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Aylin tenía dos amigos dentro de su misma casa, Evan Rosier y Regulus Black, el resto de los hombres con los que se juntaba no eran nada más que conocidos.

La bruja  podía admitir que quería a sus dos amigos, a pesar de sus fallas, a pesar de sus errores, a pesar de que pudieran llegar a comportarse como unos verdaderos idiotas, justo como el mago de ojos zafiros frente a ella en ese momento.

Evan y Aylin habían caminado a sus clases juntos desde la primer semana de la bruja en Hogwarts. Todos los días, el mago la esperaba en su Sala Común, junto con Regulus, para desayunar los tres juntos y luego de eso, despedían al menor para dirigirse ellos dos a clases. Los dos habían acordado en ser compañeros en todas las clases que compartían, pues la compañía de uno y otro hacía las horas escolares más llevaderas.

Era por esa misma razón por la que Evan y Aylin caminaban por el pasillo hablando de un nuevo hechizo que Snape había creado, cuando terminaron encontrándose con dos leonas que compartían su clase de Transformaciones avanzadas con ellos.

Los ojos de Evan se iluminaron en cuanto notó la oportunidad que se le presentaba.

–Evan, vamos, es muy temprano para esto –se quejó la bruja en cuanto notó el cambio de actitud en su amigo–. ¡Evan!

El mago la ignoró rotundamente, acercándose hasta las leonas.

–¡Qué desagradable! –exclamó en voz alta, atrayendo automáticamente la atención de las dos brujas–. Una sangre sucia contaminando el pasillo con su inmundicia.

Ambas se giraron hasta observar a las serpientes que recién habían llegado al corredor. Aylin no sabía si sentirse más tranquila, o no, cuando reconoció la cabellera pelirroja de Lily Evans.

–¿Cómo demonios acabas de llamarla, idiota? –respondió instantáneamente la rubia de ojos profundamente azules que acompañaba a la pelirroja, arremangándose la túnica en busca de su varita.

–Sangre sucia, porque es lo que es, una asquerosa sangre sucia inmunda.

Incluso Aylin tuvo problemas para no hacer una mueca al escuchar las venenosas palabras de su amigo, esperando atentamente a que cualquiera de las dos leonas lanzara algún hechizo contra el mago para atacar ella en respuesta inmediatamente. Para su sorpresa, eso no sucedió.

Lily Evans miró al mago y por primera vez en su vida, Aylin pudo percibir una mueca de desprecio en el rostro de la bruja que siempre tenía una sonrisa para regalarle al mundo. La pelirroja no dijo palabra alguna, sino que se limitó a mirar a Evan inexpresivamente.

–¡Ahora sí que vas a...!

–No, Marlene –interrumpió la pelirroja a su reactiva amiga–. No vale la pena, él tiene derecho a decir lo que quiera, eso no significa que tenga que molestarme.

Aylin tuvo que morder su labio con fuerza para no sonreír orgullosamente de las palabras de la bruja en cuanto sus miradas se cruzaron, compartiendo una mirada silenciosa cargada de significado. Pero, a pesar de sus mejores esfuerzos, no pudo detener la pequeña risita que escapó entre sus labios, atrayendo la atención de todos los presentes.

–Y tú de qué demonios te ríes, perra –interrogó la impulsiva amiga de Lily, como preparándose para lanzársele encima.

–¿Perra?, pero si la única ladrando aquí eres tú –respondió tranquilamente la rubia de uniforme verde, sin molestarse en ocultar la sonrisa burlona que crecía en su rostro.

La mirada que Marlene le dedicó en ese momento podía haber sido suficiente como para mandarla tres metros bajo tierra, pero no tuvo oportunidad de decir algo más, pues más voces terminaron irrumpiendo en el pasillo.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora