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Aylin estaba corriendo. Lo más silenciosamente que podía, lo más rápido que sus piernas le permitían.

Necesitaba alejarse de ahí.

Apenas logró poner un pie fuera de la mansión, cuando las arcadas arremetieron violentamente contra ella. Vomitó en los linderos de los arbustos que rodeaban el terreno.

Las susurrantes voces aún se anclaban a su piel, perforando en su cabeza, arrastrándola al frío vacío de la perdición. Estaba temblando.

Sabía que había ido demasiado lejos al tomarlo, pero la tentación había sido demasiado grande, las súplicas demasiado insistentes y la necesidad de saber, aún más poderosa que las otras dos juntas.

Al menos ahora tenía la respuesta. Parte de ella deseaba que no fuera así.

Se acomodó en el suelo, de tal manera que las sombras de los árboles a su alrededor la hicieran invisible ante los ojos curiosos, no tenía mucho tiempo antes de partir, tenía que recuperar la compostura, tenía que rearmar la armadura exterior a pesar de las fibras sensibles que habían sido tocadas. No había espacio para deslices.

A pesar de sus mejores esfuerzos, su cabeza seguía viajando hasta aquella puerta, esa que rechinaba al abrirse y no se podía apreciar a simple vista. La puerta detrás de un librero. Aylin no habría pensado en eso jamás, en la posibilidad de habitaciones ocultas, pasillos entre las paredes, cámaras oscuras con secretos aún más oscuros en sus entrañas, de no haber sido por Regulus, ella jamás habría considerado esa posibilidad.

Parecía piel, aquello de lo que el oscuro libro estaba recubierto, solo que este no era un libro, sino un diario. El diario de Tom Riddle. Escalofríos la recorrieron tan solo al recordar la pulcritud de la letra entintada en la hoja y la sensación de la piel bajo sus dedos, solo deseaba que aquella fuera piel de algún animal y no algo peor.

En cuanto se había adentrado a la fría y oscura habitación secreta, Aylin lo había sentido, había sentido la magia que habitaba en el lugar, hablándole, invitándola a acercarse, a recorrer sus páginas. Así lo había hecho.

Tan solo abrir la primera página un vórtice oscuro se había aparecido bajo sus dedos, tragándola en el instante, transportándola a una noche que ni siquiera en las peores de sus pesadillas deseaba recordar, trayendo consigo los gritos desgarradores, el llanto amargo que brotaba de sus labios, el frío de la muerte, la intimidación de las risas, guiándola por un valle diseñado para recordarle todo aquello que ella deseaba olvidar. Aquello que había vivido, aquello que había causado.

Los ojos del primer hombre que asesinó se habían filtrado en su visión, sustituidos por la imagen de un hombre muerto sobre unas sucias baldosas. La sangre escurría por todos lados, alcanzándola, pintando sus manos, marcándola por lo que era, una asesina. Había gritado, tan fuerte que sintió su garganta desgarrarse, pero las risas no cesaron. La imagen de un espejo se materializó frente a ella, observándola de regreso, una imagen distorsionada de ella misma le sonreía con malicia. Las risas venían de ella. Desesperada por el silencio, lanzó un hechizo reduciendo el espejo a añicos y, entonces, el libro fue cerrado.

Luego de eso, salió corriendo.

A pesar de la tenue luz del sol en el jardín, Aylin veía sombras por todos lados, acechándola, dispuestas a engullirla de nuevo. Cerró los ojos, sosteniendo firmemente su cabeza sobre sus manos, deseando que la oscuridad de sus párpados cerrados hiciera que el mundo dejara de girar.

Su mente comenzó a funcionar a velocidades insospechadas.

Reprimió los muy presentes recuerdos que abordaban su cabeza, concentrándose en el objeto que había desatado todo, aquel que parecía un simple diario de lo más inofensivo, permitiéndose sentir la manera en la que escalofríos la habían recorrido tan solo haber entrado a aquella habitación, permitiéndose recordar la prolija letra que lentamente se había dibujado en la primera página, casi como si tuviera consciencia de sí misma, como si tuviese vida propia.

Traitors-(Sirius Black) [EDITANDO]Where stories live. Discover now