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No se arrepentía. No se arrepentía ni un poco de los gritos y las lágrimas.

De las súplicas rogando por piedad.

Del cuerpo retorciéndose en el suelo.

De la sangre en sus manos.

De nada ella se arrepentía.

···

Hay cosas en la vida que simplemente no se pueden cambiar.

El color de los ojos, del cabello, la estatura o complexión, tal vez se pueden maquillar, modificar y transformar momentáneamente, pero, llega un momento donde la máscara se cae, la ilusión se desvance, el maquillaje se corre y entonces, no queda nada más que la verdad.

La verdad de lo que uno es.

Lily Evans y Severus Snape no se hablaban desde más de un año atrás, pero había un vínculo inquebrantable entre ellos y aquella, era una verdad que jamás podría ser cambiada.

Lily Evans jamás podría afirmar sin mentir que Severus Snape ya no le importaba, y era por eso—se dijo—que hacía lo que estaba haciendo, por amor.

Días atrás, Lily Evans había visto a un grupo de Slytherins escabulliéndose hacia el Bosque Prohibido. Ella mejor que nadie sabía que nada bueno podía salir de eso y era por eso que se había autoimpuesto la misión de descubrir qué era lo que hacían en el bosque.

Se sentó en un sillón de su sala común y barajó sus opciones. Ir sola no era una opción, necesitaba ir con alguien capaz de querer acompañarla, alguien capaz y hábil que no tuviera miedo a las consecuencias, alguien...

Los Merodeadores entraron a la sala riendo entre ellos.

Lily sonrió victoriosa.

···

Sirius estaba lejos de convencido con el plan de la pelirroja, si es que podía llamarse así.

Los cuatro Merodeadores y Lily corrían a oscuras por los linderos del Bosque Prohibido, ninguno se había atrevido a encender una luz, no querían alertar a las serpientes de sus presencias.

Regulus Black era una de esas serpientes y aquello pesaba en el pecho de Sirius con cada paso que daba.

—Recuerden —Los detuvo Lily, rompiendo la silenciosa atmósfera que había caído sobre los cinco—, solo vamos a ver lo que están haciendo, nada de estupideces, ¿quedó claro? —Miró fijamente a donde se podían distinguir las siluetas de James y Sirius.

Sirius asintió en silencio.

Por favor, Reggie, por favor no estés ahí cuando lleguemos.

La oscuridad era casi completa en esa noche sin luna, pero Sirius conocía el boque como la palma de su mano como para temer.

Aceleró el paso por el camino que habían planeado, junto a él podía escuchar a James jadeando levemente. El resto del grupo se había quedado metros atrás.

Pronto, escucharon voces cerca de ellos. Sirius frenó en seco, deteniendo a James con él, señaló el claro del que provenían las voces y el arbusto en la orilla de este.

Avanzaron con cautela hasta el arbusto y se tumbaron detrás de este, utilizando su cobertura para poder espiar sin ser observados.

Una vez ocultos, Sirius recorrió con sus mirada el claro. En la penumbra era dificíl saber con seguridad quiénes estaban ahí, pero había dos siluetas que Sirius podría reconocer en cualquier sitio.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora