3.- "Él o ella"

2.9K 416 99
                                    

El joven príncipe se sentía verdaderamente dichoso de haber comprobado que su ángel salvador era real y que era una chica tal como pensaba. Lo que Valtrana sentía al recordar a esa joven era embriagante, jamás había experimentado un sentimiento así con ninguna de las doncellas a las que había cortejado y con las que había salido en secreto. Para él era como estar flotando sobre una nube mientras los tenues rayos de sol lo cubrían cálidamente.

—Te dije que ella era real —expresó Valtrana entregando las riendas de su corcel a un sirviente.

—Si, sí. Ya demostraste que no estas demente, ahora es tiempo de que te olvides de eso y te concentres en tus asuntos reales —Gilbert trató de centrarlo en lo que consideraba importante.

—No puedo, quiero mostrarle mi agradecimiento apropiadamente —replicó a la vez que acomodaba su cabello en el reflejo de una ventana.

—Val, ¿ya olvidaste que estas comprometido?, dentro de poco contraerás matrimonio.

—¡Ah, es cierto! —en verdad lo había olvidado por un momento.

—Cada vez me sorprendo más de lo distraído que eres. No puedo creer que tengamos la misma edad.

Solo Gilbert conocía ese lado descuidado del joven príncipe, imaginó que lo que su amigo sentía por esa jovencita no era más que una ilusión debido a las circunstancias en que se conocieron. No insistió para que Valtrana dejara esa idea de volver a verla, lo cual Gilbert consideraba una falta de respeto de su amigo hacia su prometida. La mejor decisión que Gilbert encontró fue mantenerse muy cerca de su amigo, así podría evitar que éste cometiera alguna locura a causa de ese sentimiento fugaz.

Estando en el interior del castillo, el joven Gifford llevó a Valtrana a su despacho, el cual era una enorme habitación con estanterías de libros empotradas que llegaban hasta el techo en casi todas las paredes, menos en la del fondo la cual estaba forma por grandes ventanas en las cuales se tenía una hermosa vista, desde arriba, del jardín. Durante el día los rayos de luz iluminaban impecablemente toda la habitación y durante la noche se apreciaba maravillosamente el resplandor de las lunas. Era el lugar perfecto para relajarse, pero a Valtrana no le gustaba estar ahí ya que casi siempre Gilbert lo obligaba a trabajar.

En el escritorio del despacho había dos grandes pilas de documentos, una de ellas contenía escritos importantes que su padre le había asignado para que revisara a detalle y firmara de ser necesario. En la otra, cientos de cartas que sus admiradoras le hacían llegar, cartas que aumentaron desde que se anunció públicamente el compromiso del joven y apuesto príncipe.

Valtrana tomó un cúmulo de hojas y se sentó en su cómodo sofá que se encontraba al lado del escritorio cerca de un gran espejo con marco dorado.

—Tú revisa eso mientras y yo esto —le señaló a Gilbert.

—Espera, éste es tu trabajo importante, no el leer cartas de jovencitas enamoradas —reprochó al ver que Val solo había tomado un conjunto de cartas.

—Esto también es importante, tengo en mis manos sus frágiles corazones. Además, esto es más divertido —Val sonreía al leer lo escrito en la carta que tenía en su mano.

Gilbert frunció el ceño ante el comportamiento de su amigo, se dirigió hacia la chimenea que se encontraba dentro de la habitación, echó algunos leños que estaban al lado de esta y creó chispas entrechocando dos rocas de color negro provocando que la leña ardiera. Regresó hasta donde se encontraba Valtrana, tomó todas las cartas que tenía a un lado, incluso la que estaba leyendo y sin emitir palabras fue hasta la chimenea para lanzarlas al fuego. Gil hizo lo mismo con las que se encontraban aun sobre el escritorio.

Valtrana [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora