29.- "Un nuevo disfraz"

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El agua caliente le hizo recobrar su energía, observó sus extremidades y todo parecía en perfecto estado. La habilidad sanadora de los Albas resultaba increíble para Luciel. Tocó con su mano la espalda a la altura del hombro, recordó las palabras del rey Dragón con respecto a esa marca que para él no tenía mayor significado. Continuó secando su cuerpo y cabello cuando escuchó ruidos provenientes de la estancia, salió del cuarto de baño y se encontró con Valtrana invadiendo su espacio. A pesar de que el príncipe tenía su propia habitación, pasaba la mayor parte del tiempo en la de Luciel, lo que le resultaba incómodo e innecesario.

—Te veo muy tranquilo luego de lo que nos han dicho —mencionó Luciel al observar lo despreocupado que el príncipe bebía té.

—Mientras lo mantengamos en secreto podemos continuar como si nada hubiese sucedido —respondió Valtrana con calma.

—¿Acaso no te afecta?

—Si nadie en el reino lo sabe, no es trascendente.

—Olvidaba que solo te importan las apariencias —Le dio la espalda para terminar de secar su cabello.

—Prefiero la admiración por una mentira que la decepción por la realidad —Valtrana se levantó para acercarse a Luciel y colocó las manos en sus hombros —. Me encantaría ver a mi ángel mudar de ropa, pero recordar lo que hay debajo de la tela me crispa los nervios —se rió y salió de la habitación.

Luciel movía la cabeza hacia los lados, Valtrana hacía su papel de príncipe sagaz y encantador a la perfección que siempre lograba confundirlo. Sin embargo, su verdadera naturaleza le parecía retorcida y su comportamiento errático le provocaba dolores de cabeza. Agradecía a los Dioses que su hermana no padeciera al lado de alguien así, prefería continuar con el peso de esa carga que él mismo había creado, oraba porque Lucina estuviera a salvo y regresara cuando el plazo estuviera por terminar.

Valtrana caminaba sobre un puente de madera con la mirada fija en el estanque, cuando observó el reflejo de una sombra acercándose con rapidez y elevó su mirada al cielo. Zaran creó ráfagas al descender cerca de él, en el instante que sus pies tocaron la superficie, se apoyó en su pierna derecha y colocó la rodilla izquierda al ras del suelo.

—Perdone mi rudeza, príncipe Valtrana —expresó Zaran.

Le indicó que levantara la mirada, tras hacerlo, un pequeño ser salió de inmediato entre los ropajes del Nigrum. El vuelo de Colibrí era inestable, la velocidad con la que Zaran se desplazaba fue demasiado para la pequeña hada. Con dificultad logró llegar hasta el pecho de su amo, quién la sostuvo con cuidado en su mano izquierda. Valtrana estaba sorprendido de la presencia de Colibrí, pero a la vez dichoso de tenerla de nuevo consigo. Con el dedo índice acarició ese pequeño rostro y fue como si su malestar se hubiese esfumado, se mostraba efusiva al estar cerca de él y apreciaba esos rasgos que tanto la cautivaban.

El príncipe le dedicó hermosas palabras con su encantador tono de voz que relajaron a Colibrí. Disponía del tiempo justo y necesitaba saber los detalles de la encomienda de Zaran, así que el príncipe regresó a los aposentos de Luciel en compañía del Nigrum para conversar con comodidad. En el interior de la habitación también se encontraba Baldor y Valtrana le permitió quedarse, puesto que confiaba en el joven Alba.

Luciel dirigió su mirada hacia la mano que Valtrana tenía a la altura del pecho y se percató de la pequeña criatura, estaba sorprendido de verla y, más aún, cuando ella abandonó los brazos del príncipe para acercarse a él. Luciel imaginó que Zaran la había traído y, que debido a la distancia, se encontraría hambrienta. Aún faltaba para la cena, pero en la mesa de su habitación se encontraba un recipiente con cubos de azúcar que vertían en las infusiones y que permanecía en sus aposentos ya que el príncipe acostumbró beber té allí. Tomó un cubo y se lo entregó, así estaría ocupada en lo que ellos conversaban.

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now