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Regulus le había explicado la ceremonia de selección. Le había hablado de las cuatro casas de Hogwarts. Le había dejado en claro a cuál tenía que pertenecer. Solo había olvidado mencionar un pequeño, pequeño detalle: la ceremonia se hacía frente a toda la escuela.  

Tan solo cruzar las puertas del Gran Comedor, todas las miradas cayeron en ella. La oportunidad de pasar desapercibida salió volando por la ventana. 

Respiró profundamente, repitiéndose en silencio que era capaz de hacer esto. Levantó el rostro con altivez, retando a los presentes a seguir observándola. 

Notó la mirada azulada de Regulus a unos metros de distancia, una sonrisa pequeña de aliento en sus labios. Asintió en su dirección, permitiéndole a sus ojos seguir recorriendo la habitación. 

Se obligó a mantener un rostro indiferente a pesar de la belleza de cielo sobre sus cabezas, del juicio en los ojos de la inmensa mayoría, a pesar del color grisáceo brillante de los ojos fijos en ella. Ahí estaba de nuevo, el mago que había visto en el patio. Había algo en esos oscuros cabellos, en los ángulos rectos de su firme quijada, algo en su manera de mirar que le era familiar, pero no podía aterrizar aún porqué. 

La voz de Minerva McGonagall rompió la atmósfera silenciosa que había caído en el Gran Comedor luego de la aparición de los nuevos estudiantes.

Pronto, llamaron a su nombre: 

—¡Winchester, Aylin!

El silencio cayó de nuevo en la sala, todos, sin excepción alguna, estaban mirándola. 

No se permitió titubear ni una sola vez, sostuvo con fuerza las orillas de su túnica frenando a sus manos de buscar el anillo en su cuello. 

Mantuvo el rostro levantado y la mirada de inalcanzable indiferencia en sus rasgos. Caminó de manera deliberadamente tranquila hasta el banquillo que la esperaba en el frente, a pesar de que cada fibra de su ser le gritaba que echara a correr a su destino y acabara con todo esto de una sola vez.

Se sentó en el banco y enseguida un viejo sombrero cayó sobre sus cabellos. 

—Hmm...ya veo —dijo la grave y tersa voz del sombrero dentro de su cabeza, sacándole un respingo a la bruja—, suficientemente inteligente para formar parte de la casa de las águilas...,  curiosa, muy curiosa, pero, veo dentro de ti también mucha astucia y ambición, ideal para la casa de las serpientes, sin embargo...

—Que sea Slytherin entonces —respondió mentalmente, interrumpiéndolo. Poco importaba en dónde más pudiera encajar, solo había una opción correcta y era esa.

—¿Perdón?

—Quiero quedar en Slytherin —sentenció, y su tono era firme, una orden que debía ser acatada.

Escuchó al sombrero resoplar. 

—Señorita Winchester...

—Necesito quedar en Slytherin. Eso es lo único que importa —explicó ella, odiando la desesperación que había alcanzado a filtrarse en sus palabras. 

La selección estaba tardando más de lo esperado y las personas dentro del comedor comenzaban a inquietarse, especialmente el grupo de serpientes sentadas al final de la mesa de Slytherin, aquellos con los que había llegado en el carruaje. 

—Si bien usted podría...

—Bien, lo diré de otra manera —lo cortó en seco—. O se asegura de seleccionarme para Slytherin o yo me encargaré de que esta sea la última selección que haga en su larga y miserable vida. 

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now