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Henry

Italia me recibe con la italiana Alessandra Rinaldi desnuda en su auto. Había venido sola y sin escoltas.

—Bienvenido Lord. Siempre le doy el recibimiento que se merece. —Me guiña el ojo y exhalo levantando la vista hacia otro lado.

—Vístete que llevo prisa. ¿Dónde están los autos que pedí para llevarme a casa de Alessandro? —Digo.

—Tómame como tu chofer sexy personal.

—No estoy para juegos. Vístete. —Me volteo y tomo mi teléfono para pedirle una puta explicación al italiano.

No me responde. ¡Hijo de puta!

—Ya, Lord. —Alessandra me rodea por detrás besándome la espalda. —La última vez que viniste a Italia yo fui quien te recibió de esta manera y no pareció disgustarte. Al contrario, me follaste en el auto. —Dice y me separo de ella con mi paciencia llegando al límite.

—¡Dije que te vistas carajo!

—¿¡Que mierda te pasa!? ¿Dónde quedó el Henry calentón que me follaba cada que pisaba Italia? —Cruza los brazos. Estoy harto de verla así que me quito el saco y se lo doy.

—Ponte esto. —Digo y molesta se lo coloca tapándose por completo. —Ese Henry ya no existe. —Digo y ella ríe.

—No eres hombre de una sola mujer Henry. Nunca has estado solo con una. Te juro que no soy celosa, puedes estar con Emma y también puedes follarme las veces que quieras. —Se acerca a mi. Y la tomo por las muñecas mirándola serio.

—Follamos solo tres veces y porque venia a Italia ebrio, de lo contrario jamás te hubiese abierto las piernas. —Mi paciencia había llegado a mi límite. —¡Pídeme un puto auto si no quieres que llene tu cabeza de balas aquí mismo y luego la de tu hermano! Necesito llegar con mi mujer YA. —Digo.

—Cuando se te pase el EmmaHechizo, me vas a suplicar que te abra las piernas y no lo haré Henry hasta que no me des el honor de ser tu esposa. —Me mira y río a carcajadas.

—De plano a ti tu madre te dejó caer varias veces cuando eras pequeña. —Río. —¿En que momento llegaste a pensar que tú y yo podríamos casarnos? ¿Que tienes en la cabeza Alessandra? —Río más viendo su furia.

—Soy la mujer que tú madre quiere para ti Henry. Tu madre me crío. Ella siempre soñó con vernos junto y...

—Mi madre te crió a ti. No a mi.

—Emma es una niña a tu lado. Una mujer a tu altura es lo que necesitas y no a una niñita que lo que hace es huir de ti. Para Emma significas solamente un juego. Una ilusión de una jovencita. Henry, tu y yo, juntos, podríamos hacer de tu mafia un imperio sumamente sólido. Yo no me andaría con niñerías de "Yo no me voy a subir a ese puto avión" "No vengas por mi" y todas esas tonterías. Yo contigo me iría hasta el fin del mundo. —Me mira.

—Bien, ve hasta el fin del mundo y ahí piérdete. Ya basta Alessandra, que mi madre te haya llenado la cabeza de cuentos de ser la mujer del Lord te dejó medio mal. —Le quito las llaves del auto y me subo para conducir. Volteo a ver a mis escoltas. —Benson, te vienes conmigo, el resto, espere aquí, mandaré por ustedes en cuanto llegue a casa de Alessandro. —Miro el vestido de Alessandra en el asiento y se lo lanzo. —También mandaré a gente por ti. Respecto al saco, puedes quedártelo o quemarlo, da igual. —Me voy, ansioso por ver a Emma.

Pero tenía que dirigirme a un lugar antes, a uno que me interesaba. Tenía cuatro años sin ver a esa mujer. Ojalá que cuando me vea, no termine odiándome.

Me estaciono fuera de su casa, un par de escoltas de los Rinaldi aguardan afuera, Alessandro, su hermanita y sus difuntos padres eran personas sumamente cercanas a mi madre.

La madre de Alessandra y Alessandro y mi madre eran algo así como lo que tenían Emma y Julie, mejores amigas y casi hermanas. Por eso mi madre vive en Italia desde hace más de diez años y es lo mejor, aquí está muchísimo más segura de todo.

Toco un par de veces la puerta y su sonrisa me recibe y sus brazos me rodean.

—¡Mi muchacho! —Me abraza. Sonrío.

—Hola mamá. —Digo.

—Buen día, señora Mia. —Saluda Benson.

—Hola Benson. —Dice mi madre y me acaricia el rostro. —¿Qué haces por Italia? Vi las noticias, ¿Viniste para esconderte de la policía? Porque si es así, podrías ir a la mansión Rinaldi. A mi Alessandrita le encantaría verte de nuevo. Ya te dije Henry que deberías de asentar cabeza de una vez. Julie necesita una figura materna y tu a una mujer a tu lado. Alessandra es perfecta para ti. —Dice.

—Ahora que lo mencionas... ya deja de llenarle la cabeza de ideas a Alessandra, esa mujer no me interesa mamá.

—Henry... ¿Acaso eres gay y por eso nunca "te has enamorado"? Siempre me pones la misma excusa de "no me he enamorado" cuando te pregunto cuando tendré a una nuera. Hijo, si te gustan los hombres no voy a juzgarte, al contrario, te pediré como requisito que te agarres al más guapo de Seattle o de Italia. —Dice mi madre y río.

—Mamá, ya me enamoré. De Emma Ridley. Es la mujer más hermosa que he conocido, es.. es tan inteligente, tan noble... me encanta mirarla, me encanta escucharla hablar, verla reír, me encanta ver esos ojos que son preciosos. Y quiero que la conozcas. —La miro. —¿Y por qué me pones esa cara? —Río.

—¡Es la primera vez en tus treinta y cinco años que me dices que estás enamorado! Ni siquiera en la adolescencia cuando todos se enamoran de todos habías dicho esas palabras Henry Adams. —Sonríe y me abraza feliz. —Quiero conocerla.

—Te la traeré esta noche. —Dejo un beso en la frente de mi madre.

—Prepararé algo delicioso para la cena. —Me abraza.

Me despido de ella y me voy camino a la mansión Rinaldi. Alessandro está ahí y le informo que envíe autos por mis escoltas y por su hermana, me indica donde está la habitación de Emma y la veo dormida.

—Antes que empieces a preguntar que hace un hombre guapísimo en el cuarto de tu mujer.. —Me dice "Bart" tomando su teléfono. —Escúchala, que creo que tendrás buenas noticias. Por cierto, como el mejor amigo de Emma te digo anticipadamente que si le haces daño, aunque seas el Lord y aunque sea lo último que haga, voy a matarte. —Me da palmaditas en el pecho y me mira. —Yo daría la vida por Emma. Ahora, los dejaré solos... —Sale y exhalo viéndola dormir.

Me recuesto a un lado de ella y la rodeo con mis brazos besándole las mejillas. La siento despertar y sonrío.

—Te dije que no te dejaría ir. Vine a buscarte a Italia y te buscaría hasta en el fondo del océano. Porque te amo. —La volteo a mi. La miro fijamente. —Si tu excusa más grande es Julie, ya pensé en ir juntos a decirle. Si tu excusa es Seattle, entonces nos mudamos a la ciudad que se te venga en gana. Si me quieres, entonces, dame la oportunidad de amarte Emma Ridley. —Le acaricio sus suaves mejillas y sigo perdido en sus ojos deseando besar sus labios y hacerle el amor otra vez. —Lo voy a preguntar una vez más, ¿Quieres ser mi novia Emma Ridley? —La miro atento.

NUESTRO INFIERNO I || OFICIALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora