· 55 ·

161 15 0
                                    


Tal vez Sirius no podía estar completamente seguro de lo que había sucedido, pero sí sabía una cosa, dejar sola a Aylin en un momento como ese era una muy mala idea. Intercambió un par de miradas rápidas con dos de sus amigos, mientras Dumbledore sugería recorrer la reunión hasta el día siguiente. En cuanto los miembros de La Orden comenzaron a desaparecer, Sirius escapó al piso superior de la casa.

Plumas, había plumas volando por toda la habitación. Únicos testigos del frío asesinato de una triste almohada que yacía moribunda en las orillas de la habitación. Parecían copos de nieve que habían quedado suspendidos en el espacio, como si el tiempo se hubiese detenido por el más breve de los instantes, pausando todo a su alrededor.

Justo en frente de la ventana, el negro de una esbelta figura resaltaba, rompiendo con la armónica visión de tonos blanquecinos.

Aylin estaba tan enfrascada en sus propios pensamientos que no escuchó el ligero rechinar de la puerta al haber sido abierta. No se dio cuenta de la presencia de alguien más hasta que no sintió la cálida mano de alguien atrapando la suya, deteniéndola de seguir frotando su clavícula frenéticamente.

–Winny –susurró el mago, llevando automáticamente su mano libre hasta la clavícula de la bruja, notando el tono rojizo de su piel en la zona. La miró con reproche.

Aylin detuvo el recorrido de su mano, sabiendo que, de avanzar un poco más, se toparía con aquellas cicatrices causadas años atrás.

–Lo sé, lo sé, lo siento, yo...no puedo creer que...creí que ya había logrado dejar eso y entonces ella aparece y todo vuelve y n-no puedo simplemente...yo... –su voz terminó rompiéndose al final.

–Ven aquí –la envolvió entre sus brazos, acunándola en su pecho–. Esta bien, ¿si? Estará bien, lo superaremos, ¿de acuerdo?

Aylin se permitió sumergirse en su aroma. Había extrañado su abrazo, la sensación de su pecho junto al suyo, el sonido de sus corazones latiendo acompasados. Lo había extrañado a él.

Sirius la estrujó aún más fuerte, dibujando pequeños círculos en su espalda.

Se quedaron ahí segundos que bien podían haber sido horas, luego, ella se obligó a despegarse de él, sabiendo que si no lo hacía corría el riesgo de fundirse en su pecho para siempre.

–Dioses, Winny, necesitas dormir –comentó el azabache, pasando uno de sus dedos por las oscuras sombras debajo de los verduscos ojos de ella.

–No tengo sueño –mintió. El cansancio la asechaba desde lo lejos, pero sabía que de permitirle el paso terminaría sumergiéndose en un sueño que lo único que traería consigo eran pesadillas. Aylin estaba harta de los gritos que la atormentaban por las noches.

Pero Sirius no estaba dispuesto a tomar un no por respuesta. En un rápido movimiento la cargó en sus brazos, llevándola hasta la cama.

–¡Bájame, Sirius! –repeló ella, removiéndose en su agarre. 

El mago sonrió al escuchar la leve risa de ella filtrarse entre sus palabras. Extrañaba escucharla reír.

–No. Necesitas dormir y no pienso ser flexible en cuanto a eso –la acomodó sobre la cama, rápidamente atrapándola con las cobijas.

Aylin dejó de resistirse, sabiendo que una vez que una idea se asentaba en la cabeza de él, era más fácil arrancarle la cabeza que la idea. Se dejó arropar en silencio, tratando de ahogar el miedo que comenzaba a crecer dentro de ella. Tenía miedo de cerrar los ojos.

Sumergida en sus pensamientos, no se dio cuenta de que Sirius ya había abandonado su lado hasta que la luz de la habitación fue completamente extinguida y quedó todo en penumbras.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now