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Emma

Abro los ojos en una habitación de hospital.

El dolor físico aún está ahí, al igual que el dolor interno. Desearía desde lo más profundo de mi alma que todo esto no hubiese pasado. Que haya sido solamente una pesadilla, pero no, porque las peores pesadillas siempre son las reales.

Henry está en una silla a un lado de mi. Dormido. Sosteniendo mi mano.

—¿Me abrazas? —Acaricio su mano y despierta enseguida.

—Mi amor. Despertaste. —Se levanta de la silla y besa mis mejillas. Se recuesta a un lado de la cama y pese a el dolor voy a sus brazos dejando que me abrace. Abrazándolo.

—¿Lo perdimos? —La voz se me corta. —¿Si estaba embarazada? —Lo miro a los ojos y el exhala pegando mi cabeza a su pecho.

—Lo perdimos. —Dice. Suelto lágrimas y lo abrazo con más fuerza. Hace lo mismo. —Lo siento mi amor. —Susurra. No me controlo y lloro, lo hago mucho. —Tranquila, todo estará bien. Vamos a estar bien. —Me levanta el rostro y limpia mis lágrimas. Observo sus ojos y además de que están con lágrimas lucen como si hubiese estado llorando por horas. Se veía mal.

—Solo abrázame. —Digo, realmente el hecho de estar en sus brazos me tranquilizaba un poco. Sentir su aroma, oír su respiración: Él.

Se dedicaba a darme caricias mientras yo digería el hecho de enterarme que estoy embarazada para después enterarme que simplemente ya no está.


El médico entra media hora después y me hace una revisión diciéndole a Henry que había mejorado, que podía irme a casa pero que necesitaba guardar reposo, tomar unas medicinas y comer bien.

—Seré tu enfermero personal. —Besa mi frente y le regalo una sonrisa de lado. —¿Qué? ¿No estás feliz de tener una enfermero tan sexy como yo? —Cruza los brazos.

—Lo estoy. —Extiendo la mano. —¿Podría ese enfermero sexy venir y abrazarme? —Digo. No quería estar lejos de sus brazos.

—Mmm... este enfermero sexy quiere un pago para ese abrazo. Un beso de su sexy y hermosa paciente. —Guiña el ojo.

—Ven. —Toma mi mano caminando hacia mi y sonrío uniendo nuestros labios. Nos damos un beso suave. —Te amo. Y no quiero que dejes de abrazarme porque tus brazos son lo único que me dan seguridad ahora. —Digo mientras el se recuesta. Me acurruco en sus brazos y dejo la cabeza en su pecho. —No quiero que me sueltes Henry. —Susurro.

—Nunca. Te lo prometo. Nunca voy a soltarte Emma. Nunca voy a apartarme de ti. Nunca voy a dejar de amarte y de protegerte. Ya no te dejaré sola jamás. ¿Me oíste? Jamás. —Me besa de nuevo y respondo, Henry se adueña de mis labios y yo me adueño de los suyos.

—Te amo. —Le digo mirándolo a los ojos.

—Te amo. —Responde. —Ahora descansa un poco. Iremos a casa en una hora. Ya Benson y Matt están preparando todo. —Besa mi frente y niego.

—No quiero descansar. Quiero venganza. —Lo miro. —¿Mataste a Paul? —Pregunto.

—Aún no. Está en mi lugar de tortura. Apenas lleguemos a casa lo haré. —Dice y vuelvo a negar.

—Yo lo haré. Yo quiero matarlo. —Trago saliva.

—Amor, tu nunca has asesinado a una persona y...

—Y no asesinaré a una persona, asesinaré a una maldita bestia de mierda. —Tiemblo. —Él me torturó... me dejó en una habitación fría, me dejó desnuda muriendo de frío, de hambre, me dió comida para perro y agua que no dudó en escupir, supo que moría de frío y orinó en su saco para aventarlo a un lado de mi. —Mientras yo hablaba Henry apretaba el puño y los dientes. También reconocía el enojo y la ira que se formaba en sus ojos. —Me torturó a golpes y también, mató al bebé que estábamos esperando. —Suelto lágrimas. —Voy a matarlo. Juro que voy a matarlo. —Digo.

NUESTRO INFIERNO I || OFICIALWhere stories live. Discover now