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Emma

Henry está como un loco. De aquí para allá con los nervios de punta, cuadrando absolutamente todo para mudarnos de nuevo y triplicando a nuestra gente de seguridad.

—Ten. Te hará bien. —Le doy un té y dejo un beso en su mejilla.

—¿Por qué estás aquí? Julie, mi nieto, nuestro hijo y tu ya deberían estar en el sitio seguro, en la nueva casa de seguridad. —dice.

—Ellos ya están ahí. A Jr lo está cuidando Bart en la casa de seguridad y yo no me iba a ir sin mi esposo. —digo.

—Tengo que quedarme aquí. El hacker ya está por llegar y necesito saber cómo pudieron reproducir esos malditos videos en toda la casa. Debe haber un hijo de puta infiltrado o tienen más poder del que creí para poder entrar de esa manera a mis sistemas de seguridad. —Vuelve a llevarse las manos a la cabeza caminando de un lado a otro. —O es alguien que los está ayudando... alguien al que seguramente tenemos muy cerca. No es posible que apenas hoy nos mudemos a esta casa y apenas hoy nos encuentren. ¡Alguien tuvo que avisarles que aquí estaríamos para que coloquen esos malditos videos!

—Tranquilo. —Exhalo yendo de nuevo a él y le doy caricias en las mejillas. —Sea quien sea el infiltrado vamos a encontrarlo. Pero trata de calmarte mi amor.

—No puedo calmarme y menos después de lo que le hicieron a Jr. ¿Sabes que pasaría si les pierdo algún día Emma? Me muero. No soportaría una vida sin ti, sin Jr, sin Julie y sin mi nieto. —Dice.

—No vas a perdernos. Vamos a estar bien. Vamos a esperar a que el hacker venga y nos diga qué pasó. No te alteres. —Beso su barbilla. —No podrán con nosotros y menos si estamos juntos. —Bajo a su cuello. —No nos destruirán.

—No porque mataré a cualquiera que se atreva a hacerlo. —Me carga y me sienta en el escritorio encajándose entre mis piernas. —Y si quieres que me relaje entonces ayúdame a hacerlo. —Me muerde el labio.

—¿Así? —Meto una de mis manos entre su pantalones y acaricio la dureza que lo pone a sonreír tragando saliva.

—Si, así. —Me alza el vestido y hace a un lado mis bragas. Palpa mi humedad y sonríe haciéndome gemir con los movimientos rápidos que sus dedos hacen con mi clítoris. Gimo y bajo sus pantalones liberando su falo el cual tomo con una mano, le muerdo las labios cuando escucho su gruñido de excitación. Henry continúa masturbando mi coño como un dios mientras yo lo masturbo a él jalándole la polla a mi antojo provocando jadeos de su parte. Nuestras miradas están conectadas la una con la otra y nuestros labios no se separan, nuestras lenguas juegan en una batalla que las obliga a hacerse una sola. Siento que todo el cuerpo me tiembla, los ojos se me ponen en blanco y me vengo en la palma de Henry. Me prende verlo sonreír y lamer los jugos que le dejé en la mano y me bajo del escritorio poniéndome de rodillas. Sonrío viendo cómo la mirada se le oscurece más y gime cuando le lamo la polla desde el glande.

—¿Está relajado ahora, señor Adams? —Lo miro y continúo agitando su verga. Sonríe malicioso.

—Muy. —dice ronco y juro que siento que el coño se me humedece de nuevo. Jugueteo con sus testículos mientras chupo la punta. El gruñe tirando la cabeza hacia atrás y sigo haciéndole maravillas en la polla con mi lengua. La deshizo en todo su falo, chupo, lamo, su pelvis comienza a moverse y siento como su glande llega hasta mi garganta. Continúo chupándosela a mi esposo mientras me masturbo porque sus jadeos me calientan como nada. Continúo hasta que su descarga se impregna en mi garganta y sonríe pícaramente cuando me la trago toda.

—Te acabas de tragar a los hermanitos de nuestro Jr. —Río levantándome y golpeándolo en el pecho suavemente.

—¡Henry! —Me ruborizo.

—¿Dije mentiras? —Ríe pegándome a él besándome el cuello. —Uhmmm. No voy a desperdiciar esto. —Toma mi mano lamiendo la humedad que dejé cuando me toqué.

—No dijiste mentiras. Dijiste suciedades, mi amor.

—Suciedades que te pusieron húmeda, mi amor. —Baja su mano de nuevo a mi coño y sonríe. Lo beso con fiereza y el deja de tocarme para acomodar su polla en mi entrada. Soy yo la que ondea las caderas enterrándomela toda, gimo con cada embestida brusca que me obliga a arañarle la espalda baja mientras sus labios siguen besándome con el mismo deseo de siempre.

—Si así te desestresas, entonces procuraré estresarte diario. —digo tirando la cabeza hacia atrás, dejando que sus labios dejen besos húmedos y marcas en mi cuello. Sus movimientos no merman, al contrario, sube la intensidad haciéndome gritar de placer.

Solo el me pone así. Solo el me pondrá así. Solo a él deseo, solo a él amo. Solo el puede tocarme, solo él puede hacerme el amor.

Solamente él, siempre.

Escondo la cabeza en su cuello cuando lo empapo con los jugos que fueron resultado de mi orgasmo. Reposo en sus brazos mientras su líquido se impregna en mi interior.

Lo miro a los ojos y deposito un beso largo y suave en sus labios.

—Te amo. —me dice.

—Y yo a ti, mi amor. —Lo abrazo. Siendo correspondida por sus mimos y sus brazos.

NUESTRO INFIERNO I || OFICIALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora