31.- "Conspiraciones"

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Todo lo ajeno a él le era indiferente, ya que Valtrana había reducido su mundo a sí mismo. Solo se preocupaba del bienestar propio, pero luego de ver el calabozo donde el duque mantenía prisioneros a los Albas que adquiría ilícitamente, no podía borrar esa imagen de su cabeza, ni el olor que acompañaba ese terrible recuerdo. Fue como si las puertas de un sombrío y gélido sótano hubiesen sido abiertas para devorarlo, una sensación que no había experimentado, pero que jamás olvidaría. Quizá ese acontecimiento no cambiaría el hecho de que priorizara su propio ser, pero al menos ya no ignoraría la miseria ajena. Se sintió verdaderamente indignado por primera vez y podía apreciarse en su rostro, en su porte, en el tono de su voz que, aunque sereno, se sentía como agujas de hielo atravesando la piel.

—Fui ingenuo al pensar que en mi reino no existía el sufrimiento y que la sangre derramada era solo de los enemigos —expresó Valtrana con un profundo pesar.

Desde que el príncipe le mostró su verdadero ser, Luciel tuvo la idea de que la vanidad de Valtrana era desmesurada y su capacidad intelectual reducida. Sin embargo, había ideado un peculiar plan para desenmascarar las terribles acciones del duque que tuvo excelentes resultados. Tomó una decisión con tal determinación que, para Luciel, Valtrana parecía otra persona, una que si era digna de admiración.

—Tus acciones van en contra del sentido común, pero admito que lo hiciste bastante bien —mencionó Luciel.

—Me complace que reconozcas que mi plan fue brillante y mi actuación impecable —Valtrana alzó la mirada y la sombra en su semblante desapareció.

—Sí, digno de un actor de obra teatral con bajo presupuesto —aludió Luciel y el príncipe se rio.

Esa risa disipó la neblina en su cabeza, la cual le impedía pensar con claridad, Valtrana comprendió que la aflicción no ayudaría a remediar el pasado, tampoco a lograr un futuro prometedor. Debía ser él mismo para auxiliar a los demás. Por ello, proporcionó los medios necesarios para que Zaran pudiera llevar de regreso a los prisioneros a su hogar, la aldea Alba Cornu. Así mismo, dio la orden de regresar al cuartel de Velik para organizar los movimientos posteriores sin mayor demora. En la reunión solicitó únicamente la presencia de Gilbert y Luciel, decisión en la cual discrepaban la mayoría de los miembros de la facción noble que integraban el cuerpo militar de esa zona, la cual estaba a cargo del capitán Boyd Williams.

—¿Está bien que yo esté aquí en lugar de alguno de esos nobles caballeros? —cuestionó Luciel.

—Por supuesto, tú vales diez de ellos, quizá más —mencionó el príncipe. Tanto Luciel como Gilbert se quedaron sorprendidos—. Además, no confío en ellos.

—Es improbable que algo como esto sucediera sin que al menos uno de ellos estuviera enterado —Añadió Gilbert.

—Concuerdo contigo.

—Entonces, ¿qué es lo que sigue? —preguntó Luciel.

—Es nuestro deber velar por la seguridad de los habitantes de Erdine, pero no podemos hacer a un lado la tortura a los seres de Celes —expresó el joven Gifford.

—Dudo que Cardale De Perisic haya sido el único noble que comprara Albas. Debemos investigar quienes son los nobles que están cometiendo esta clase de actos deplorables —manifestó Valtrana.

—Estoy de acuerdo, pero recabar esa información tomará tiempo, es posible que la noticia se divulgue para entonces y oculten la evidencia —señaló Gilbert.

—No será así, sé exactamente dónde encontrar esos datos —dijo Valtrana con seguridad y Luciel lo miró.

—Si es lo que sospecho, necesitarás más que argumentos para obtenerla.

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now