37.- "El príncipe contra el guardián"

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—Escuché que mataste a uno de mis sirvientes —mencionó Rakard desde su trono.

—Murmuraba a mis espaldas y no toleraré esa falta de respeto —respondió Siran con una firme postura y un semblante desprovisto de emociones.

El rey se incorporó, bajó los escalones y se aproximó hacia él, se detuvo al estar frente a frente, colocó la mano en su hombro y lo presionó con moderada fuerza.

—Eres un soldado excepcional, con un comportamiento digno de mi primogénito —Palmeó su hombro con fuerza—. Podrías convertirte en mi sucesor, pero para ello debes conseguir una esposa. Te aseguro que así cesarán las faltas de respeto —Le susurró al oído.

Siran asintió en silencio y apretó con fuerza la empuñadura de su corta espada, pues la presencia de su padre lo intimidaba. Aunque mantenía la compostura, era como si su padre leyera sus pensamientos y accediera a sus más profundos temores. Rakard le ordenó que regresara a su zona, Kudúh, para que recibiera un encargo proveniente de Erdine. A pesar de todo, confiaba en las habilidades de su primogénito, el cual era una pieza esencial en sus planes.

Siran Akfor portaba dos espadas de grosor similar, pero causaba curiosidad que una de ellas estaba rota por la mitad, algo que para muchos podría ser un arma inútil que podría provocar una desventaja en combate, Siran la convirtió en un objeto letal, que le otorgó el título de Segador escarlata en la región que gobernaba. Esto debido a la rapidez y facilidad con la que apagaba una vida al utilizar dicha espada en combinación con la otra.

El primer príncipe ordenó a sus hombres que prepararan provisiones para el viaje, así como sus armas, ya que la travesía por el desierto era despiadada, aún si se transportaban sobre Golephants. Cuando todos se encontraban en movimiento, Siran desapareció del palacio, se dirigió hacia los límites de la ciudad en la superficie, acabó con algunas criaturas a su paso hasta llegar a una cueva. Se detuvo ante un cúmulo de tierra, se inclinó hasta que su rodilla tocara el suelo y apoyó el cuerpo sobre la otra. Bajó la mirada y cerró los ojos, sus pensamientos estaban impregnados con el sabor amargo de la culpa.

—Perdóname, Niel... —Se incorporó, dio la espalda a la tumba y se marchó.

El capitán Gifford se encontraba ultimando detalles para realizar las rondas de inspección en la capital, además debía vigilar las obras que se estaban llevando a cabo en las cercanías del río más caudaloso de la región

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El capitán Gifford se encontraba ultimando detalles para realizar las rondas de inspección en la capital, además debía vigilar las obras que se estaban llevando a cabo en las cercanías del río más caudaloso de la región. De pronto uno de sus subordinados llamó a la puerta y anunció la visita del príncipe heredero, quién solicitaba ver al capitán. Gilbert se sorprendió, pues no habían acordado una cita ese día y no era usual que Valtrana fuese por voluntad propia al cuartel sin previo aviso.

Valtrana se adentró, con fuertes y apresuradas pisadas, en la espaciosa oficina, sin responder al cordial saludo de su mejor amigo. La actitud del príncipe solo acrecentaba su inquietud, pero el silencio duró poco, ya que parecía estar a punto de estallar.

Valtrana [BL]Where stories live. Discover now