Capítulo 6

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-Chicos, no penséis, saltad - nos aconsejó a todos prácticamente gritando, el chico que antes me había dicho lo de Sam, al parecer llevaba toda su vida siendo un osado, se le había subido bastante a la cabeza. Sus pintas hablaban por sí solas.

Cuando él dio el primer salto, algunos más lo siguieron y como me había sucedido al subir, no me percaté de que había saltado hasta que sentí el gran golpe que se llevó todo mi ya dolorido cuerpo.

Me quedé ahí, quieta, respirando con dificultad, pues el polvo que se había levantado del suelo al caer, no había sido precisamente invisible. Cuando vi que todos se levantaban me senté, cogí aire y los seguí.

Cuando conseguí volver en mí, observé donde habíamos saltado. Una azotea algo maltrecha se cernió a mí alrededor. El edificio era bastante alto, pues las vistas lo revelaban.

-Ha llegado el momento de separaros. Los nacidos en Osadía serán entrenados por Kate y Jackson, los trasladados serán maltratados por Cuatro y por mí, Eric.

Un escalofrío me recorrió cada centímetro de mi destemplado cuerpo. Mi cabeza conectó con Cordialidad, con el lago. Las aguas viajaron de nuevo y se mezclaron con un azul algo más intenso que en mi sueño, este nuevo color le dio vida a los implacables ojos de aquel serio chico: "No lo hagas, no serás más feliz aquí"; volvió a repetirme.

Mis ojos fueron a parar a esa voz, idéntica a la de mi sueño. Un chico, algo más mayor que yo, apareció frente a mí. Sus ropas hacían de él alguien fuerte, acostumbrado a combatir por el más mínimo suceso, decidido y arrogante. Su altura me conquistó, era más alto que yo y que muchos de los presentes. Tras examinar su bien definido cuerpo, mi mirada se dirigió a su semblante.

Una punzada en mis manos me hizo reaccionar y un pequeño espasmo hizo de mí el centro de las miradas. Sus ojos eran exactamente iguales que los que me aconsejaron días atrás que no barajara Osadía como una posibilidad.

Tuve la sensación, por unos segundos, de que esos fríos ojos se depositaban en mí como una oleada de calor, recorriéndome. Esta se esfumó cuando habló de nuevo.

-Hoy me considero buena persona, por lo que os obsequiaré con un consejo totalmente gratuito. No os creáis con el derecho siquiera de mirarme más que para recibir órdenes. Dentro de unos segundos empezará la tortura más dolorosa y lenta que hayáis podido imaginar alguna vez, y será mucho peor si me dáis el placer de torturaros.

Su voz sonaba algo más ronca que en mi sueño, me pregunté cual sería el motivo de que así fuera. Sus palabras no hicieron mella en mí, supongo que por lo sorprendida que me encontraba en el momento.

Como bien había dicho, segundos después mi cuerpo volvió a estresarse, pues sentí como todo el bello que lo sorteaba se elevó, rígido e impaciente, arrepentido y esperanzado. Una caída de al menos veinte metros se presentó como prueba para todos, una nueva entrada, según había dicho Eric.

Alguno de mis compañeros preguntó qué había debajo, contra qué nos golpearíamos. Eric se rió y levantó los hombros, ninguna palabra salió de su torcida expresión.

La única abnegada y mal mirada de todos nosotros se adelantó, estaba realmente loca. Cuando creí que se iba a desmayar al subirse para caer una vez más, saltó y no voy a negar mi sorpresa.

Tras ella, varios la siguieron, hasta que todos lo hicieron. Mi cuerpo y yo nos quedamos los últimos, ni siquiera conocía el motivo, pues las alturas no eran mi mayor miedo, pero eran demasiados metros como para no sentirlo como una amenaza.

-¿A caso tienes algún problema? - preguntó su voz haciendo sombra, una vez más dentro de mí.

Deseaba contestarle con un decidido: ¡NO! Pero la realidad era que mi voz se había escondido, había desaparecido como una cobarde, sin avisar ni proclamarse hasta ese momento.

-¡Salta, ya! - gritó algo más amenazador.

No podía, dentro de mí no encontraba la razón, pero no era capaz. Cuando mi cabeza empezó a formular paradojas y arrepentimientos, un fuerte golpe en mi espalda hizo que volaran fuera de mí esos sentimientos, tal como yo me encontraba haciéndolo en ese momento.

Entonces descubrí, que volar, era algo más que sentir la gravedad, era algo más que sentirse flotando en un mundo poco sosegado. Descubrí que volando podía mi vida pasar. Mamá, papá, Sam, Dorothy, la madre de Sam, la señora Williams, mis "grandes" amigas...

Cuando las escenas se habían terminado, una gran red apareció debajo de mí y mis pulmones se llenaron de algo más que oxígeno, se llenaron de vida y adrenalina.

Quizá no había sido lo suficientemente valiente para enfrentarme a algo así, sola, quizá me habían tenido que empujar a lo desconocido, pero... ¿Qué importaba? Lo había conseguido, estaba dentro del mundo en el que tanto había pensado y por un instante saboreé la felicidad.

JenGVargas

Y al fin apareció Eric, lo necesitaba demasiado, ya iba tocando, ¿no creéis? Las visitas suben y suben y la sonrisa de mi cara no desaparece! Gracias a todos!!!!

Millones de besitos osaditos para todos!! Votad y comentad por favor, no seáis malos, quiero conocer opiniones! Gracias, gracias y gracias!!!!!!!!!

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CAPÍTULO EDITADO

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