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Cuando Aylin se apareció en la puerta de la casa de los Potter, esperaba que hubiese alguien adentro para recibirla. Sin molestarse siquiera en tocar, empujó la puerta, pero del otro lado no había nada más que silencio para darle la bienvenida.

Escuchó una serie de pasos silenciosos que no pudo reconocer, pasos de alguien que no quería ser escuchado. Alerta, elevó su varita y se pegó a la pared, preparada para atacar en caso de que fuera necesario. Avanzó en puntas, silenciosa como un gato, inhaló profundamente intentando mantener la calma por encima del caos interior y, sin previo aviso, se lanzó al frente por el pasillo elevando su varita amenazantemente.

–¡Santo Merlín, Aylin!, ¿quieres matarme? –en el otro extremo de su varita, Remus Lupin sostenía su pecho, intentando regresar el ritmo de sus latidos a una velocidad normal.

–¿Yo? ¡Tú eres el que quería matarme a mí primero! –reclamó. 

–Lo siento, no sabía que eras tú.

Ella asintió como respuesta, guardando su varita.

Luego, volvió a ser consciente del poco característico silencio de la casa, la clase de silencio que solo había cuando los frecuentes habitantes de esta no se encontraban presentes, cuando se encontraban en una misión. El eco de las palabras de Snape retumbaron en su cabeza, incrementando el nudo en su garganta.

–¿Dónde están todos, Rem?

–James, Lily y Sirius fueron con los Longbottom, Regulus creo que está en el departamento de Sirius, ¿por?

–¿Están los Potter y los Longbottom juntos? –preguntó, incapaz de ocultar el deje de ansiedad en sus palabras.

Remus le dedicó una de esas miradas que solo él podía dar, tratando de analizar más allá de las palabras de la rubia, de comprender porqué lucía tan al borde.

–Sí, solo fueron para ayudar con la mudanza, luego de...bueno ya sabes –añadió cuidadosamente en un susurro.

Habían pasado apenas unas semanas del incidente, a pesar de eso, no había noche que los rostros torturados de Frank y Alice Longbottom no se hicieran presentes en su cabeza, poco había faltado para haberlos perdido esa noche. Luego de ese acontecimiento, algunos miembros de La Orden habían vuelto a mirarla con desconfianza y Alice, cada vez que veía a la bruja, no podía evitar respingar y encogerse, como temiendo que esta fuera a atacarla. Aylin se sentía culpable por eso, pero si pudiera volver atrás, no cambiaría lo que había hecho, o dejado de hacer.

No se permitió perderse en su propia culpabilidad, pues el hecho de que las dos parejas estuviesen juntas, solo ellos cuatro y Sirius, luego del nuevo descubrimiento, luego del nacimiento de una profecía que bien podía incluirlos a cualquiera de ellos, le parecía el peor escenario posible, pues, los mortífagos ya se habían atrevido a cruzar el umbral de la casa de los Longbottom una ocasión antes, ¿qué les impediría volverlo hacer? ¿Qué les impediría atacar ahora que podían? Terminar con la persona que se convertiría en el responsable de la caída del mago tenebroso, antes de que esta tuviera siquiera una oportunidad, antes de que esta hubiese nacido.

–¿Qué sucede, Aylin? –interrogó el licántropo, ansioso, luego de notar la expresión en la cara de la rubia.

Aylin estaba perdida entre las imágenes que vertiginosamente se reproducían en su cabeza. Imaginó rostros con máscaras diferentes, ennegrecidas, sonriendo de esa manera retorcida en la que solamente las ilusiones más bizarras podían sonreír. Escuchó el sonido de las risas que tantas veces antes había presenciado, viajó al pasado del cual había escapado, ahí donde había visto a las personas más importantes de su vida siendo asesinados, solo que, esta vez, no era el rostro de su madre y su padre, no eran los ojos sin vida de Jericho frente a ella, sino los de ellos, los de la nueva familia que entre retazos había ido adquiriendo y amando. Era el cuerpo sin vida de James en el suelo, con su varita aún en la mano. Era el rostro de Lily deformado en una mueca de terror, en un grito que jamás logró salir de su garganta, eran sus manos sobre su vientre apenas abultado, tratando de proteger la vida que cargaba dentro de ella. Eran los ojos de Sirius, mirándola sin vida, apenas a unos metros de su hermano de corazón, la ferocidad y el dolor en su expresión, el rostro de hombre que prefería morir antes que vivir una vida sin las personas más importantes de su vida. Era un mundo entre sombras antinaturales y hienas hambrientas. Un mundo en el que ella no quería vivir.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora