20.- "Noticias y decisiones"

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Era una noche tranquila, los guardias permanecían atentos en sus puestos de vigilancia, de pronto una majestuosa bestia descendió del cielo, la cual llevaba a cuestas uno de los hombres que laboraban en el castillo. El rey Leofris se encontraba en su despacho revisando documentos de gran relevancia para el reino, acompañado por su fiel consejero. Llamaron a la puerta, uno de los guardias anunció la llegada del mensajero que el príncipe había enviado, Leofris le instó a seguir.

—Majestad —el mensajero otorgó sus respetos al soberano y extendió su mano para entregar la carta que contenía el sello que utilizaba el príncipe.

Leofris la tomó con recelo y le ordenó al mensajero que se retirara.

—Gloria a Erdine —expresó con decoro y se retiró del recinto.

El rey tomó asiento y retiró el sello para leer el contenido, mientras que instruyó a Waldrión para que revisara los documentos pendientes. El semblante de Leofris se tornó a preocupado, en la carta su hijo le informaba sobre el ataque que había sufrido en un lugar tan sagrado como lo era el templo en el Valle de la Fe, sus falsas hazañas donde relataba que él solo pudo hacer frente contra un número exagerado de hombres, el doble de lo que realmente fueron, y salir victorioso, ileso. Lo que más alarmó al soberano, fue la sospecha de que esos hombres eran habitantes de Sylverant debido a la descripción física que otorgó. Para Leofris, era algo increíble de imaginar, puesto que en el pasado, habían ocurrido ciertos sucesos desagradables entre ambos reinos, donde uno de sus antecesores propuso como precepto la prohibición de personas provenientes de Sylverant en el territorio de Erdine. Durante su reinado, jamás le había concedido cruzar los límites marcados naturalmente por la cordillera de Lehibe, a algún habitante de ese reino, ni siquiera al rey mismo.

—Esto no puede ser, nuestra defensa es impenetrable —mencionó Leofris.

Waldrión hizo su trabajo a un lado para acercarse al rey y cuestionarlo sobre lo que le sucedía, Leofris le entregó el documento en sus manos, al leerlo, Waldrión también se mostró conmocionado.

—Debe haber un error, no hemos recibido reportes del general Balor que indiquen una transgresión por parte de Sylverant —mencionó Waldrión.

—Me niego a creer algo así, debido a que nuestros mejores hombres protegen las fronteras, pero se trata de mi hijo, no puedo ignorar la información que proviene de él.

—Con todo respeto, majestad. El príncipe Valtrana tiene su buen juicio nublado desde que posó sus ojos en esa pueblerina. Considero que no debe precipitarse en tomar una decisión.

Leofris se encontraba reflexivo, necesitaba un tiempo a solas y Waldrión se lo concedió, al abrir la puerta, se encontró con la concubina del rey y le transmitió el deseo del soberano al querer estar solo. Sin embargo, Elaine le informó que sería breve y continuó hacia donde estaba Leofris.

—Querido, te percibo tenso, ¿sucedió algo? —preguntó Elaine.

El rey suspiró y ella se acercó para poder masajear sus rígidos hombros, Leofris había tenido mucho trabajo, esa noticia fue lo que terminó por hacer más pesado el día. Los suaves movimientos de las manos de su concubina le hacían relajarse un poco, así que le explicó de forma breve la situación por la que había pasado su hijo y su reciente conversación con Waldrión.

—¿Valtrana salió ileso? —Elaine detuvo sus manos.

—Eso manifiesta en la carta. Me enorgullece que sea tan fuerte, pero no puedo evitar preocuparme por él, quizá debería solicitar su regreso.

—Concuerdo con Waldrión en que no deberías tomar una decisión apresurada, quizá al calor de la batalla, Valtrana se confundió y no sería prudente crear una alarma innecesaria. Además, si él es tan valiente como para enfrentar a tantos enemigos y salir sin un rasguño, no veo por qué preocuparse.

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now