69.- "Revelaciones [Parte 2]

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Durante esa misma noche, el capitán Williams fue liberado y los Albas sustraídos fueron encerrados en su lugar. Boyd pudo observar cuando eso sucedía, la facción del rey no encubría fechorías de él, estaba acostumbrado a tratar con tales asuntos, aunque de cierta manera se sentía relacionado con ellos, no le concernía en absoluto sus destinos, pues hubo una época en que esperó por alguno de ellos, con la ingenuidad y fe que solo se tiene cuando se es muy pequeño.

«Sangre con sangre se paga. Quizá no se encuentre entre ustedes, tampoco devolverá el tiempo atrás, pero al menos me quita la culpa por abandonarlos en este momento.» —Los miró de reojo y continuó su camino al subir por las escaleras de piedra.

Quedó instalado en la misma habitación que tenía antes de su encierro. El lugar lucía pulcro, cálido y con un agradable olor. Sus músculos le pesaban como bloques de plomo y su espalda dolía por permanecer bastante tiempo en la misma posición. Aunque se ejercitaba lo más que podía dentro de la celda cuando no había nadie a la vista, la oscuridad, la falta de nutrientes en sus comidas y dureza en la que yacía tenía repercusiones en su organismo. Boyd estaba acostumbrado a eso y más, podía soportarlo más que cualquier otro ser humano, pero no estaba dispuesto a tolerarlo de nuevo, hería su orgullo y ansias por superarse. En ese punto, él era capaz de arrancar la cabeza del rey y la de cada miembro de su facción si Valtrana se lo pedía con la condición de perdonarle la vida. No porque fuese leal al príncipe, sino por satisfacer sus propios deseos egoístas, pero cometer tal acto de traición no sería sencillo y, de lograrlo, le implicaría su muerte, para ello necesitaba del indulto.

Por fin pudo darse un baño adecuado tras un largo encierro. La gruesa capa de mugre le recordaba su pasado, aquel que trataba de negar. Sintió sus músculos relajados al contacto con el agua caliente y pretendía permanecer el mayor tiempo posible disfrutando de esa placentera sensación, pero el agua comenzó a enfriarse, así que hizo sonar la campanilla para llamar a las doncellas, pero ninguna atendió. Se vio obligado a terminar pronto su aseo, secó su cuerpo y cabello para vestir una prenda gruesa, cómoda y holgada. Se dejó caer de espalda sobre la mullida cama, echaba de menos esos pequeños lujos.

Cerró los ojos y en su cabeza apareció la imagen de Elaine, aquella vez que lo visitó durante su encierro. La dama le solicitó información sobre la compañera del príncipe y le brindó toda aquella que no revelara su secreto, aunque para Boyd ella ya lo suponía. Después le brindó un trato que no podía rechazar, pues su libertad estaba en juego. Ella cumplió con lo pactado, por lo que él debía estar preparado para hacer lo mismo, en el momento que fuera solicitado. Además, tenía el mal presentimiento de que pronto sucedería algo importante, pero él ya no estaría ahí para presenciarlo. Se quedó meditando sobre su futuro, pero unos ligeros golpes en la puerta de entrada le hicieron abrir los ojos. Se incorporó de inmediato para abrir la puerta y se sorprendió de conocer a su visitante, aunque más asombrada estaba ella al ver el pecho descubierto del hombre que tanto le gustaba.

—¿No cree que es un poco tarde para visitas, princesa? —preguntó Boyd.

—Yo... solo quería asegurarme de que estaba bien —respondió al desviar la mirada, con las mejillas enrojecidas.

Boyd miró en todas direcciones del pasillo, la tomó del brazo y la jaló al interior de la habitación para cerrar la puerta.

—Si la descubren aquí seré yo quien tenga problemas —mencionó al soltarla.

Aunque Boyd la introdujo en sus aposentos para evitar las miradas curiosas del exterior que fuesen de nuevo con habladurías al rey, una acción sin mayor trasfondo que proteger la honra de la joven y a él mismo. Para ella fue distinto, imaginaba mil escenarios junto al capitán que le avergonzaban, imágenes que la hacían sentir débil y a su corazón bombeando sin control. Poco a poco fue recuperando la calma, al percatarse de lo distante que el capitán estaba, no lucía afectado, ni siquiera un poco y eso le hizo poner los pies sobre la tierra. Ella lo acariciaba con los ojos y contenía su aliento, al percatarse de ello, él acomodó su vestimenta con un sutil movimiento. No le producía vergüenza alguna mostrar su cuerpo, pero consideró demasiada piel expuesta para la vista de una princesa. La invitó a tomar asiento para brindarle un poco de su tiempo, pues se sentía en deuda luego de que ella lo visitara con tanta frecuencia durante su encierro.

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now