10.- "Una noche de descubrimientos"

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La celebración concluyó hasta que el sol se ocultó en el horizonte, cediendo su lugar en lo más alto a las dos lunas, las cuales representaban la protección divina sobre su mundo. Conforme oscurecía, los invitados se fueron retirando poco a poco hacia sus hogares. Valtrana se despedía de cada uno de los invitados, Gilbert fue de los últimos en marcharse, no solo porque era su mejor amigo, sino para tener una nueva oportunidad de hablar con Luciel.

—Impide que Val duerma en la misma habitación que tú —Gilbert le sugirió a Luciel en tono bajo.

—No tenía pensado pasar la noche en la misma habitación que él. Además no creo que haya de que preocuparse, porque él es un caballero —respondió Luciel convencido.

—Claro... —se dijo a sí mismo —. De cualquier manera, te ayudaré a escapar de aquí, solo evítalo lo más que puedas.

—Lo haré, gracias.

Su conversación de nuevo fue interrumpida por la presencia de Valtrana. Cuando Gilbert debió retirarse, llevó consigo una gran preocupación, conocía bastante bien a su mejor amigo y por ello se percató de la forma en que Valtrana miraba a Luciel, pensando que era la joven Vawdrey a quién miraba. Temía de lo que pudiera suceder esa noche.

—«Espero que ese joven esté bien, que Val no cometa ninguna imprudencia» —Gilbert imploraba mirando hacia el cielo.

El rey y la reina se retiraron a sus aposentos, los subordinados se dispusieron a limpiar el área y Valtrana aprovechó para dar una caminata por los jardines del castillo con su compañera. El silencio y la belleza del firmamento eran el escenario perfecto para pasar el tiempo a solas, tomó de la mano a quién imaginaba era su damisela y la guio por un sendero iluminado por diversas gelums, piedras que durante el día absorbían la luz solar y la emitían en la oscuridad. Luciel estaba fascinado por el paisaje, solo había visto esa clase de rocas en la ciudadela, que estaba iluminada por grandes y escasas gelums blancas, pero dentro de las murallas del castillo se encontraba rodeado de docenas de ellas que emanaban colores que desconocía.

—¿Te sucede algo, mi dulce ángel? —preguntó Valtrana con voz suave.

—No, solo admiraba los hermosos colores de las gelums —respondió Luciel.

—Yo admiro lo hermosa que eres tú —Luciel un escalofrío recorrió su espalda.

Se sentía en deuda con el príncipe y le tenía un gran respeto, a pesar de ello, Luciel no podía hacer a un lado lo que por años trató de evitar, ser comparado con una mujer. El ambiente era cada vez más incómodo para el joven de cabello oscuro.

—No me di cuenta hasta ahora, pero... no vi a tu hermano por ninguna parte —dijo Valtrana.

—Le dio pena venir a un evento como este —titubeó.

—Así que fue por eso, dile que es bienvenido de venir cuando guste. Tu hermano es alguien de mi total confianza —Valtrana sonrió.

Luciel sentía que su corazón no podía latir más rápido, no solo debido a su nerviosismo de ser descubierto o por ser receptor de los halagos y afecto de Valtrana, sino que ese ser que tanto admiraba lo reconocía a él, a su verdadero yo, además de a su querida hermana. Valtrana continuó expresando lo mucho que la amaba y Luciel hacía todo lo posible por ocultar su incomodidad, mostrando en lo posible una amable sonrisa al igual que el príncipe.

Se odiaba a sí mismo por engañar a un ser tan maravilloso como lo era el príncipe para él. También por experimentar placer al haber sido besado, su estómago tenía una sensación similar al haber recorrido una larga travesía en barco. Luciel oraba porque la fortaleza no le faltase y que llegara al final de ese difícil camino con un poco de dignidad.

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now