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NOTA: Dale play a la canción en los primeros "···" (no, no son puntos suspensivos)

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Aylin no estaba dispuesta a creer en profecías. No estaba dispuesta a creer que el destino estaba escrito y ella no tenía ni voz ni voto en este, a pesar de eso, no podía ignorar el hecho de que todo estaba cumpliéndose conforme a lo que había sido escrito.

"El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca..., Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes...Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce...Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida."

Lily y James Potter se habían enfrentado a Voldemort tres veces.

Harry Potter había nacido el 31 de julio de 1980.

Aylin no era lo suficientemente ingenua para creer que se trataba de nada más que una mera coincidencia.

Ella sabía que él era el elegido.

Voldemort lo había elegido.

El resto de la profecía se le escapaba, pues no podía comprender cómo un bebé podía tener el poder suficiente para derrocar al mago más temido, ni mucho menos entendía qué era aquel poder que el Señor Tenebroso no tenía que le serviría de ventaja. Claro que el poco entendimiento no era pretexto suficiente para mantenerla alejada de analizar las palabras una y otra vez, tratando de hacer sentido de ellas, tratando de encontrar una respuesta que pudiera servirles, que les ayudara a vencer. Esa mañana, justamente eso estaba ella haciendo mientras colgaba el primer adorno de la habitación sobre una cuna de madera.

Sirius y ella habían acordado que no criarían a su hijo dentro de las lúgubres paredes de Grimmauld Place, sin importar qué, pues aquel lugar no era nada más que el viejo cadáver de una casa que jamás logró convertirse en un hogar. Ellos no querían eso para su pequeña familia, así que acoplaron una de las habitaciones del apartamento de Sirius, transformándola en la habitación que pertenecería al pequeño.

A pesar de la emoción que eso pudiese traer, la habitación seguía casi completamente desnuda y el niño seguía sin vivir en ella.

Aylin sabía dos cosas sobre Molly Weasley 1) hacía un pay de calabaza exquisito y 2) tenía el corazón más grande que jamás hubiese conocido. Aylin deseaba algún día poder ser más como ella.

Desde el primer momento en el que el bebé había nacido, Molly se había ofrecido a cuidar de él, a pesar de toda la tropa pelirroja de la que tenía que cuidar en casa, pues su madre pocas veces estaba presente y su padre pasaba más tiempo en casa de los Potter que en su propia casa.

Ni Sirius ni Aylin se habían permitido encariñarse con la pequeña criatura, sabiendo lo efímero que aquello podía resultar. Parte de Aylin se sentía culpable por eso, pues pasaba más tiempo cargando al hijo de Narcisa que a su propio hijo, pero en el fondo sabía que aquello era probablemente lo mejor.

Se preguntó si algún día se arrepentiría de ausentarse.

—No sabía que estabas aquí.

Aylin brincó en su sitio elevando su varita como acto reflejo apuntando directamente hacia la voz.

—¡Maldición, Regulus! ¿Quieres morir acaso? —reclamó, llevándose una mano al pecho, bajando su varita—. Me asustaste, idiota.

—Yo también te extrañé, pero no es por eso que estoy aquí, bueno, en realidad quería que fuera una sorpresa..., pero tenías que estar aquí justo ahora, tal vez debería volver después, sí, eso sería una buena idea, creo que volveré luego. Nos vemos, Lyn.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now