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Emma

Había pasado una semana y sería una mentirosa si digo que no lo extraño. Benson había venido al departamento de Julie un par de veces a ver cómo estoy y a ofrecerme su ayuda para lo que necesite. Pero no, no quiero caridad, no. A Julie básicamente la obligué a que me cobre una renta en su departamento en lo que pienso que va a ser de mi vida. Por lo pronto, conseguí un empleo en un restaurante de comida rápida, la paga no era tan buena pero en ni un lugar más quisieron contratarme, en primera, porque no terminé la universidad, en segunda, porque "era la chica del video que podría traerle mala reputación al lugar" y en tercera porque muchos me reconocían como "la mujer del Lord" y me cerraban la puerta por miedo a tener problemas con la policia o con enemigos de Henry.

—Ten tu paga por tu primera semana. —dice mi jefe. Me pagaba un treinta por ciento menos que al resto pero por ahora no podía rechazar nada.

—Muchas gracias. —digo tomando el sobre con el dinero y voy al área de empleados a quitarme mi uniforme en los vestidores mientras escucho a los demás cuchichear sobre mi. <<Imbéciles>>.

Salgo del restaurante y respiro hondo viendo la tormenta. El departamento me quedaba un poco lejos y si tomaba un taxi definitivamente jodería el dinero de mi semana. Exhalo caminando entre la lluvia empapándome toda. Daba pasos rápidos para llegar lo antes posible al departamento y cuando lo hice me deshice de toda mi ropa tomando un baño caliente.

Suelto lágrimas mientras el agua cae en mi cuerpo. No quería extrañarlo, pero lo hacía. No quería verlo, pero deseaba tenerlo enfrente. Extrañaba sus besos, sus caricias. Extrañaba todo de él. El timbre del departamento comienza a sonar varias veces y me limpio mis lágrimas colocándome una toalla para abrir la puerta.

—Cervezas, frituras, gomitas enchiladas y a tu mejor amigo que viajó por horas para abrazarte mucho. —dice Bart y sonrío al verlo lanzándome a sus brazos.

—No tienes idea de lo mucho que te necesitaba Bart.

—¿Y por qué no me llamaste? —reclama. —Yo me tuve que enterar por Julie de todo lo que estaba pasando.

—No quería molestarte, estas planeando en cómo pedirle matrimonio a tu novio y no quería distraerte.

—Nunca serás una molestia Emma Ridley. Pero ahora si, cuéntame lo qué pasó. —me dice y asiento.

—Voy a cambiarme y vengo, ¿va? Ponte cómodo.

—Serviré las cosas mientras. —asiento y voy a mi habitación a secarme y a ponerme algo de ropa cómoda. Salgo y Bart me da una cerveza. Nos sentamos en el sofá y me mira.

—Cree que lo traicioné. Que le robé mercancía y dinero.

—Si... Julie me dijo que su tío James y ella ya están investigando junto con Benson qué pasó en realidad. —Exhala. —Dicen qué hay fotos donde apareces tú supervisando la mercancía robada.

—¿Fotos? Bart te juro que yo no fui. —Exhaló angustiada.

—Eso lo sé. Tanto James como Julie creen que es un montaje.

—Pero Henry no cree que son un montaje. El me tiene como una traidora. —digo bebiendo un sorbo de la cerveza. 

—Entiende al hombre un poco. Está cegado por la decepción y...

—Y ya. Mejor no hablemos de eso que no me quiero poner a llorar de nuevo. —Bebo un trago de mi cerveza y me acurruco en los brazos de Bart. —Solo quiero embriagarme con mi mejor amigo y ya.

—Entonces a embriagarnos. —Besa mi cabello y enciende el televisor poniendo una película de terror.

Henry

Una puta semana. Ese tiempo había pasado. Una puta semana que parecía una maldita eternidad.

—Los cargamentos fueron un éxito señor. Todos llegaron a su destino sin fallas. —Me enseña unos expedientes. —Ya recuperamos las pérdidas que nos ocasionó...

—No te atrevas a mencionar su nombre. —Le digo bebiendo de mi copa. —Y ahora vete de aquí que necesito que supervises la nueva bodega. Mi mafia ha crecido y necesito bodegas más seguras. Mientras más crezco más enemigos voy a tener. —Exhalo.

—Si señor. Ah, sus tres encargos ya llegaron. Están en el sótano y Julie está reconociéndolos.

—Enseguida voy. —Digo dejando mi copa a un lado yendo por Roger. Acaricio a mi felino haciendo que me siga hacia el sótano donde se encuentra mi hija. —¿Son ellos? —La miro.

—Si, son los cabrones que golpearon y que iban a abusar de...

—No me la menciones. —Camino hacia esas tres escorias humanas que tiemblan en cuanto me ven. —¿Muy hombrecitos, no? Golpeando a mujeres para violarlas. —Los miro.

—¡Fue ella quien nos provocó señor! ¡Fue esa mujer quien nos metió en la habitación de su hotel! —dice uno de ellos y le doy un disparo en las pelotas provocando su grito y su desesperación.

—¡Él tiene razón! ¡Ella nos provocó! ¡Además llevaba un vestido que...

—¡Así esté desnuda o como sea, si te dijo que NO es NO! —También recibe un disparo en las pelotas.

El otro tiembla y me acerco a él jalándole el cabello.

—Hoy estás de suerte insecto. Tu serás quien salga a decir que con lo que es de él Lord nadie se mete. —Susurro solamente para que él escuche. Le doy una patada en las bolas. Y le quito las cadenas ordenándole a mi gente que se lo lleven de aquí.

—Por favor, señor, no nos mate. Tenga Piedad por favor. —llora uno de ellos, el que según Julie iba a tocarla. Sonrío.

—Para que vean que no soy tan malo como dicen no voy a matarlos yo. —Les disparo en ambas rodillas a los dos. —Será Roger quien terminará con ustedes. —Me río burlesco. Ordeno que los desaten y le doy la señal al desesperado felino para que comience a devorarlos.

Salgo del sótano con Julie y me sirvo una copa mientras mi hija me mira.

—La amas todavía. Por eso mataste a esos tipos. Porque iban a hacerle daño a la mujer que amas. Vi tu furia en cuanto te conté lo que había sucedido. La amas todavía papá y creo que estás a tiempo de ir por ella y....

—¡Basta! Esto lo hice porque es lo que esos se merecen. Es lo que debería pasar con todos los pinches violadores.

—Mejor acéptalo antes de que sea tarde papá. Emma está mal aunque quiera hacerse a la fuerte.

—No voy a perdonar a una traidora Julie. Sabes que la traición es algo que jamás perdono.

—Emma no te traicionó.

—¿Ah no? ¿Y donde están las pruebas que tú y James dijeron que me iban a traer? —Ella baja la cabeza. —No las consiguen porque no existen. Porque ella si me traicionó. Porque la evidencia estaba en su casa, porque las fotografías lo prueban. —Digo con la voz entrecortada. —Y ya, aquí no se habla más del tema Julie.

—Pero papá...

—¡Pero nada! Ya. Para mí, Emma Ridley está muerta. —Me voy y me sirvo una copa para embriagarme y olvidar a esa maldita traidora.

Exhalo y tomo mi teléfono tecleando el número de la Italiana que según Benson me había informado, estaba en la ciudad.

NUESTRO INFIERNO I || OFICIALWhere stories live. Discover now