niños, incluso perdonaban la vida de la mayoría de los hombres, solo sometían a los que oponían resistencia y asesinaban a los soldados.

A pesar de que las personas se refirieron a ellos como un salvaje grupo de bandidos, Jurian intuía que se trataba de tropas militares enemigas. Sin embargo, no se comportaban como tal, los relatos de los lugareños coincidían en un hombre que cubría la mitad inferior de su rostro y portaba una singular espada rota como el jefe del grupo. La curiosidad de Jurian no hizo sino aumentar, así que movilizó sus efectivos con diligencia para avanzar y poder encontrarse con el grupo enemigo. Inesperadamente, sus efectivos militares aumentaron al reunirse con la capitana Elynbrigge, quien había iniciado la marcha hacia la capital por un mensaje del príncipe heredero recibido a través del portal en el emblema.

Leofris llamó de nuevo a los guardias encargados de traer y encerrar al hombre que había corrompido a su hijo, los mismos que vieron la demostración de afecto entre ellos

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Leofris llamó de nuevo a los guardias encargados de traer y encerrar al hombre que había corrompido a su hijo, los mismos que vieron la demostración de afecto entre ellos. Tras cerciorarse de que no comentaron con alguien más su especial cometido, el rey levantó una espada afilada para rebanar sus cuellos. Tiró el arma ensangrentada cerca de los cadáveres, se limpió las manos con un pañuelo de seda y le ordenó a su consejero que limpiara el desastre. Ningún otro sirviente tenía conocimiento de la traición del príncipe heredero, ese secreto debía permanecer entre ellos; el rey, la reina, la concubina y el consejero. Al dirigirse a los aposentos de la reina, Leofris fue abordado por su concubina, quien pretendía obtener la confirmación de sus sospechas, aunque estaba reacio, terminó por confesarle la detención de ambos jóvenes. Lo mismo hizo con Hesda, en ambas ocasiones el rey omitió el pacto de sangre referido por Valtrana, ya que pocos conocían el alcance de las maldiciones hechas por Elfos y otros seres no humanos, tan bien como cada soberano que Erdine había tenido.

—Estoy cansado, Waldrion —Tocó su frente con la mano-. Desde el primer momento que lo sostuve entre mis brazos supe que él era especial. Decidí no tener más hijos para que tuviera la tranquilidad y felicidad que yo no tuve, pero me equivoqué tanto que ahora estoy pagando las consecuencias de mi benevolencia.

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now