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Cuando se trataba del periodo de exámenes, había dos clases de estudiantes, los que vivían, comían y respiraban para estudiar en cada momento del día y no hablaban de otra cosa más que de los exámenes o la clase de estudiante que evitaba el tema todo lo que podía y no podrías encontrarlo ni a quinientos metros de la biblioteca. Aylin y Sirius, caían en ese segundo grupo.

Le había tomado todo su poder de convencimiento y dos varitas de regaliz a Aylin el poder disuadir a Regulus de volver a ir a la biblioteca (por milésima ocasión en la semana) y, en vez de eso, acompañarla a reunirse con James y Sirius en las cocinas.

Regulus estaba seguro de que la bruja probablemente era la mala influencia de su relación, pero eso no pudo importarle menos, pues el peso constante del saber que una vez que cruzara las puertas de Hogwarts ese año no volvería jamás, le hacía perder un poco la motivación de estudiar para esos exámenes. Aylin ni siquiera se molestaba en tocar los libros de texto.

Para ese punto, los tres magos y la bruja se encontraban dentro de las cocinas, charlando como cuatro viejos amigos. Aylin, que había encontrado un libro de recetas, estaba empeñada en cocinar un tipo de galletas de ranas de chocolate, por lo que mitad prestaba atención a la conversación de sus tres amigos, mitad se concentraba en revolver correctamente la masa de las galletas.

–Ven, ayúdame con esto –le dijo al ojigrís que no le había quitado la mirada de encima desde que la había visto manejando ollas y fuego. No había que ser un gran observador para saber que la bruja, a todas luces, era nueva en la cocina.

Sirius se acercó hasta ella, ignorando la conversación que se desarrollaba entre Regulus y James.

–Prueba esto y dime qué opinas, ¿sí? –pidió la bruja, elevando una cucharadita de la mezcla hasta el azabache, concentrada en llevar uno de sus dedos hasta sus labios, probando ella misma la masa–. Sé sincero, es la primera vez que hago algo como esto y no sé si...

Sirius la interrumpió, robándole un beso con sabor a chocolate.

–Está perfecto –respondió el mago, sonriéndole juguetonamente, mientras limpiaba una de sus comisuras que habían quedado manchadas de la mezcla.

–¿Seguro, o necesitas otra muestra?

El azabache sonrió de lado acercándose hasta ella, posicionando ambas manos en su cintura hasta cerrar la brecha entre ellos, besándola, primero de manera lenta, disfrutando el sabor del chocolate que se filtraba por la unión de sus labios, rápidamente incrementando el ritmo del beso, acercándola aún a él, sonriendo al sentir las manos de ella viajar hasta la parte posterior de su oscura cabellera.

–¡Sirius Orion Black!, no te atrevas a soltarnos un Código Rojo ahorita, ¡no frente a los niños! –vociferó escandalizado James, interrumpiendo el apasionado beso de la pareja. Este cubría protectoramente los ojos de Regulus.

–No soy un niño, James –reclamó el ojiazul, removiéndose–. Pero él tiene razón. No quiero ver a mi hermano metiendo su lengua hasta la garganta de la bruja que es como mi hermana.

Sirius largó una cínica carcajada, soltando a la rubia, la cual hacía lo que podía por cubrir su rostro terriblemente sonrojado.

–Una disculpa –dijo el ojigrís, encaminándose hasta su asiento, arrastrando a la bruja con él–, no todos tenemos "rondas de prefectos" para los Códigos Rojos.

–Al menos yo no estoy metiendo mis manos dentro de...

–¡Muy bien! –interrumpió el menor de los Black, levantándose de su asiento–, creo que esa es la señal para que me vaya. Tengo un par de tareas que terminar.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now