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No era bien visto por nadie el observar a una serpiente y un león interactuando, sin importar las circunstancias o los motivos de su interacción, sin importar que estos fueran hermanos. Afortunadamente para los hermanos Black, no había ni una solitaria alma en los pasillos que recorrieron y de haberla habido, cualquiera de los dos se hubiese encargado de fulminarla con la mirada, pues si bien solo uno de ellos era mundialmente reconocido como un buscapleitos, los dos podían llegar a ser intimidantes.

–Reggie, ¿qué demonios sucede? –lo interrogó el mayor tan solo habían cruzado las puertas de la mágica habitación.

Regulus no sabía qué responder, había arrastrado a Sirius hasta ahí a base de un impulso nacido de la necesidad de compartir con alguien su pesar, pues Evan, a pesar de ser su amigo, jamás entendería el pesar de su corazón, él no era como ellos. Sin embargo, ahora que lo pensaba mejor, arrastrar a su hermano hasta ahí había sido una mala idea.

Regulus conocía a Sirius, a pesar de los meses de distancia, sabía que su hermano mayor era obstinado, la clase de persona que no deja un tema ser hasta haber saciado todas sus interrogantes y el ojiazul no estaba listo ni siquiera para escuchar sus preguntas, mucho menos para responderlas.

–Yo...nada, no pasa nada, lo siento, probablemente debería irme –dijo, encaminándose hasta la salida.

–Y una mierda –exclamó su hermano, tomándolo por la manga, evitando su partida–. Regulus, lo que sea que esté pasando, sabes que puedes confiar en mí. Si alguien se atrevió a hacerte algo te juro que...

–Nadie me hizo nada, Sirius –lo cortó rápidamente el menor, al notar hacia dónde se dirigían los pensamientos de su hermano.

–¿Entonces?

Frustrado, el menor de los Black se alejó de su hermano. Necesitaba hablar con alguien, necesitaba saber qué hacer, necesitaba a su hermano, pero tenía miedo de contarle lo que había sucedido.

Armándose de valor, comenzó a hablar, decidiendo que iría contándole poco a poco, todo lo que había sucedido en esos últimos meses.

–Aylin fue invitada al funeral de Abraxas Malfoy –informó, notando automáticamente cómo el rostro de su hermano cambiaba tan solo había escuchado el nombre de la rubia–. Aún no han regresado.

Sirius tenía miles de preguntas en ese momento, tantas que le había costado decidir solo una, sabiendo que de ahogar al menor con todas sus dudas este terminaría huyendo de nuevo.

–¿Han?, ¿quiénes fueron al funeral?

–Dolohov, Mulciber y ella –respondió el menor, incapaz de ocultar su desagrado ante la mención de los primeros dos nombres. Sirius no pudo evitar sentir una pizca de orgullo al notar eso, pero no se atrevió a comentar nada.

–¿Por qué solo ellos?, ¿por qué no fuiste invitado tú o Rosier? –interrogó, sintiendo la preocupación escalando dentro de él, sabiendo que aunque no tolerara a Rosier y que prefería que Regulus se mantuviese alejado de todo eso, cualquier opción parecía mejor que el que la rubia hubiese sido escoltada por los hombres que la habían acompañado.

–¡Merlín!, claramente lo sé, porque todos los malditos mortífagos son siempre muy claros con sus jodidas órdenes y te explican con creces lo que sucede por sus malditas cabezas –replicó irritado, arrepintiéndose al notar el cambio de expresión en el rostro de su hermano mayor cuando la palabra mortífagos había salido a relucir–. Lo siento –se disculpó en seguida–, es solo que...estoy preocupado por ella.

Sirius había tratado de mantener un rostro inexpresivo al escuchar las palabras de su hermano, pero no había podido esconder su sorpresa y desagrado cuando Regulus había soltado aquello con tanta naturalidad, como si el hecho de que los mortífagos fueran parte de su vida y además le dieran órdenes fuese algo normal. No fue hasta en ese instante que Sirius cayó en cuenta de lo alejado que estaba su hermano de la versión infantil e inocente que él aún mantenía en su cabeza.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now