24.- "La tribu de los alas blancas [Parte 1]"

1.2K 175 63
                                    

Había conmoción en el puerto de Soran, el barco había atracado, los pasajeros desembarcaron en el muelle, pero no había rastro del príncipe ni de su esposa. Buscaron por toda la nave, no encontraron una sola señal de su localización, fue como si hubiesen desaparecido. Los subordinados que lo escoltaban, enviaron de inmediato un mensaje hacia Caddos con la fatal noticia de la desaparición de Valtrana, mientras que continuaban la búsqueda sin descanso, pues sabían que de no encontrarlo, su castigo sería terrible.


La tormenta había amainado dando paso a un radiante sol. Entre sueños, Luciel podía escuchar el sonido del agua al descender en el mar, lo que resultaba tranquilizador, como una canción de cuna. Contrajo los parpados en un intento por abrir los ojos, se encontraba de espalda sobre un sólido suelo, se incorporó despacio y colocó la mano sobre la frente, sentía malestar, luego la bajó hasta su costado izquierdo. Al aclararse un poco su vista, miró a su alrededor y desconocía el lugar donde se encontraba, frente él, descendía un manto de agua similar a una cascada que terminaba en el mar. A su lado yacía Valtrana, Luciel se acercó para examinar su respiración, la cual era lenta y suave, como si soñara plácidamente.

—«Gracias a los Dioses» —suspiró Luciel aliviado.

Recordó lo sucedido, habían caído en las agitadas aguas, Luciel luchaba por mantenerse a flote, pero no podía con el peso de ambos. En ese momento, todo era confuso y el movimiento del mar volvió borrosa la realidad. La silueta de una figura alada y oscura vino a su mente, luego de eso perdió el conocimiento. Su cuerpo y ropa estaban secas, lo mismo con Valtrana, como si jamás hubiesen sido tocados por el agua. Desconocía el tiempo que había transcurrido o cómo habían llegado hasta ese lugar, de pronto sus pensamientos fueron interrumpidos con el sonido de unos pasos que se aproximaban.

Luciel se puso de pie, de la ensombrecida cueva surgió una figura blanca.

—¿Quién eres? —preguntó Luciel.

—Es irrespetuoso preguntar el nombre de alguien sin presentarse previamente —replicó el extraño al detenerse a mediana distancia.

—Mi nombre es Luci... —se detuvo antes de terminar su nombre, pues escuchó ruidos a sus espaldas provenientes del príncipe.

—Un gusto, el mío es Baldor —expresó tras juntar las palmas de sus manos e inclinarse un poco hacia abajo.

Esa forma de saludar no era ordinaria en Erdine, no solo eso le parecía extraño a Luciel, sino toda su apariencia. Portaba una larga capa de plumas blancas que cubría una túnica de color similar, la cual poseía detalles dorados y cubría la mayor parte de su cuerpo. Además, tenía una larga y clara cabellera dorada, la cual le concedía una apariencia limpia, improfanable y nívea. A pesar de no poder apreciar sus ojos, ya que una venda los cubría, su semblante lucía tan sereno que inspiraba confianza.

—Luci, ¿Dónde estamos? —preguntó Valtrana somnoliento al incorporarse.

Luciel se giró hacia él, Valtrana frotó sus ojos y al tener la vista más clara notó la presencia de ese otro ser, sacudió su ropa sin apartar sus ojos de él y se acercó a Luciel.

—Te tengo una mala noticia, creo que no sobrevivimos porque estoy viendo un emisario de los Dioses a tus espaldas —mencionó Valtrana en tono bajo.

Los ojos de Luciel se entrecerraron, le transmitió a Valtrana la única información que disponía de ese sujeto. Baldor se orientó hacia ellos, sus cejas se movieron, pero la expresión en su rostro era casi indescifrable. Mientras vigilaba esa zona percibió la esencia de ambos, pero al estar inertes, Baldor supuso que habían naufragado. Aunque no encontraba explicación de cómo había llegado hasta ahí, ya que las cascadas que rodeaban la isla, hacían casi imposible traspasar al interior.

Valtrana [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora