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Emma

Termina el día en la universidad como de costumbre. Aprobé el examen con la mejor calificación y tenía que ser así porque si no, perdía la beca y era imposible que yo pudiese pagarme esta escuela y faltaba tan poco para la graduación.

Me encuentro con Julie en la salida, sonriéndole al teléfono celular, seguramente era Ian.

—¿Por qué te irás en uno de los autos de mi papá? —Dice Julie. —Quería presentarte a Ian, hicimos formal nuestra relación y me preguntaba si podía invitarlo esta noche a tu casa para que mi mejor amiga lo conozca. ¿Qué dices? —Me dice con emoción.

—Tu padre me ofreció empleo y tú sabes cuanto lo necesito, así que acepte. —Pensé que se enojaría pero lo tomó bien.

—Bueno... Al menos tendré a alguien que me diga cómo está ese hijo de puta. Después de todo es mi papá. —Ríe un poco.

—Y respecto a lo de Ian. No me parece prudente. Julie, sabes que ese hombre y tu padre tienen problemas. —Digo exhalando. —Te adoro pero ya demasiados dolores de cabeza le das a tu padre como para hacerle esto. —La miro.

—¿De que lado estás? —Refunfuña cruzando los brazos.

—¡Claro que del tuyo! Pero no me parece correcto lo qué haces Julie. Henry es tu padre y aunque no hayan tenido un buen comienzo pueden enmendar eso. —Digo. —Me consta que el hombre da todo por ti. Solo... intenta dejar de ser tan... caprichosa y arregla las cosas con tu padre. —Digo.

—Por su culpa jamás tuve a mi madre cerca. Nunca la conocí por que ella seguro tampoco lo soportó. No soportó viviendo con drogas, mafiosos, armas y con apellidos falsos. Ahora que no estoy en su casa siento que estoy comenzando a vivir. —Dice. Quizá tenía razón. —Emma, ¿crees que es fácil para mi saber que mi padre asesina a gente a diario? ¿Qué hay gente buscándolo y si lo encuentran seguro lo matan? Crecí en eso y no quiero seguir sintiéndome atada. —Baja la cabeza.

—Está bien, invita esta noche a Ian a la casa. Y deja de llamarla mi casa que ahora también es tuya. —Sonrío. —Te adoro, tonta. —Le digo.

—¡Gracias! Sabía que podía contar contigo Emma. ¡Te adoro! —Me abraza, reí. Nos despedimos y continúo mi camino hasta el auto que Henry me había enviado.

—Buenas tardes señorita Ridley, estoy aquí por órdenes del señor Evans. —Dicen, era Benson.

—Hola Benson, por favor llámame solo Emma ¿si? —Sonrío amable.

—Soy un empleado señorita Ridley, debo hablarle así. —Dice. Abriéndome la puerta del auto y sonriendo amable.

—Ahora yo también soy empleada del señor Evans, así que somos colegas. —Le di unas palmaditas en el pecho. —Así que llámame solo Emma. —Subo al auto. El ríe un poco.

—Está bien, Emma. —Dice.

Durante el camino a casa de Henry, Benson y yo íbamos conversando. Con cada palabra me caía mejor que antes.

—¡Es que no puedo creer que no conozcas México! Cuando era niño me la pasaba todas las vacaciones ahí—Ríe.

—No. Mis papás no tenían demasiado dinero... nunca estaban en casa y básicamente jamás he salido de esta ciudad. —Digo.

—Bueno, algún día voy a llevarte a conocer México. —Me mira. —Deberíamos salir algún día Emma... no lo sé, por un café o algo. —Me sonríe por el espejo retrovisor.

—¡Me encantaría! Así podrías seguir contándome esas anécdotas que tienes. —Digo. El ríe.

—El domingo tengo el día libre y si eres empleada de Henry, lo tendrás también. ¿Te apetecería ir por un café? —Dice.

NUESTRO INFIERNO I || OFICIALOnde as histórias ganham vida. Descobre agora