NUESTRO INFIERNO I || OFICIAL

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Julie

Respiro hondo. Toda la vida tomamos decisiones, pero esta estaba difícil porque se trataba sobre mi familia a la que ya le había dado muchas veces la espalda y del hombre que amo, con quien además me casaré y además tendré un hijo.

—No puedes ponerme a decidir entre mi familia y tu, Ian. —Digo.

—Si puedo y eso estoy haciendo.

—Pues los elijo a los dos. Elijo a mi familia y también te elijo a ti, porque serás mi esposo, serás mi familia también. No me hagas esto Ian. Mi papá me necesita, mi abuela murió, Emma está mal porque no solo la secuestraron y la maltrataron, también perdió al bebé que esperaba. —Dice.

—Lo merecen. Y me sorprende que seas tan estúpida para conmoverte con lo que se ganaron.

—¿Cómo puedes hablar así? Te juro que ahora mismo te estoy desconociendo Ian.

—Y me vas a desconocer más si los eliges a ellos. —Exhala. —No me entiendes pero todo esto te lo digo porque te amo. ¿O ya se te olvidó el dichoso video que te arruinó la vida? El video que hizo que el celoso de Andrew vaya con la policia y diga todo sobre tu padre y gracias a eso ya no puedes ir a la universidad ni tener una vida como la que tenías antes. ¿Ya se te olvidó como tu abuela te hizo a un lado cuando fuimos a decirle que nos casaríamos? ¡Te hizo a un lado por tu padre y Emma! Ellos sólo te aman cuando tú les aplaudes sus cochinadas pero cuando no, ni siquiera se molestan en buscarte. En cambio yo soy el único que está contigo. —Levanta ligeramente la voz. —Porque te amo y amo al hijo que esperamos y amo la familia que formaremos y amo la mafia que estamos construyendo. Pero si te vas, entonces, todo lo que tenemos se va también Julie. Así que te lo pregunto una vez más... ¿Ellos o yo? —Dice mirándome directo a los ojos.

—Y yo te respondo una vez más. Los dos.

Ian ríe.

—Te buscaré Julie. Y lo haré para quitarte a mi hijo. Porque en cuanto nazca, me lo llevaré.

—Ian... —Digo, pero el simplemente se sube al auto marchándose a toda velocidad. Dejándome ahí. Exhalo limpiándome las lágrimas.

Iba a llamar a Benson para que envíe a alguien por mi pero no fue necesario. Mi padre tenía escoltas ocultos que enseguida se acercaron. Llevándome a casa de mi padre.

Ian

Creí que con mis amenazas Julie iba a ceder pero, no. En las opciones que le planteé no estaba el "los dos" como eligió.

Sentía rabia por dos cosas, la primera porque si estaba enamorado de Julie Adams, la amaba a mi manera. Vamos a casarnos y vamos a tener a un hijo. Eso es suficiente para obligarla a estar a mi lado para siempre. Y la segunda, porque que esté ahora lejos de mi va a debilitarme, mi ejército no es tan grande como él de él Lord, cuando Julie está conmigo estoy rodeado de seguridad que Henry envía. Gente preparada para cualquier cosa. Además de que de alguna manera que sepan que soy el yerno de él Lord me da entrada a varios negocios los cuales antes no tenía.

—No pienso perder a Julie Adams. —Le digo a Taylor, un amigo y socio, uno que tenía contacto directo con Henry para abrirnos paso en la distribución de droga. Desde luego, Henry no tenía idea de que Taylor trabajaba clandestinamente conmigo.

—Deja tu lo que sientes por ella, lo que en verdad debe asustarte es el Lord. Sabes que tu cabeza antes de Julie tenía precio. Dejó de buscarte para matarte cuando se enteró que su hija y tú eran pareja. Si Julie le dice que ya no son nada, vete considerando hombre muerto. Con el Lord no se juega.

—No va a matarme. Soy el padre del bebé que espera Julie. No va a matar al padre de su nieto. Ella jamás se lo perdonaría.

—No subestimes al Lord. Tampoco a Julie. Créeme, la sangre Adams es muy fuerte, muy decisiva. No perdonan, no se traicionan entre ellos y si tocas a uno, tocas a todos y eso me consta.

—Ya. Que Julie es quien volverá a suplicarme que le dé una oportunidad.

—¿Por qué no aprovechas lo que tienes enfrente y dejas de creer que tienes todo bajo control? No seas imbécil y aprovecha el "los dos" de Julie. Ve ahí. Vive ahí. Gánate al Lord. No seas pendejo, tienes una oportunidad en su mafia. Una oportunidad para que se la quitemos sin que se dé cuenta, desde adentro.