Capítulo 33

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NARRA ERIC

Esta prueba siempre había sido compleja para cada uno de los principiantes en Osadía, por ese mismo motivo la llevábamos a cabo. Era sencilla cuando ya tenías tablas que seguir en cuanto a lo de las alturas, si no, era una auténtica tortura.

Pero tras varias pruebas todo estaba en orden. Iba a salir bien, siempre contábamos con esa seguridad. Aunque ellos no lo creyesen su destreza y valentía en este tipo de cosas nos servía para confiar en cada uno de ellos. En realidad, no nos quedaba otra.

Se pusieron los arneses y tanto Cuatro como yo nos aseguramos de que todo estaba en orden. Ninguno podía salir herido, sino nuestro destino sí que estaría en peligro, al menos el de seguir siendo instructores, por supuesto.

El miedo de Cuatro a las alturas era sin ninguna duda un dilema para enseñar a los chicos, pero no importaba, siempre era yo el que daba el primer paso. Después él mostraba que si se quería, uno podía avanzar enfrentándose al pánico por algo.

Me puse tan rápido como pude un arnés y me enganché a la cuerda que habíamos disparado al otro lado. Esta sostenía una estrecha escalera para pasar. Ir de pie sería genial pero no era lo más seguro en estas tan básicas condiciones. Así que como siempre me tumbé en la cuerda y me di la vuelta para ir enganchado de pies y manos por ella hasta llegar así al otro lado.

En ningún momento miré hacia abajo, ese era un error de novato, el cual no podía cometer a estas alturas. Cuando llegué al otro lado, mi corazón se empezó a sosegar y todo en mí volvió a la normalidad. Miré al otro lado, tensé más la cuerda y le hice el gesto correspondiente a Cuatro de que todo estaba bien.

Vi cómo les daba las instrucciones correspondientes a los chicos y uno de los pocos valientes del grupo se atrevió a pasar primero. Justo en la mitad del camino se desanimó o cansó o quizá miró donde no debía, pero tuve que darle instrucciones para que se relajara y continuara.

Cuando ya se encontraba cerca de mi lado lo animé, y tras llegar, lo ayudé a subir, cogiéndolo de la chaqueta.

Le di varios golpes en la espalda de enhorabuena y lo dejé que se relajara. Había superado una de las pruebas más duras que se hacían pasar a cada uno de los osados. Debía estar orgulloso de lo que había hecho, sin duda alguna.

Miré a los demás, pocos eran los que no estaban mirando preocupados el vacío que debían enfrentar. Los entendía a la perfección, pero con esa actitud no lograrían llegar al otro lado.

Uno tras otro fueron pasando, unos mejor y otros peor.

Quedarse el último era una de las peores opciones y fue Altaira la que la escogió.

Era una mala señal, aunque los últimos se convirtieran siempre en los primeros...No me gustaba que hubiera elegido precisamente ella esa oportunidad.

Se enganchó a la cuerda y Cuatro le dijo algo que no logré escuchar. Se sentó en la piedra donde aún tenía pie y enganchó sus piernas y después sus brazos a la poca seguridad que tenía para cruzar. Pude notar perfectamente la forma en que todo su cuerpo temblaba, estaba aterrada, incluso más de lo que lo estaba Cuatro en su primera vez en esto.

Una mala sensación me recorrió, pero intenté relajarme y concentrarme en cada movimiento de esa chica. Tenía la protección del arnés, sí, pero algo no estaba bien, ¿qué le pasaba?

Le hice un gesto a Cuatro preguntándole si todo iba bien y su respuesta fue encoger sus hombros en modo de que no tenía ni idea.

Todo atisbo de pregunta se esfumó cuando escuché el sonido que salió de su garganta, el cual no me gustó.

Miré preocupado hacia donde se encontraba y vi la parte que me temía, sus pies se habían soltado de la estrecha escalera. Sus manos mantenían todo su peso en el gran vacío.

Enseguida me puse en pie, volví a enganchar mi cuerda a la escalera y con cuidado de no moverla mucho me dispuse a ir a por ella.

Cuando llegué a donde se encontraba todo estaba en silencio. Nadie podía hablar, demasiada tensión se estaba acumulando en ese lugar tan grande y libre.

- Altaira, escúchame, ¿vale?

No dijo nada, sus manos temblaban y probablemente el pánico no la dejaba hablar.

- Quiero que te concentres en tus brazos, transmíteles toda la fuerza de tu cuerpo a ellos y haz que tus piernas se enganchen a mi cuerpo. No es difícil, puedes hacerlo, vamos.

Lo intentó y tras varias veces lo hizo. Noté como sus piernas se enganchaban a las mías.

- Genial, ahora quiero que te sueltes de las escaleras. Primero pon un brazo por mi lado izquierdo y después el otro por el lado derecho, así estarás enganchada a mí y podré llevarnos a ambos al otro lado, ¿de acuerdo?

- Vale – noté que decía en un leve susurro, probablemente para ella misma.

En pocos segundos éramos uno y yo con mucho cuidado fui balanceándome hasta que ambos estuvimos a salvo.

Todos, cuando llegamos, gritaron en señal de que todo estaba bien, nos vitorearon hasta cansarse.

Altaria se había quedado sentada al otro lado sin hablar ni pestañear, solo miraba al vacío demasiado desconfiada.

Todos se marcharon cuando Cuatro pasó, pues las vías del tren pasaban por allí. Con un par de gestos le hice entender que yo me encargaba de ella, que se marcharan.

Fue así como de nuevo ambos nos quedamos solos, aunque esta vez ella no estaba preguntona y a la defensiva.

JenGVargas

Ai si no fuera por Eric...Os gustaría que él os salvara? Porque a mí me encantaría, sin ninguna duda...

Gracias por leer y votar chicas, me hacéis feliz!!!!!!!!!! Me encantaría saber vuestras opiniones tanto como que Eric me salvara(bueno vale, tanto tanto, no) Jjajajaja

CAPÍTULO EDITADO



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