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Sirius tardó unos cuantos segundos más en salir de su aturdimiento. Tambaleándose, logró levantarse del suelo. En su cabeza, la imagen borrosa de su hermano atacándolo aún se reproducía. Se negaba a creer eso, se negaba a creer que Regulus lo había atacado, que lo había dejado tirado en un pasillo y había huido en la dirección contraria, porque cerrar los ojos parecía una mejor alternativa que aceptar lo que había sucedido. 

Corrió tan rápido como su cuerpo se lo permitía. Ya no había más gritos en el castillo, solo podía escucharse a lo lejos uno que otro sonido extraviado de pelea, fuera de ahí, silencio. Sirius jamás se había sentido tan asfixiado por el silencio como en ese momento.

Siguió corriendo sin rumbo específico. La había perdido de vista, no quedaba ni el mínimo rastro de ella. Los pasillos se encontraban semidesiertos, no había en ellos nadie más que unos cuantos estudiantes esparcidos por todos lados. Algunos de ellos lloraban.

Finalmente, se detuvo. El mal presentimiento que tenía crecía en su pecho, presionando sus pulmones dentro de su caja torácica, convirtiendo el respirar en una labor imposible. Se recargó sobre sus rodillas, obligándose a respirar lentamente, sintiendo como en su rostro las gotas de sudor se resbalaban y entonces, un movimiento repentino atrajo toda su atención.

A solo unos metro de él un mago corría desenfrenadamente, sin siquiera dedicarle una segunda mirada a aquellos por los que pasaba por encima, demasiado centrado en avanzar como para darse cuenta de los grises ojos que lo observaban.

Evan Rosier jamás había sido tanto de su interés como en ese momento.

Obligándose a erguirse de nuevo y, haciendo caso a su instinto, siguió al mago de los ojos zafiros.

Salió del castillo pisándole los talones, comenzando a dudar sobre el motivo que lo había impulsado a seguirlo, cuestionándose si tal vez y solo tal vez debió de haberse quedado adentro, revisando por los pasillos hasta encontrarla. Dudando de que Evan Rosier pudiera, de alguna manera, guiarlo hasta ella. Y entonces, los vio.

Diez figuras danzaban en la tenue oscuridad de los inicios de la noche, una detrás de otra, formando una línea zigzagueante. El sol había desaparecido en el horizonte dejando paso libre a las tinieblas, a pesar de la poca iluminación, Sirius jamás fallaría en distinguirla.

Aylin Winchester corría al final de la fila.

Aceleró su paso, poco importándole si el mago al que había estado siguiendo lo notaba, poco importándole nada más. En su mirada, el rubio cabello entintado de la luz plateada de la luna refulgía, retándolo a alcanzarla, rogándole por hacerlo.

La distancia parecía burlarse de él, acrecentándose con cada paso que ella daba, reduciéndose con cada zancada de él, a pesar de eso, sabía que no la alcanzaría. Sentía que ella se le estaba escapando por entre los dedos y él no sabía cómo cerrar sus puños.

Se detuvo, aceptando ser vencido por la distancia, rindiéndose ante su juego macabro y, en un acto desesperado, hizo aquello que solo Sirius Black se atrevería a hacer, gritó su nombre.

Solo eso fue suficiente para verla detener sus pasos.

Finalmente, Aylin lo miró a los ojos.

···

James no podía acabar con Avery, no importaba si eso era lo que él merecía, simplemente no tenía el corazón para hacerlo.

El mortífago miró a su atacante, la sorpresa filtrándose en sus rasgos al notar que este bajaba su varita en silencio. No se atrevió a desviar la mirada, temiendo que en el primer momento en el que lo hiciera lo atacaría, sin embargo, James solo lo miraba como sin saber muy bien qué hacer con él.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now