Capítulo 75

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- Tranquila, no te esfuerces – me dijo la voz que tanto había añorado. Sus brazos se habían convertido, a mi alrededor, en una perfecta jaula de protección y eso realmente me hizo sentir mejor, de forma inmediata.

- Papá – dije sin lograr sentirme satisfecha del todo.

Una sonrisa se instaló en sus labios y sus ojos permanecieron en los míos por largos segundos que ni siquiera pude llegar a contar.

- Aquí estoy – dijo de una manera diferente.

Esas dos palabras me hicieron felices, solo con ellas me transporté a un lugar donde parecía lograr ser yo, esa persona que al principio de toda esta historia ni siquiera se soportaba como debería y eso, por confuso que parezca, me hace sentir bien, a salvo.

- Aquí estás – repetí, intentando centrarme y entender de lo que estábamos hablando. Aún mi mente se encontraba divagando entre varios lugares, ¿sería por el golpe?

- ¿Cómo te encuentras? – me preguntó acariciando mi pelo.

- Creo... creo que me duele un poco la cabeza – confesé sintiendo martillazos en ella.

- Es normal, te has...

Y su voz desapareció de nuevo.

Oscuridad.

Ahí me encontraba ahora.

Un pinchazo algo acelerado me atravesó, se me hacía tan familiar ese lugar...

Lo hacía porque me había enfrentado a él durante largos e interminables días, no hacía demasiado o quizá más de lo que yo lograba recordar.

Ese sitio del que Eric logró sacarme.

Como si alguien me estuviera escuchando de verdad, apareció.

De forma inmediata mis pies empezaron a moverse haciendo temblar a mis piernas y así, a todo mi cuerpo.

- ¿Cómo estás? – preguntó él después de encontrarse varios minutos mirándome fijamente.

Las palabras no salían por mi boca, hecho totalmente lógico dadas las circunstancias.

A cada respiración que yo lograba dar, él se acercaba un poquito más.

Eran pocos los pasos, en estos momentos, que nos distanciaban, pero aun así él no se detuvo, ni yo quise que lo hiciera.

Su mano paró en mi pelo y lo situó justo detrás de mi oreja derecha, la que más roja y caliente no podía encontrarse.

Su tacto era frío, pero a la vez se sentía como si me encontrase a salvo y en casa.

Justo en el instante en el que sentí como mis cuerdas vocales volvían a tener el valor de hacerse escuchar, mis ojos toparon con sus labios.

Una ligera, pero notoria sonrisa, destelló en ellos.

De nuevo, la oscuridad se cernió a mi alrededor, en el tiempo en que unas palabras me hacían volver al mundo real: sigue tu instinto.

Su voz, a día de hoy seguía provocando en mí, escalofríos.

- Altaira – susurró la voz de mi padre demasiado cerca de mí.

Mis ojos lograron abrirse y lo hicieron de una forma demasiado rápida. Cuando se aclimataron al lugar, mi habitación de siempre, pude sentirme en paz.

En cuanto encontré la fuerza me incorporé de un solo movimiento en mi cama, debía decirle tanto a esa persona sentada a mi lado.

- ¡Ei! ¿Dónde te crees que vas tan rápido? – preguntó él de forma divertida.

- Lo sé todo, papá.

La expresión de mi padre varió a una que jamás había logrado ver en él. Podía sentir como se descomponía poco a poco, no se esperaba esa confesión por mi parte. Creo que jamás se la hubiera esperado. Al menos no después de que la culpable de todo, desapareciera del mapa y yo me hubiera ido de la facción en la que había aparecido hacía ya muchos años.

- ¿Qué sabes? – preguntó tras recomponerse de una forma realmente penosa.

- Todo, sé lo de mamá, lo de Sam y sé que tú...que tú... - no podía decirlo, sería como admitir que una parte esencial de mi vida se rompía.

Noté como tragó saliva, una tras otra vez y como si nada hubiera sucedido, sonrió.

- Altaira, no sé qué es lo que te han contado, pero tú eres mi hija y siempre lo serás, al menos por la parte que me toca.

Asentí.

- Pienso de la misma manera, papá – esa última palabra la sentí en lo más profundo de mi alma.

- ¿Puedo preguntar cómo?

- Bueno, es una historia demasiado larga – confesé.

- Creo que tenemos todo el tiempo del mundo, sobre todo ahora que nada es como era.

- Lo sé – acepté.

- Bien, pues cuando quieras puedes empezar – dijo situándose de una forma lo suficientemente cómoda, en el colchón en el que ambos nos encontrábamos sentados.

- Digamos que en Osadía conocí a alguien que conocía realmente bien a Sam, bueno, en realidad conocí a dos personas que lo hacían. Uno me avisaba, de la forma que podía, de la clase de persona que era, pero yo, aunque realmente desconfiaba, por una parte, no podía creerlo por otra. Finalmente resultó exactamente lo que me intentaban comunicar. Me secuestró y me llevó demasiado lejos de aquí, me mantenía en un estado de transición bastante extraño, siempre en oscuridad. Me llevó fuera de Chicago, aún ni siquiera sé donde, pero lo que sí sé es que...mamá estaba allí. Pensé que estaba volviéndome loca cuando la vi – dije con una sonrisa de suficiencia plasmada en mis labios.

Paré unos segundos para tomar el aire que necesitaba.

- Ella se encargó de contármelo todo. Sam, esa persona a la que tanto había querido, resultaba ser mi hermano, justo cuando no podía detestarlo más. Cosas de la vida, ¿eh? – pregunté sin apartar la sonrisa de mi semblante – Descubrí demasiadas cosas poco soportables allí encerrada, pero solo hay una de todas ellas, que me alegra saber.

- ¿Cuál? – preguntó con un nudo en su pecho, podía sentirlo.

- Que, tú, entre todas las personas que habitan este malogrado planeta, me elegiste a mí. Nadie elige a sus hijos, nadie puede, aunque logren decidir si tienen uno o no lo tienen, nadie lo escoge. Solo nace quien lo hace y ya está, pero tú me elegiste y eso me hace sentir completa, aunque mi vida sea un maldito desastre. Creo que no tendré tiempo suficiente, por mil vidas más que tuviera a tu lado, de agradecerte.

No lloré, ni siquiera lo hice cuando sus brazos me rodearon por horas en un abrazo demasiado sincero para ser real, en un mundo tan hecho polvo.

No lo hice porque era afortunada, lo sabía, por supuesto que lo hacía.

JenGVargas

Hoy, al menos, aquí, en mi país, en España, se celebra el día del padre. No planeé este capítulo ni muchísimo menos, pero aunque es una casualidad, la he aprovechado. Este capítulo va dedicado a todos los padres, no solo al mío, que se hacen cargo , con todo el amor del mundo, de sus hijos. Debería ser algo nato en todos, pero por desgracia no lo es, por eso siempre, no solo hoy, debemos estar agradecidos de que existan hombres llenos de amor capaces de enseñarles a sus hijos que vale la pena luchar por ser alguien.

Gracias, papá, por enseñarme todo sobre la vida, que aunque no es sencilla, es posible hacerle frente con la fuerza necesaria.

Que paséis un buen domingo <3

CAPÍTULO EDITADO

Treat you betterWo Geschichten leben. Entdecke jetzt