Valtrana [BL]

48.-"Expedición a la frontera de Soran"

Durante las noches, Zaran había sustraído objetos de mediano valor para entregárselos a los Nigrums que lo vigilaban, puesto que en la oscuridad se volvía más sigiloso y podía mezclarse con las sombras, además, sentía como si el velo nocturno ocultara un poco su vergüenza. Sabía que estaba traicionando la confianza de la reina y los Albas, pero en su consciencia pesaban aún más las mentiras que le decía a Baldor.

—¿Es todo? —expresó un Nigrum de forma áspera y Zaran asintió—. Tal parece que te niegas a cumplir con las órdenes del amo Risha. Si para mañana la cantidad y el valor no aumenta, despídete de tu Alba ciego —Desplegó sus alas y se elevó hasta perderse en la oscuridad del firmamento, al igual que otros dos de sus hermanos alados.

Zaran presionó la mandíbula y ambos puños. Se sentía impotente, además, detestaba la manera en que se referían a Baldor, así como la facilidad con la que podrían arrebatarle su vida. En su camino de regreso, observó las luces de la aldea y bajó la mirada, se consideraba indigno de pisar tan sagrado lugar. Se elevó hasta la rama más alta de un robusto árbol, con la intención de pasar la noche en ella. Todo estaba tranquilo, hasta que una nívea figura se desplazó por el puente más alto de la aldea. Aunque estuviese a una gran distancia, podía verlo con claridad, los Nigrums poseían una excelente vista durante la noche. El joven Alba se orientaba de un lado al otro, a pesar de que no pudiera ver, podía percibir con sus otros sentidos y daba la impresión de que buscaba a alguien.

El Nigrum imaginó que se rendiría pronto y se iría a descansar, pero Baldor se mantuvo en ese lugar por bastante tiempo, esperando con un semblante decaído. Pese a que no estaba por completo seguro de que era él a quién buscaba, Zaran no podía permanecer indiferente ante ello, tampoco ante sus propias emociones. Descendió suavemente del árbol para llegar hasta él, con la sola brisa nocturna entre sus alas. Baldor retrocedió un paso al percatarse de lo cerca que estaba, a la vez que sonreía aliviado,

Sentía el anhelo de devolver la luz a sus ojos, pero a la vez le restaba importancia, puesto que el Alba no padecía por ello. Se había acostumbrado perfectamente, además, esa privación no demeritaba su ser ni su aspecto, por el contrario, le otorgaba un aura mística a Baldor que resultaba absolutamente seductora a los ojos de Zaran.

Ambos solían cenar juntos, pero en esa ocasión, Zaran permaneció en los aposentos del Alba para degustar un té luego de tomar la cena, puesto que la estancia le resultaba tan acogedora que podía pasar horas en ese lugar. Como si una vela se hubiese encendido en una profunda oscuridad, observó sobre una mesita el emblema que el príncipe le había otorgado a Baldor, el cual estaba conectado con el de él mediante un portal mágico. Al terminar sus bebidas, Zaran le expresó que se quedaría hasta que conciliara el sueño, una acción que inquietó al Alba, aunque no existía una mala intención detrás de sus palabras, le costaba recuperar la calma.

La conciencia de los Albas no pesaba, por lo que podían conciliar el sueño con facilidad, incluso eran muy disciplinados con sus periodos de sueño y vigilia, como si sus cuerpos estuviesen programados. A pesar de la intranquilidad que la presencia del Nigrum le provocaba, cayó profundamente dormido. Zaran estaba a su lado, observándolo hasta que su respiración se volvió suave, en ese momento, entrelazó los dedos entre sus finos y claros cabellos para llevarlos hasta sus labios. Se puso de pie y agarró el emblema, se disculpó en silencio por tomarlo sin permiso, pero lo necesitaba. Se escabulló hasta sus aposentos y, en un pequeño pergamino, escribió un breve mensaje dirigido a Valtrana. Tocó el artefacto para abrir el portal y envió su mensaje.