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El cielo estaba gris esa mañana.

El silencio de las primeras horas del alba entintado de escalofríos, las nubes emitían una luz mortecina, una luz que gritaba a lluvia.

Un augurio.

La guerra estaba ahí, llamando a su puerta, clamando en bramidos sus nombres ordenándoles a hacerse presentes.

Olía a lluvia esa mañana, a truenos y caos. Olía a muerte.

El fin, corriendo detrás de sus talones, estirando sus frías garras hacia ellos, arañando sus espíritus, aprisionándolos, asfixiándolos.

El fin de una guerra que no podían ganar.

Ella lo sabía.

Sentía el peso de la muerte sobre sus hombros, como una promesa. Un trato con un dios oscuro que estaba por ser sellado. La cosecha de una siembra nacida entre lágrimas y destrucción.

Las nubes sobre su cabeza se arremolinaron, un cúmulo de oscuridad acariciando la superficie, coqueteando con ella.

Aylin inspiró el aroma del cielo, reconociéndolo, haciéndolo suyo. Observó las nubes con una mueca en sus labios, indispuesta a ceder a sus deseos. Cerró sus brazos alrededor de ella, rechazando el peso de la muerte que rumiaba en las esquinas más oscuras de su ser.

Ese era el fin y ella lo sabía, pero no estaba dispuesta a rendirse ante ello.

El primer trueno retumbó en el cielo.

Sintió las primeras gotas caer sobre su rostro y sonrió.

Sonrió a la muerte, de esa manera maliciosa en la que solo ella podía hacerlo.

El fin estaba ahí, sobre sus hombros, entre las filas de mortífagos arremolinándose en la entrada y ella solo sonrió con más fuerza, sabiendo que, luego de esa noche, ellos desearían jamás haberse aparecido.

Y, con un último grito de batalla, la lucha se desató.

Solo un bando sobreviviría para admirar un nuevo día.

Solo un bando sobreviviría para admirar un nuevo día

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Horas antes

Una idea era algo peligroso, infeccioso como un virus, nocivo como un cáncer. Un caballo de muerte y vida.

Regulus Black tenía una idea y eso era lo único que necesitaban.

—No podemos vencerlo sin destruir los dos horrocruxes que faltan.

—Pero podemos retrasarlo, no pienso quedarme de brazos cruzados viendo cómo Hogwarts es destruida.

—Estoy con Cornamenta en esto, Hogwarts es nuestro hogar, no podemos dejarles destruir eso también.

—No, pero tampoco podemos lanzarnos a una lucha que no podemos ganar.

Regulus observaba al grupo de magos y brujas presentes en la oficina de Dumbledore tratando de ponerse de acuerdo. Algunos querían evacuar el castillo, huir antes de que él llegara, otros, estaban convencidos de luchar, aún si fueran a perder, pues morir peleando era infinitamente mejor que huir como unos cobardes –o al menos eso era lo que habían dicho–. Regulus no estaba muy seguro de hacia qué bando se decantaba.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now