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Henry.

Hija de puta.

Exhalo y la miro serio. Demostrándole que para nada me agradaba que estuviese en mi casa.

—¿Qué demonios haces aquí? —Digo.

—Vino a devolverte tu saco. —Dice Emma soltándose de mi. —Deberías obsequiárselo Henry. Odio ese color. —Cruza los brazos. Y su mirada me dice que mal interpretó todo esto, seguro ahora está pensando mal de mí. —Estaré en el jardín. —Dice y hago lo posible por detenerla pero se suelta de mi marchándose. Alessandra me detiene impidiéndome seguirla.

—Ya Henry, deja tus obsesiones. Emma es eso. Ya, cógetela y déjala. Ya acepta de una vez que la única mujer que está a tu altura, soy yo. —Intenta acercarse a mí pero la tomo por las muñecas apartándola.

—¿Qué pretendías con tu teatrito del saco? ¿Qué Emma me dejara? ¿Eso? —Río.

—Solo vine a devolvértelo. Que se haya ido de esa forma solo demuestra que no confía en ti.

—Alessandro y tú nunca cambian... siempre son esos malditos cizañosos que se alimentan con el caos que siembran a su alrededor. —Digo. —Te lo voy a decir una vez y ya, no molestes a mi mujer porque entonces se me va a olvidar que mi madre les tiene aprecio y...

—¿Y qué? ¿Me vas a matar? ¿Eso ibas a decir? —Me mira ofendida. —No puedo creer que me estés amenazando de esa forma Henry. Después de todo lo que vivimos juntos cuando éramos unos niños. ¿No te acuerdas? Éramos como hermanos, inseparables. —Dice y ruedo los ojos.

—Ya te advertí Alessandra. Se de lo que tú y esa maldito Italiano son capaces de hacer.

—No nos amenaces Henry. Que ese maldito Italiano le salvó la vida a Julie cuando era una bebé, mi hermano siempre te quiso como un hermano y yo te amo Henry. No puedo creer que por una maldita zorra estés hablándome así.

—¡No la llames así! —Levanto la voz.

—¡Es lo que es! Te va a dejar, algún día lo verás. Ya te dije, cuando se te pase el EmmaHechizo y veas que en realidad es una arpía, me vas a suplicar de rodillas que te de una oportunidad, porque ese día te darás cuenta que ni una mujer te va a amar y a cuidar como yo. —Sale de mi oficina aventando la puerta y respiro hondo.

Alessandra está completamente loca.

Emma

Henry exhala y mira a Alessandra serio.

—¿Qué demonios haces aquí? —Dice.

—Vino a devolverte tu saco. —Digo. Me separo de él. —Deberías obsequiárselo Henry. Odio ese color. —Cruzo los brazos. Mirando molesta a Henry. —Estaré en el jardín. —Digo y salgo de ahí soltándome de su agarre antes de que intente detenerme.

Me topo con Alessandro Rinaldi fumando un cigarrillo en el jardín.

—Tu también estás aquí. —Digo y ríe.

—Por la cara que traes me imagino que mi hermana ya se auto dio la bienvenida a la casa de Henry. —Dice. Apagando su cigarrillo. —Que gusto volverte a ver Emma Ridley. —Me da la mano y lo saludo de igual forma.

—¿Qué hacen por aquí? —Digo.

—Mia nos invitó a pasar un tiempo aquí. Sabe que las cosas en Italia están feas con lo de Paul. La madre de Henry es como una madre para nosotros. —Dice. Mirándome de pies a cabeza, centrando su atención de nuevo en el collar de Henry en mi cuello. —Creí que no regresarías con Henry tan fácil. Sonabas tan decidida en Italia cuando decías que te quedarías con tu amiguito Bart. —Dice.

NUESTRO INFIERNO I || OFICIALWhere stories live. Discover now