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Aylin se había prometido que ya no le importaría más. Se había prometido no involucrarse de nuevo. Se había prometido no amarla una vez más.

¿Cuánto vale una promesa cuando va en contra del corazón?

Trató de ignorar sus sollozos, caminar por el pasillo como si no hubiese presenciado esa escena, como si no hubiese visto sus ojos llorosos y las lágrimas pesadas ensuciando su rostro. Como si no le importara.

Ella sabía que lo lograría si se lo proponía. Sabía que podría escapar de ahí si lo intentaba.

No lo intentó.

Maldijo en voz baja, deteniendo sus pasos.

Mirarla aún dolía. Escuchar su risa, su voz, mirar su sonrisa y pensar que en otra vida habían sonreído juntas.

Mirarla dolía, porque era un recordatorio de lo que una vez fue. De la vida que una vez vivió. De un hogar que había sido destruido.

Mirarla dolía porque en sus ojos podía ver el reflejo de la persona que ella alguna vez había sido.

A pesar de eso, dio media vuelta sobre sus pasos.

···

Cyra Hendrix lloraba sobre su cama cuando sintió la presencia de alguien más.

Aylin Winchester la observaba desde el umbral de la puerta.

Cyra nunca se había sentido avergonzada por llorar. Cuando sentía la necesidad de hacerlo, simplemente dejaba a las lágrimas correr libremente por su rostro, dejaba que la felicidad o la tristeza, la añoranza o la dicha la llenaran hasta desbordase por sus ojos. Sabía que eso era necesario, sabía que para volver a sentir algo debía vaciarse primero y las lágrimas siempre le habían parecido la mejor opción para eso.

Cyra nunca se había sentido avergonzada por ser quien era, pero cuando se encontró con la mirada de Aylin observándola, sintió la necesidad de limpiar las lágrimas y girar su rostro. Aún cuando sabía que no debía hacerlo. Aún cuando ella la hubiese visto llorar mil veces antes.

Cyra sabía que ya no era lo mismo. Que ya no podía correr a refugiarse entre sus brazos, que ya no podía esperar que ella limpiara sus lágrimas y le susurrara que todo estaría bien, había perdido esa oportunidad. Ella la había arruinado.

Así que, en vez de correr a abrazarla como tanto deseaba, en vez de buscar su rostro, su risa, sus palabras, giró su rostro a otro lado, dándole el tiempo que ella necesitaba para escabullirse por el pasillo, para ignorar su presencia como había estado haciendo desde el primer día que se había instalado en ese continente.

Lloró aún más fuerte al escuchar sus pasos, ahogando el sonido de su llanto en su mano. Quería llamarla, quería pedirle que la escuchara, que le gritara como había hecho ese primer día, que la odiara en voz alta, que la tratara mal si prefería, que la mirara con resentimiento, quería pedirle que hiciera cualquier cosa, excepto ignorarla, pues el peso del silencio y la indiferencia la estaba matando lentamente. Se sentía sola, más sola de lo que jamás había estado. Lo estaba.

Sintió el colchón hundirse a un lado de ella, así como en los últimos días.

Recordó que esa no era su habitación–pues ella no tenía una–, y que, a pesar de lo que el amable mago le había dicho, no podía aparecerse ahí cada vez que así se le antojara.

–Lo siento, Remus –se disculpó, removiéndose en su lugar, aún sin atreverse a girarse–. Sé que no debería estar aquí.

–Así es, no deberías estar aquí.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now