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Había ocasiones en las que lo único que Aylin quería era besarlo. Enredar sus dedos en las hebras azabaches de su cabello, sentir el calor de sus manos rodeando su cintura, devorar sus labios y perderse en su sabor. Amarlo con locura en el silencio de la noche.

Había otras ocasiones en las que lo único que quería Aylin era golpear su apuesto rostro repetidamente con el primer libro de tapa dura que encontrara a la mano.

Esta, era una de esas ocasiones.

–¿En serio?, ¿de verdad crees que voy a creer toda esta farsa de "no podemos ser tan obvios", Aylin?

–¿Qué es lo que quieres entonces, Sirius?

–Sabes qué es lo que quiero.

–Salvarla –resopló sarcásticamente–, ¿por qué no de una vez me pinto un jodido letrero de traidora en la frente y me entrego a la perra psicótica de tu prima?

El mago torció los ojos.

–Estás exagerando y lo sabes.

–No, no lo estoy –dijo–, si saboteamos esta operación antes de que siquiera comience ellos van a saber que hay otro traidor, Sirius y por si no lo habías notado, ¡ya dudan lo suficiente de mí!

–¡Ay, por favor, Aylin! ¿Por qué no simplemente aceptas porqué no quieres hacer esto? –recriminó Sirius, acercándose hasta ella.

–¿Qué quieres decir con eso? ¿Huh? –replicó, encarándolo.

–¡La única razón por la que no quieres hacer esto es porque se trata de los McKinnon!

Aylin se rió sin gracia.

–Oh, y porque Marlene no me cae bien quiero dejar que muera –continuó ella, perforando al mago con su mirada–. ¿En serio piensas sacar la carta de los celos en esto, Sirius?

–¿Qué otra maldita razón tendrías para decir que no? ¿Eh? –reprochó.

–¿Qué otra razón? ¿¡Qué otra jodida razón!? –repitió la bruja, sus nudillos blancos de la fuerza en sus puños–. ¿Qué tal mi puta supervivencia, Sirius? ¿Te parece suficiente razón? –continuó, evitando que el mago pudiese interrumpirla–. ¡Me importa un carajo si es Marlene o no, no podemos arriesgarnos a arruinar esta operación! ¡Tienen que esperar a que ella los llame! Pero, si lo prefieres, puedo ponerme a bailar frente a Voldemort y restregarle en su maldito rostro deformado ¡que soy una puta traidora de mierda! –vociferó–. ¡Si lo que prefieres es eso, nada más tienes que decirlo!

Aylin poco podía escuchar más allá del latido acelerado de su corazón retumbando en sus oídos.

Estaba dispuesta a irse a la guerra con él de ser necesario, a pesar de que lo odiara. No pensaba arriesgar su posición aún más, no luego de la creciente inestabilidad en el bando mortífago y las miradas intensificadas de sospecha luego de la destrucción del tercer horrocrux. No cuando había otra vida inocente en juego que colgaba de sus manos, pero su cuerpo parecía tener otros planes.

Sintió una punzada de dolor recorrer su vientre, casi tuvo que doblarse sobre sus rodillas para contrarrestar el dolor. La parte baja de su abdomen estaba ardiendo, lastimándola. La bruja llevó su mano a su vientre en cual un bebé se habría estado moviendo libremente de no haber sido por el hechizo que ocultaba lo abultado de su barriga. El dolor, le habían dicho, sería un efecto secundario que se magnificaría por el reducido espacio en su cuerpo. Un efecto secundario de mantener el secreto.

No escuchó la voz de Sirius hasta que este se colocó frente a ella, sosteniendo su cintura con una mano y con la otra, acariciando la mano en su vientre.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora