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—Hey —susurró Sirius, reacomodándola en sus brazos—, no te duermas cariño. 

Aylin sabía que estaba mal. 

Sabía que estaba mal acurrucarse en su pecho y añorarlo en la protección de las sombras. 

Aylin sabía que estaba mal y aún así...

La rubia no estaba segura de cuánto tiempo había transcurrido desde que había logrado persuadir a Sirius de que no la llevara a la enfermería, desde que Julius Smith había huido tambaléandose por el pasillo con la nariz ensangrentada y había logrado que James y Remus se encargaran de distraer a McGonagall, así como tampoco sabía dónde estaba en ese momento. 

De un momento a otro, apareció una puerta en la pared frente a ellos.

El olor a antiséptico fue lo primero que la recibió al cruzar las puertas, las cuales desaparecieron detrás de ellos, encerrándolos dentro de las paredes. 

La habitación era simple y pulcra como un hospital. Había una cama, estantes con instrumentos médicos y una chimenea que mantenía la temperatura dentro del aula agradable. 

—¿Dónde estamos?

—Sala de los Menesteres —explicó Sirius, acomodándola lentamente sobre la cama. 

—La sala que viene y va. —Aylin había leído sobre esa habitación antes, siempre había creído que era un mito. 

Sirius se acomodó a su lado en la cama, llevando en manos un pequeño recipiente con agua y gasas limpias. Aylin se dijo a sí misma que no lo estaba mirando por ser él, sino por invadir su espacio en la cama. 

Espacio que no quería de vuelta. 

—Winny —llamó su atención—, tenemos que limpiar esas heridas.

La bruja asintió imperceptiblemente. 

Sirius humedeció la gasa en el agua y, dejando el recipiente a un costado de él, se acercó hasta ella. 

Aylin podía sentir su cálido aliento en la cara. 

Suavemente, Sirius sostuvo su rostro, obligándola a mirar hacia un costado. Aylin se convenció de que el calor en su rostro tenía más que ver con la temperatura del agua en la gasa que con la cercanía del mago. 

Una mueca se le escapó al recorrer la gasa la parte más dañada de su pómulo izquierdo. 

—Mierda, lo siento. —Había una dulzura en su voz que Aylin no había escuchado nunca antes—. Lo siento, sé que duele, preciosa, pero ya casi termino, solo un poco más, ¿está bien? 

—Está bien —susurró Aylin, cerrando los ojos bajo la suavidad de su toque. —Está bien... 

Un cómodo silencio se instauró entre ellos, apenas molestado por el sonido del agua cayendo de la gasa. 

Toques fugaces en su rostro, tan suaves que parecían jamás haber existido. 

Dedos acariciando sus mejillas. 

Su frente. 

Sus labios. 

Abrió los ojos, encontrándose con sus grices orbes mirándola. 

El tiempo se ralentizó, perdiéndose en el gris de su mirada. En sus labios. 

Tan cerca uno de otro, pero no lo suficiente. Nunca lo suficiente. 

Aylin sabía que estaba mal, y aún así...

Bésame

Centímetros se transformaron en eternidades cuando Sirius desvió su rostro, concentrándose en cambiar el agua ahora rojiza del recipiente. 

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now