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Cuatro grandes magos fundaron Hogwarts. Dos magos y dos brujas que trabajaron juntos para fundar el colegio más grande y respetado de magia y hechicería. Hogwarts.

Cuatro grandes casas se crearon, Hufflepuff, Ravenclaw, Gryffindor y Slytherin, hogares de los leales, los sabios, los valientes y los astutos. Hogares de todos los magos y brujas del continente, criados bajo un mismo esquema, dirigidos hacia un mismo objetivo.

Cuatro grandes magos fundaron Hogwarts y durante años hubo paz.

Hoy, ya no la había.

La guerra había llegado a tocar las puertas de muchos hogares, destruyéndolos entre las peligrosas sombras de la noche, sutilmente preparando el escenario. Hermano contra hermano, vecino contra vecino, solo era cuestión de tiempo hasta que las máscaras cayeran y la guerra se desatara por completo. 

Pocos eran los afortunados que no habían sido presas de las garras de la tragedia, la mayoría magos y brujas demasiado jóvenes para formar parte de los bandos en conflicto o entender lo que estaba sucediendo más allá de los muros de Hogwarts. Pero en tiempos como esos, ni siquiera los menores se salvaban de experimentar el terror que una guerra podía generar.

Ni siquiera Hogwarts era completamente segura.

Cuatro serpientes, eso era todo lo que se necesitaba para atemorizar a un alma solitaria vagando por los oscuros pasillos. Cuatro serpientes eran más que suficientes para traer la guerra.

···

Sus amigos le habían ofrecido acompañarlo, le habían dicho que pasear por los pasillos solo no era buena idea, mucho menos para un mago que no podía jactarse de ser sangre pura. Pero él había desestimado sus advertencia, confiaba en que regresaría a su sala común con bien.

Qué equivocado estaba.

Louis Bennet, un pequeño Hufflepuff de tercer grado, había sido aprehendido por cuatro de las más temidas serpientes, cuatro magos que todos sospechaban eran mortífagos o, de no serlo, lo serían muy pronto. 

Sus manos temblaban en las mangas de su túnica, asfixiándose en el silencio y la tenue oscuridad del pasillo. Sabía que no habría grito lo suficientemente fuerte para atraer la ayuda que necesitaba, pues la cena había sido recién servida y no había alma alguna vagando por esos pasillos. 

Era su fin y lo sabía. 

—Miren esto. Una pequeña sangre sucia asquerosa —escuchó a uno de ellos burlarse. Unos ojos oscuros como la misma noche y una sonrisa malévola lo observaban fijamente. Sintió el alma caérsele al suelo al reconocer el inconfundible rostro de Antonin Dolohov.

—Una pequeña sangre sucia que se ha atrevido a cruzarse en nuestro camino —añadió otro de los mortífagos, un mago de ojos azules profundo al cual no reconoció—. Tendremos que adiestrarlo para que eso no vuelva a suceder, ¿no lo crees, Regulus?

Entonces su mirada recayó en la tercer serpiente frente a él. Tal vez ese mago no tenía los mismos ojos grises tan populares dentro del colegio, pero todo en su porte sugería una misma cosa, aquel era Regulus Black, el hermano menor de uno de los Gryffindors más emblemáticos y poderosos del colegio.

Louis le suplicó con la mirada. 

Ayúdame, gritaban sus ojos al encontrarse con los azules de él y por un breve segundo el rostro del slytherin se suavizó. Un efímero momento de compasión, tan rápido que Louis dudó de realmente haberlo visto. Luego, el mago desvió su mirada y al regresarla hacia él no quedaba rastro del aliado que, por un fugaz momento, había divisado. 

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora