27.- "El rey de los dragones"

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El soberano estaba angustiado y colérico, anunciaba decisiones impulsivas que Waldrión debía corregir. Leofris pretendía concentrar a la mayoría de sus soldados en la zona costera para encontrar a su hijo lo más pronto posible. Sin embargo, tanto su consejero como su segunda esposa le hicieron desistir de esa decisión, ya que sería dejar en un peligro inminente a todo el reino. Con la cabeza un poco más fría, Leofris reorganizó a sus caballeros, envió a Gilbert Gifford hacia la región de Soran, el lugar más cercano donde podría encontrar pistas sobre el paradero del príncipe. Por lo que el lugar de Gilbert sería ocupado de momento por el capitán Boyd Williams. Aunque para Leofris su mejor elemento era el general Balor, no podía retirarlo de la zona fronteriza con Sylverant, pues encontrar un sustituto digno de su capacidad no sería tarea fácil, quizá requeriría demasiados elementos y terminó por descartar esa opción, a pesar de la insistencia por parte de su segunda esposa. Finalmente, el rey envió un gran número de efectivos para inspeccionar desde Velik hasta Soran, una extensa zona donde debía encontrarse su primogénito y esposa. Gilbert hizo a un lado su encomienda personal para cumplir con el vital cometido de encontrar vivo a Valtrana. Además, se destinó una excepcional cantidad de recursos para la labor de búsqueda, una información que dentro de poco llegaría a oídos de Rakard.

—«Si Val estuviera solo, me preocuparía, pero está con él... y por alguna razón presiento que se encuentran a salvo» —reflexionaba Gilbert rumbo a la ciudad de Soran.


Luciel se disponía a dormir cuando la puerta de su habitación se abrió. Valtrana había ingresado sin invitación de nuevo, vestía una prenda blanca, holgada y con detalles dorados, la cual revelaba gran parte de su pecho. Luciel volteó a mirarlo y su vista se quedó clavada en esa piel que quedaba al descubierto.

—Bonita, ¿no es así? —dijo Valtrana al percatarse de la mirada de Luciel —. Además es muy cómoda, debo llevar algo como esto cuando regresemos.

—Está demasiado expuesta y eres muy sensible al frío —replicó Luciel.

—Creo que es perfecta y no soy sensible al frío —contradijo, pero la mirada de Luciel le hizo comprender que no mentía —. Si ese fuera el caso, tengo a mi Luci para brindarme calor —le guiñó el ojo.

—En primer lugar deja de decir "mi Luci" porque no soy nada tuyo. En segundo no deseo compartir la cama contigo —Valtrana lo ignoró y se acercó a él —. ¿Acaso no escuchas lo que digo?

—Tu negativa no tiene sentido, ¿temes que pueda hacerte algo? —Valtrana se burló.

—No seas absurdo, tan solo te quiero lejos de mí, al menos mientras estemos en este lugar.

—Tu rechazo me lastima. Eres mi esposa y amigo, así que no me iré —Valtrana se metió bajo las sábanas para recostarse.

—«Amigo...» —esa sola palabra destruyó las barreras de Luciel.

En el fondo, Luciel anhelaba tener un amigo, ya que debido a su frágil apariencia siempre estaba a la defensiva y crear ese tipo de relación con otro joven no había sido posible. Al conocer a Valtrana aspiró a su reconocimiento, al igual que el del capitán Gifford, pero tras todas las confusiones sus vínculos se torcieron al punto de no poder dar un nombre a su relación. Aunque las palabras de Valtrana fueran falsas, quiso creer por un momento en él y se recostó sin queja alguna. El príncipe tomó esa acción como una aprobación, se acercó a Luciel y lo abrazó, colocando su cabeza en el espacio entre el cuello y la cabeza.

—Sabía que mi Luci me quiere, aunque no lo admita —susurró Valtrana al oído.

El rostro de Luciel se tiñó de un rojo intenso y su corazón golpeaba con fuerza su pecho. Apartó las manos de Valtrana con la advertencia de que no se le acercara. Valtrana sonrió y accedió de momento a su petición, ya que durante la noche solía acercarse inconscientemente a Luciel en busca de su aroma y calor. En sus sueños, Valtrana se sentía en un campo de lirios, con una embriagante fragancia que lo envolvía y seducía su sentido. Estrechó con fuerza aquello que sus brazos sostenían para impregnarse por completo de esa encantadora esencia, ignorando lo que decía desagradarle. Luciel despertó tras sentir la presión que Valtrana ejercía en su cuerpo y apartó sus brazos.

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now