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No muchos años atrás, Aylin amaba disfrazarse. 

Halloween siempre había sido su festividad favorita, la única noche donde no tenían que esconder del mundo lo que eran. Recordaba con nostalgia pasear por vecindarios, pidiendo dulces o haciendo travesuras, cumpliendo con una tradición de un mundo no mágico, con el silencio como un amigo, la luna como único testigo. 

Parecía que cientos de años habían pasado desde esa última noche, simples recuerdos ahora. 

Recuerdos de una vida pasada que ya no era más. 

Porque no todos los monstruos necesitan disfraz, ni todos los silencios eran amigos.

Halloween ya no era su festividad favorita.

···

En los linderos del Bosque Prohibido, una figura encapuchada era iluminada por la tenue luz de la luna llena. 

El sonido de sus pasos se perdía entre los aullidos del viento y a pesar del frío que reptaba hasta sus huesos, no se detuvo. Abrazó con fuerza su capa y avanzó entre las sombras hasta ser consumida por la oscuridad. 

No quedó rastro del alma que disruptía la quietud de una noche solitaria, noche de Halloween. 

···

Dos mañanas atrás, una carta había llegado a Hogwarts. 

Una lechuza prolija había sido la mensajera de una orden que había acelerado el corazón de más de uno, aunque no necesariamente por las mismas razones. "No se espera menos de ustedes...", decía y Aylin supo que el tiempo de jugar a solo ser una alumna había terminado. 

Había un camino trazado para cada uno de ellos y era momento de comenzar a recorrerlo. Sin dudas. Sin miedo. 

El Bosque Prohibido era el lugar ideal para comenzar con sus planes. 

Tras las acusaciones poco decorosas de Dolohov, Aylin había encontrado en esa orden el pretexto perfecto para callar las bocas de aquellos que se habían atrevido a difamarla.

Renuentes a entrar al bosque, le había tomado a Aylin poca persuación convencerlos de que ella se encargaría de eso, la misión era sencilla: encontrar un lugar en el bosque donde ojos curiosos no pudieran observarlos. 

Días después Aylin se había decidido a llevar a cabo el plan, y aprovechando la fiesta de Halloween en Hogwarts, se escabulló hasta el bosque. 

Había una cierta belleza atemorizante entre las alargadas ramas desnudas de los árboles. No había rastro de ninguna criatura mágica, pero la ausencia del silencio en la atmósfera compuesta de sonidos y respiraciones le dejaban muy claro que no estaba sola.

Ahí entre las ramas de los árboles el tiempo parecía estirarse y doblarse a discreción, avanzar y detenerse, todo al mismo tiempo, desorientándola. Horas—o tal vez minutos—pasaron, hasta que los árboles comenzaban a tener más espacio entre ellos y caminar entre las raíces era más sencillo. 

Bajo el dosel de las hojas un claro apareció ante ella, la escena más curiosa que jamás hubiese presenciado se desenvolvía en este. 

Luciérnagas alumbraban tímidamente la penubra, danzando hiptónicamente entre ellas. Una sonrisa escapó de sus labios, tentándola a bajar y jugar con las luces que flotaban en el cielo, bailar con ellas en la noche; pero el gruñido de un animal llamó su atención hacia el otro lado del claro. 

Un enorme perro negro y un venado peleaban entre ellos. Si Aylin hubiese sido más fantasiosa, podría haber jurado que parecían estar compitiendo por ver cuál de los dos podía tocar las luciérnagas primero. 

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now