Capítulo 70

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Al día siguiente nada más despertar me cambié y preparé para ir a la sala de entrenamiento. Mi cuerpo dolía, aunque ya hacía días que se había insensibilizado, no notarlo no se había convertido en una opción. Lo que necesitaba en ese momento era destreza, habilidad y sobretodo estrategia. No importaba que mi cuerpo se encontrase débil, ni que el saco de boxeo ni siquiera se inmutara cuando mis puños caían sobre él. Como tampoco lo hacía que mi fondo a la hora de calentar se extinguiera tan rápido como el fuego en plena lluvia.

Nada de eso, ninguna de mis debilidades físicas, como tampoco las mentales iban a interponerse en mi camino. Toda mi vida, des del primer día, luchar ha sido lo único necesario de mi crecimiento. Aunque todo falle siempre me he tenido a mí misma y es por eso, que aún perdida en medio de una realidad poco creída, necesito serme fiel. Sinceridad ante cada adversidad.

Primer paso: calentar cada músculo mientras dejo que mi mente se esparza en el lugar.

Segundo paso: encontrar las razones por las cuales debo luchar, como si estas fueran a tener la magia que necesito para lograrlo.

Tercer paso: entrenar más que con el cuerpo, con la mente: velocidad, habilidad, técnica y estrategia.

Las horas ahí dentro al principio se convierten en duras batallas, pero una vez mi cuerpo empieza a sentirse completo, como pocas veces sucede, logro concentrarme a niveles mucho más distantes que simple deporte.


En un momento dado, creo escuchar la voz de mi madre diciéndome algo, pero solo me causa más rabia en mis movimientos.

No es hasta que su cuerpo se interpone entre el saco y yo, que no comprendo que mi sentido auditivo no me ha pasado una mala jugada.

- Lo siento, se me ha ido la hora – le digo mientras me seco la frente con mi manga derecha.

- Está bien, vamos – me dice seria.

Quizá ella se esperaba que tuviera otro tipo de reacción, una mejor, al enterarme de todo lo que me había estado ocultando toda mi vida, pero la realidad era simple: se había marchado, se había perdido mi crecimiento, como también mi cambio en cuanto a cultura, inteligencia, personalidad y carácter se refiere. No hablamos de un amigo que desaparece y vuelve años después, no, hablamos de la persona que ha permitido que tú existas en su cuerpo durante nueve meses, hablamos de la persona que debe dar la vida por ti sin desear lo contrario.

La sigo por los pasillos de ese lugar y acabamos en uno en el que nunca había estado.

- ¿Ves todas esas puertas?

Asiento como respuesta.

- Desde esas salas controlan vuestro mundo, cada segundo de él, a cada persona.

Mi ceño se frunce.

- ¿Nuestro mundo? ¿A qué te refieres?

- Chicago no es más que un gran experimento, Altaira. Aquella explosión y destrucción de la que te hablé, concluyó en el exterior en alteraciones genéticas. Las mejores mentes científicas creyeron que si rescataban a personas alteradas genéticamente y las metían en un lugar seguro a cuanto a contaminación se refiere, con el paso de los años su ADN podría corregirse. Es por eso que desde que su experimento se puso a prueba, hace más de dos cientos años, Chicago ha sido vigilado constantemente, a cada segundo por los que habitamos este lugar.

Me había quedado paralizada, no sabía que decir ni hacer.

- Entonces... ¿me estás diciendo que todas estas personas saben quién soy? ¿Qué somos para vosotros? ¿Una serie de la que hacerse fanático cómo en el pasado?

Un pequeño asentimiento por su parte fue su respuesta.

- Por ese mismo motivo si te vas de aquí no tienes escapatoria alguna, Altaira. Todos los lugares que crees tuyos, que te han dado libertad y espacio íntimo para ti y tus pensamientos: el lago en Cordialidad, aquel sitio en el que caíste por error, pero a la vez logró liberarte... Todo está condicionado, ¿entiendes?

Asentí.

- ¿Entonces que opciones tengo? – realmente necesitaba encontrar alguna.

- Ninguna, Altaira. Lo siento, de verdad que lo hago.

Empecé a negar, esto no era verdad, nada tenía sentido.

No dudé en entrar en una de esas salas, estaba oscura, por lo que supuse que no había nadie dentro.

Al entrar, me equivoqué.

- Hola Rob, necesitamos la sala, ¿te importaría? – dijo mi madre detrás de mí.

El chico se deshizo del equipo necesario lo necesario y salió de la sala mirándome. Me había reconocido, estaba claro.

- Ponte esto – dijo entregándome unas gafas y algo más.

Lo hice.

Mientras me explicó como funcionaba todo, la escuché, sabía perfectamente a quien iba a buscar.

- ¿Puedes dejarme sola, por favor? – le pedí.

Asintió y se marchó.

Respiré profundamente y no dudé en buscarlo. Para mi sorpresa no lo encontré, por ese mismo motivo es que no dudé en buscar en el almacenamiento interno del ordenador. Su rastro debía haberse perdido, entonces debía estar ahí.

Dos semanas.

Catorce días hacía que lo habían perdido de vista.

El miedo empezó a recorrerme.

No, no podía ser cierto. No.

Entonces puse los últimos minutos registrados.

Cuatro.

Sus palabras y el disparo, el disparo que provocó su muerte.

Un nudo que se formó y estalló, al segundo, en mis venas me hizo caer de rodillas en el suelo.

Esto no era verdad, no podía serlo.

JenGVargas

Para los que esperabais lo que prometí, pido demasiadas disculpas. No diré que he estado ocupada con exámenes o trabajos porque no es cierto, estoy de vacaciones todavía, pero ahora que el tiempo no es un problema lo es mi cabeza y mi corazón. No lograba hacerlo, por ello me disculpo.

Por otro lado aunque no he tenido cabeza para hacer mover mis dedos liberándome, he estado trabajando en el tráiler de esta historia, que creo que ya va siendo hora de que exista uno, estoy intentando terminarlo, en cuanto lo tenga lo subiré.

Gracias por esperar.

Gracias por estar.

Os adoro.


CAPÍTULO EDITADO


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