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La oscuridad ya había caído para cuando el tren escarlata finalmente se detuvo. El viaje había durado más de lo que Aylin tenía previsto y en menos de las primeras dos horas de trayecto había quedado dormida en el silencioso cubículo que compartía con Regulus.

La bruja aún continuaba estirándose en los asientos cuando sintió que la maquinaria ya no se movía. Regulus había tratado de explicarle que el viaje en el tren era parte de la experiencia de estudiar en Hogwarts, pero mientras sus músculos entumidos comenzaban a despertar Aylin hubiera deseado casi cualquier otro método de transporte más efectivo que un largo viaje en tren. 

Cuando finalmente se les permitió descender del tren, agradeció mentalmente el poder volver a estirar las piernas y caminar. Odiaba quedarse quieta durante tantas horas.

El silencio y tranquilidad que había experimentado durante todo el viaje se vio interrumpido, luego de que el resto de los amigos de Regulus se acercaron a ellos. 

Aylin conocía a algunos de ellos, pues los había visto en algunas ocasiones durante su estadía con los Malfoy. 

Divisó entre el recién formado grupo el rostro de Mulciber y el muchacho que nunca abandonaba su lado, Avery—desde la perspectiva de Aylin, bien podían ser siameses. A un costado del par se encontraba otro mago mucho más alto que ambos, Antonin Dolohov, a quien solo conocía de vista. 

A los costados de Regulus había dos magos más, uno de ellos era ligeramente más alto que Regulus, pero no tanto como Dolohov, tenía unos ojos azules oscuros como zafiros y sus labios estaban contraídos en una mueca de desdén. Aylin no podía negar que el joven mago era bastante atractivo. 

El otro mago era el que se había encargado de robar su lugar junto a Regulus, tenía el cabello oscuro el cual le caía por la cara hasta el mentón y una nariz irremediablemente encorvada que sobresalía de su perfil. En sus ojos una clara mueca de aburrimiento.

La conversación fluyó entre ellos al reencontrarse. Aylin había tratado de prestar atención al inicio, sin embargo, perdió prontamente el interés al no ser capaz de reconocer los nombres que flotaban dentro de sus palabras, ni los lugares a los que se referían. Si aquello era intencional o no para mantenerla al margen de la plática, jamás lo supo. 

Ignorada por el resto de su grupo decidió utilizar ese tiempo para hacer algo que le parecía infinitamente más interesante, observar.

Se dio cuenta de los grupos de estudiantes que se habían formado. Hombres y mujeres entremezclados, personas con un mismo color de uniforme o personas con uniformes diferentes conviviendo en armonía. El único color que no se incluía dentro de esas mezclas era el de esa casa en la que le habían dicho que debía pertenecer, la casa de las serpientes: Slytherin.

Pronto fue obvio para ella la manera en la que otros los observaban. Notó admiración y repulsión, miedo y veneración hacia su grupo. El mar de estudiantes se abría ante ellos con precaución, dándoles preferencia. Aylin sonrió con satisfacción al notar la manera en la que rehuían a su mirada y saboreó entre sus labios el dulce sabor del poder, incluso aquellos que observaban a la distancia con repulsión en sus rostros no se atrevían a cruzarse en su camino. 

Todos y cada uno de ellos, brujas y magos de Hogwarts, temían. Todos excepto tres individuos que no se molestaban en esconder el desafío en su mirada. 

En físico ninguno se parecía, pues donde uno era delgado, los otros eran atléticos y donde uno era castaño los otros no lo eran, pero había algo más allá del uniforme que los identificaba como uno, la valentía. 

Aún a la distancia Aylin podía sentirla, desbordando en la mirada empañada por grandes anteojos del castaño, que con repulsión los observaba; en el análisis meticuloso del más alto que con precaución recorría sus ojos por todo su grupo. Podía sentirla en el frío peso del tercer par de ojos que la miraban directamente a ella, congelándola en su sitio. Por el más breve de los momentos las miradas de ambos se conectaron haciéndola estremecer. Había algo en ese par de ojos, algo que no podía descifrar. 

A pesar de la sensación que pudo generarle el cruce de sus ojos, no se permitió bajar la mirada ni un segundo, regresando la amenaza implícita en su rostro con una amenaza propia. Aylin no estaba dispuesta a demostrar debilidad, ni frente a él, ni frente a nadie más. 

Finalmente, él rompió el contacto. 

La bruja reanudó su paso sin dedicarle ni una mirada más al mago.

Justo cuando la rubia comenzaba a preguntarse si caminarían todo el trayecto hasta el castillo, aparecieron frente a ella una serie de carruajes bien alineados, dejándola pasmada. Claro que no había sido la belleza de los carruajes o su perfecta alineación lo que la había desconcertado, sino las enormes criaturas oscuras colocadas frente a cada una de las carrozas.

Parecían esqueletos andando, apenas recubiertos por una fina capa de piel tan oscura que ayudaba a esconderlos entre las sombras de la noche. Un aura triste rondaba alrededor de ellos.

No eran criaturas bonitas. Tan solo el mirarlos le había producido un escalofrío que recorrió cada centímetro de su piel. Le parecieron animales extraños, inadaptados e incomprendidos. Por un breve instante, se sintió identificada.

—Puedes verlos. —No una pregunta, sino una afirmación de una voz desconocida.

Se giró hacia lo voz, encontrándose con el mago de los ojos zafiros que no había reconocido minutos atrás. 

—¿Tú no? 

—Son Thestrals. —Ahí comprendió todo.

Maldijo mentalmente su lentitud para reconocer las criaturas, observando los profundos ojos azules del mago con recelo. Aquella información era mucho más de la que tenía planeada compartir con nadie. No necesitaba que nadie supiera lo que sus ojos habían visto. 

Todo en el rostro del mago era indiferencia, sus finos labios, sus castañas cejas, sus pronunciados pómulos, todo excepto su mirada. Oh, no, sus ojos estaban vivos, muy vivos, llenos de algo que Aylin no tuvo problema en identificar: curiosidad. 

Dejó caer el velo oscuro frente al talón de sus pensamientos, ocultando todo detrás de este. 

El mago ladeó ligeramente su cabeza, evaluándola. 

—Creo que no hemos sido formalmente presentados. —Habló él de nuevo, extendiendo su mano hacia ella—. Evan Rosier es el nombre.

Se quedó quieta, observando su mano. Observándolo a él. Probó el nombre en sus labios, fijando la expresión en su rostro. Todo pupilas dilatadas y silencio. 

—Aylin Winchester.

Estrecharon las manos.

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Les prometo que todos, absolutamente todos los capítulos (sin importar qué tan de relleno sientan que sean) tienen información relevante.  

El punto está en los detalles. 

Busquen los detalles. 

Also, Evan Rosier 7u7

Gracias por leer. 

Los tqm. 

C O M E N T A,  V O T A,  C O M P A R T E

xoxo

MadaM Querr


Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now