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Henry

Llegamos a la nueva casa de seguridad. Todo era un caos con mi identidad y reputación de Henry Evans. Mis empresas se habían ido a la mierda porque estaban en manos de la policia y mi cabeza tenía precio por todos lados.

—Está todo listo señor. Redoblamos la seguridad. —Dice Benson.

—Bien... ahora comunícame con el maldito italiano ya. —Digo sirviéndome un vodka.

A Emma Ridley le había valido madre mi confesión. Le había valido madre el saber lo que siento por ella. Se fue.

—¡Es una maldita! —Digo en cuanto Benson se va.

—Ya Henry. Por todo lo que me contaste seguramente está asustada. Me consta que Emma adoraba a Julie y tu hija la adoraba a ella. Ponte un poco en su lugar. —Dice Matt.

—¡Le dije que estaba enamorado! ¡Y SE FUE! ¿Sabes lo que me costó aceptar eso? —Le digo.

—Ya Henry carajo, compórtate como el adulto que eres y no como un adolescente al que le rompieron el corazón. Hay cosas más importantes en las que enfocarnos ahora. Las empresas cayeron y vaya que nos harán falta porque gracias a ellas girábamos todo el puto dinero, toda la policia del puto país te está buscando, nos quitaron una cuarta parte de tus propiedades, hoteles, aviones, todo lo que estaba a nombre de "Henry Evans" está en manos de la policia. —Dice.

—¡Todo eso lo voy a solucionar! ¡Ahora solo me interesa una cosa y es demostrarle a Emma Ridley que su puto dueño soy yo y que no se va a alejar de mi tan fácil! —Digo. Benson aparece con el teléfono en mano y con el italiano en la línea.

—¿Ocurre algo, Lord? —Dice Alessandro.

—Tu maldito empleado, el tal Bart, está dirigiéndose a Italia con MI mujer. Emma Ridley. En cuanto pongan un pie en tu territorio quiero que pongas a Emma en un avión y me la traigas de regreso a Seattle. Tienes menos de veinticuatro horas.

—Bien... —Exhala. —¿Si se rehusa? —Me dice.

—Si lo hace entonces termino de arreglar los problemas que tengo aquí y voy para Italia. Mientras tanto la seguridad de mi mujer está en tus manos y si le pasa algo, voy a arrancarte la cabeza con mis propias manos.

—Ya está Lord. Cuenta con eso. —Le cuelgo y Benson se retira a encargarse de los cargamentos que tenemos que enviar ya.

—¿No te parece muy extremista lo que vas a hacer? Vas a terminar alejando a Emma con tu maldita toxicidad. Ósea, deja que la mujer piense bien las cosas. —Dice.

—Me vale madre, se lo dije. Le dije que lo mío, nadie me lo quita, nadie lo aleja. Y Emma Ridley es mía desde que puso sus malditos labios en los míos. —Me bebo otra copa, una más.

—¡Ya deja de beber Henry carajo! Centra esa puta cabeza en lo que importa. —Dice Matt.

—¡Ella me importa! —Grito sirviéndome una copa más. —¡Le dije lo que siento y me dejó! ¡Se fue con su dichoso amigo! ¡Solo pone excusas porque no sabe que mierda quiere!

—Entonces deja que se dé cuenta que te quiere y ya. No forces nada Henry. No hagas que dejen de ser mis goals. —Dice.

—Así soy. Y ni modo, se jodió. Ella es mía. Y no voy a perderla. —Bebo una copa más.

—Comportarte como un obsesivo de mierda puede hacer que la pierdas. —Dice tomando los documentos. —Sigue embriagándote Lord, yo mientras resolveré todo el miardero que está detrás de tus hombros. —Se va.

Exhalo sentándome. Sirvo otra copa más.

Emma es una maldita porque le abrí mi corazón y le valió madre. Se que me quiere y se lo voy a demostrar.

Emma

El italiano me da un recorrido por toda su mansión.

—Se que trabajabas con Henry y ahora que estás aquí, quisiera que lo hagas conmigo. Los rumores sobre la mujer que trabajaba en la mafia del Lord se esparcieron como espuma y me interesa que seas parte de mi imperio Emma Ridley. —Dice Alessandro.

—Aquí hay dos cosas que no has entendido Alessandro. Emma no está aquí para trabajar en la mafia, de hecho, la traje para alejarla y para que pueda tener una vida normal. Y la segunda, eres el jefe en Italia pero tu jefe es el hombre de esta mujer y te cortará las pelotas si lo desobedeces. —Dice Bart y Alessandro lo mira mal.

—¿Y a ti quien te pidió tu opinión? Que no se te olvide quien soy. Que no se te olvide que tú trabajas para mi y si chasqueo los dedos llenan tu cuerpo de balas en un solo segundo. —Le dice Alessandro.

—Ya basta los dos. Alessandro... —Miro al Italiano. —Bart tiene razón, yo quiero alejarme de negocios turbios. Quiero regresar a la universidad que ya estoy apunto de culminarla. No vine aquí para esto. —Digo.

—Y es una lástima que eso no se vaya a poder Emma. Toda la policia te esta buscando por ser la "mujer" de Henry. Tu cara está en las noticias de todo el mundo. Apenas pongas un pie en alguna universidad la policia te atrapará. ¿Que Henry nunca te dijo que una vez que entras al negocio ya no puedes salir? Quedas fichada por el resto de tu vida. —Dice. Y mira a Bart. —Y aquí tu superBart que aveces piensa con cerebro de hormiga cree que puede solucionar todo pero, el Lord me encargó tu protección a mi y yo no voy a dejar que pongas un pie fuera de esta mansión. O te subes a ese avión, o trabajas para mi. —Dice.

—Se va a subir a ese avión, si o si. —Una mujer aparece. Mirándome mal.

—¿Qué demonios haces aquí Alessandra? Deberías estar en Japón. —Dice el italiano.

—Pero estoy aquí. —Me mira de pies a cabeza. Seria. —Tengo cincuenta llamadas perdidas de Henry Adams y cientos de mensajes en los que me pregunta si esta mujer ya se subió al avión. Le respondí y esta ebrio. Diciendo barbaridades. Amenazando con matarnos a todos si esta mujer no llega mañana a Seattle. Así que Emma Ridley, te vas por las buenas o te amarro con las cuerdas más gruesas que puedas imaginar y te meto a ese puto avión para que el Lord deje de joder. Con estar aquí puedes desatar una guerra. —Dice Alessandra cruzando los brazos. Manteniendo su mirada fija y sería sobre mi.

—No me voy a ir. —Digo.

—Ya basta, el Lord no es su dueño. —Dice Bart y me toma de la mano. —Nos Vamos ya a mi departamento Emma. —Dice.

—Un pie fuera y te mato. —La italiana apunta a Bart. —El Lord no juega. Si está mujer no se va el vendrá y no quiero problemas. Así que Emma, camina a ese avión o tu amiguito se muere en este mismo momento. —Dice la italiana.

Exhalo y tomo mi teléfono, encendiéndolo, cientos de mensajes, cientos de llamadas del mismo número.

Ruedo los ojos y le marco. Responde en segundos.

—Espero que ya estes en ese avión.

—No. Y diles a todos aquí que dejen de tratarme como si yo fuera una puta cosa por la cual puedes decidir. No me trates como un maldito objeto o como uno de tus títeres porque no lo soy. No me voy a subir a ese maldito avión y no voy a regresar a Seattle jamás.

—¿No te importo? ¿No te importó todo lo que te dije? —Henry si tenía la voz de ebrio. Apuesto a que se bebió medio bar.

—Sabes que no es eso...

—Son tus excusas, que si Julie, que si esto, que si lo otro... putas excusas porque te importan todos menos yo. —Respiro hondo. —Sube a ese avión Emma. Que si no lo haces, voy a ir por ti y te voy a demostrar de quien eres. Te voy a demostrar que tu eres mía. Que no quieres dejarme y yo no voy a permitir que me dejes.

—No soy tuya. Y no me voy a subir a ese avión. Así que dile a este par de Italianos que se vayan al carajo junto contigo. Y te juro Henry, que si me subes a ese avión por obligación todo el amor que siento por ti se convertirá en odio.

—¿Me amas? Acabas de decirlo. Dijiste que me amas. —Dice.

—Basta, Henry.

—Ahora mismo, voy por ti.

Me cuelga el teléfono y no vuelve a responderme.

NUESTRO INFIERNO I || OFICIALWhere stories live. Discover now