49.- "Herida mortal"

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El viaje duró cinco días hasta llegar a la zona designada. Durante ese tiempo, Luciel se dedicó a leer la historia de Erdine para encontrar el motivo por el cual el territorio Élfico y de los Bluelfs estaba separado del resto del reino. En los libros solo decía que ellos tomaron dichos territorios por la fuerza, que eran seres salvajes y hostiles, de limitada capacidad intelectual, además, con un profundo rencor hacia los humanos, por lo que debían evitar transgredir su asentamiento. De manera que al estar en la línea fronteriza los colocaría en un potencial peligro.

El silencio que reinaba entre Luciel y Valtrana, se disipó poco a poco, para el joven, el ambiente fue mucho mejor de lo esperado. Aunque esto solo era durante el día, cuando se encontraban a solas en el carruaje, puesto que cada vez que se detenían para comer o descansar, la princesa intentaba acaparar la atención del príncipe sin éxito alguno. Ocultaba su desanimo tras una pequeña sonrisa, incluso concibió la idea de que no valdría la pena desposar a un hombre que no la atesoraba como ella anhelaba, pues era un destino tan desolador como haber contraído matrimonio con un hombre de su reino, de jamás ser la única en su corazón, de compartirlo con alguien más. Sin embargo, no podía rendirse tan rápido, había desafiado al soberano del reino vecino, al igual que a su madre, escapado de su hogar y rebajado a competir con una plebeya por migajas de afecto, se engañaba al creer que sus sacrificios debían ser recompensados.

A pesar de los inconvenientes, Aurora no se aburría en el trayecto, ya que el capitán Williams era un excelente conversador. En ocasiones, su mirada se quedaba fija en la persona frente a ella, la complexión de ese hombre era muy distinta a todos lo que había visto en su vida, era visiblemente más grande, de espalda, cuello y hombros anchos. Tenía el tronco inclinado hacia atrás, el pecho expandido, con la cabeza erguida y los hombros elevados, de su ser emanaba una gran fuerza y seguridad.

—No es por ser descortés, pero creo que no debería estar aquí, es un lugar peligroso para una damisela —Las palabras de Boyd la sacaron de sus pensamientos.

—Comprendo lo que dice, aun así, debo estar cerca de mi futuro consorte. Si ella puede estar a su lado, entonces yo también puedo —manifestó con seguridad.

—«Con respecto a ella, también vine a saciar mis dudas» —Reflexionó Boyd—. Debe estar muy enamorada del príncipe para correr tales peligros —Se inclinó un poco hacia enfrente.

—Para mí, el príncipe Valtrana es como una estrella, la más reluciente de todas —expresó con una cara sonrosada y el capitán arqueó la mirada.

—Ese hombre va con la cabeza descubierta, confía demasiado en su nombre y posición —Señaló Boyd.

—Es apuesto y posee una gran seguridad, me siento protegida a su lado —añadió la princesa.

«La insensatez de ambos me inquieta, sería terrible que fuesen heridos o murieran bajo mi guardia» —Pensó al concentrarse en el traqueteo de las ruedas.

Las irregularidades del terreno dificultaban su trayecto, por lo que consideraron ser cautelosos y viajaron en dos pequeños grupos por la zona montañosa. Solo utilizaron un carruaje para las dos damas que integraban la comitiva, el resto cabalgaban cerca del vehículo. Luciel prefería estar afuera, incluso si fuese caminando, puesto que la mirada escrutadora de Aurora comenzaba a fastidiarle. Sin embargo, debían ceñirse al plan, Valtrana ordenó que tanto el joven como la princesa fueran en el mismo carruaje, para prevenir alguna jugada de su padre.

—Debemos mantener la guardia alta y someter a los bandidos que se crucen en nuestro camino —Demandó el príncipe.

Al subir hasta el lugar destinado, se dieron cuenta que de un lado había una enorme pared con rocas flojas sobre sus cabezas y del otro un acantilado, no existía una forma de subir o bajar rápido, era el escenario perfecto para una emboscada. Escucharon leves ruidos y Boyd ordenó que se detuvieran. Se dieron la espalda los unos a los otros para formar un semicírculo y poder mirar en todas las direcciones. Luciel asomó la cabeza por la ventana ante la incertidumbre que le provocaba un sonido proveniente del exterior. Siguió con su mirada la fila de rocas en lo alto de la montaña, sobre sus cabezas, algo parecía no estar bien.

Valtrana [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora